Vicentico (55) parte este diálogo con una aclaración: todo bien con estar encerrado, todo tranqui, las dificultades han sido minúsculas al lado de otra gente, pero tampoco da para declarar algo parecido a la felicidad.
“(Este encierro) yo lo llevo bastante bien, la verdad. En casa todo el tiempo con mi familia. Entiendo perfectamente que esto es muy engorroso para todo el mundo y que hay mucha gente que la está pasando muy mal. Lo aclaro porque si no parece que uno es como un chiflado que está contento con estar encerrado en su casa. No diría que estoy del todo contento, pero es un buen momento para mí también estar acá y aprovecho mucho para hacer cosas que no hacemos nunca, como almorzar y cenar todos los días, cocinar y charlar. Entonces eso hace que uno la pase de otro modo también. Es más bien una decisión, creo”, cuenta el músico, a propósito de su presente en medio de la pandemia y en reciente conversación con el programa Sesiones íntimas de Culto que se emite a través de las plataformas de Culto y La Tercera.
Luego sigue: “Claro, esa es la parte linda de esto: el estar adentro, el aceptar y el usar poco. Por supuesto, como decía recién, hay una parte que es como un poco desesperante: a mí me gusta mucho andar en bicicleta, jugar al fútbol, ir al río, me gusta salir a ensayar con mis amigos y mis hijos que salgan, pero bueno, comprendemos todos que la situación es así. Entonces tratamos de estar de la mejor manera posible”.
“Mi vida tampoco es tan exuberante como tal vez te imaginas. En realidad, lo que yo hago es grabar discos y tocar. Ese es mi modo de vida y para mí es el modo normal, no lo siento como una cosa exagerada. Sí, hay mucho viaje y todo eso, y eso se cortó y en algún sentido, para mí, un tiempo sin viajar y sin moverme del lugar, es algo interesante”.
“Por ahora estoy bien, no tengo la ansiedad de volver ya a un escenario. Por supuesto que me da ganas y muchas veces con amigos y con amigos músicos pensamos ‘que vuelva, que ganas de tocar, que ganas de hacer conciertos y todo’, pero todavía puedo esperar un poquito”.
¿Existe algo que hayas descubierto en ti en esta cuarentena o que se haya intensificado en este encierro?
No sé si es algo que no conociera de mí, pero sí se intensificó alguna cosa. A mí me gusta cocinar, me gusta mucho estar en casa y me gusta no hacer nada. Por lo cual esto es bastante parecido. Pero sí se intensificó el ocuparme de la cocina o cosas como pensar. Yo me noto menos ansioso, mucho menos. La vida cotidiana de ir y volver, ir y volver, a veces uno se da cuenta y lo tiene como vibrando medio arriba, y eso como que se terminó. Ahora estoy tranquilo.
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Por lo demás, para Gabriel Fernández Capello no sólo ha sido un tiempo de pausa y freno; hilando más fino, también son días de casualidades casi mágicas.
El pasado 8 de mayo lanzó su nuevo single, No tengo, un cover y una adaptación a nuestro idioma del éxito Ain’t got no, I got life, de la cantante estadounidense Nina Simone: un par de días antes de que el planeta se volcara a hablar nuevamente de derechos civiles y de la lucha antirracismo a partir del crimen policial contra George Floyd, el argentino revive a la mayor institución artística en la cruzada por la igualdad de razas.
Y de paso, nuevamente hilando un poco más fino, se conecta con esta era de incertidumbre gracias a una letra que transmite desarraigo y renuncia a lo material, justo cuando sólo tenemos nuestro cuerpo encerrado en nuestras casas sin poder disfrutar del mundo que creamos allá afuera: “No tengo casa, no tengo fe/ No tengo plata, no tengo rey/ No tengo coche, no tengo dios/ No tengo ropa, no tengo amor”, enumera el tema en un principio, para sobre el cierre resolver: “tengo mis ojos, tengo piel/ Y tengo oídos, tengo pies/ Tengo mis brazos y mis piernas para irme/ Tengo mi boca y puedo hablar/ Tengo mi pelo y libertad/ Un sentimiento que me lleva donde quiera”.
Se trata de un tema que integarará su próximo disco, el que tenía fecha de estreno para abril, pero que el coronavirus postergó sin plazos claros.
¿No es una coincidencia singular que hayas revivido a Nina Simone, símbolo de la lucha antirracismo, justo antes que reviviera como uno de los temas más relevantes de la actualidad? Y además con esa letra, que también se puede vincular con lo que estamos viviendo frente al Covid-19.
Bueno, no quiero ponerme exagerado y místico con cosas que son más bien casualidades, pero lo que pasa con las canciones de Nina Simone, y en esta canción en especial, es que, en cualquier momento que uno la cante o la ponga a sonar, va a funcionar. Está pasando ahora, pero ahora la canción tiene ya 50 años.
“La canción no la escribió Nina Simone y no habla de derechos civiles en este caso. Si bien Nina Simone fue un icono de eso y de esa lucha, lo fue toda su vida, y para mí la persona que trató esto con una verdad tremenda. Pero bueno, la canción habla de una cosa con la cual me siento muy identificada, que es darse cuenta de eso, que en realidad no tenemos nada, que lo único que tenemos es nuestro sentimiento y nuestro espíritu latiendo. Eso es lo que nos lleva adelante”.
“En realidad el mensaje, si es que hay alguno, no es intenso o potente, es todo lo contrario. Es como para adentro, es suave. No es una canción que en mi opinión tenga como una cosa de bajar una línea y decir ‘estas cosas son así’. Es más bien lo contrario, es como ‘no tenemos nada y tenemos todo a la vez’. Es darse cuenta de que uno tiene de todo, usarlo y vivirlo”.
Y estas líneas que hablan de "no tengo fe, no tengo rey, no tengo Dios", ¿te identifican? ¿Eres un hombre de fe, eres un hombre que cree en algo, que creyó en Dios o en algún Dios?
Hay otra canción que yo hice que se llama Viento, que el estribillo del coro dice "no creer en nada, es creer en todo". Así que ya lo puse en una canción. Lo digo porque me da vergüenza explicarlo, porque tampoco yo soy alguien con una facilidad de palabras y con una cultura para explicar todo eso. Pero yo creo que es eso: yo no creo en nada y a la vez, creo en todo. No podría hablar de un Dios, no podría hablar de una fe, no podría hablar de un color, un océano. Todo me parece bien y todo me habla. Mis propias opciones, diría.
Ya conocías la canción, pero ¿cómo llegaste a la idea de hacer un cover de Nina Simone?
La verdad es que bastante casualidad, pura casualidad también, porque no lo tenía pensado. O sea, en realidad, cuando uno está haciendo un disco no tiene nada pensado. Tampoco tenía pensado esto y en algún momento esa idea empezó a tomar forma y aproveché un momento de estudio y de compañía de músicos para ver hasta donde llegábamos, siguió adelante y ya está en el disco.
En tu carrera en solitario iniciada en 2002, hay un claro rescate de música de hace muchísimos años, como el cover que hiciste de Paisaje, de Franco Simone, o tus duetos con Tony Bennett y Willie Nelson. ¿Hay alguna intención de rescatar música de cuando quizás eras niño o de ir en reversa hacia ese tipo de canciones?
Sí, es como vivir en este momento eso mismo. Eso es lo que tiene de lindo la música, que no tiene época. Uno cuando canta una canción que escuchaba cuando era chico, la está cantando ahora y es la misma sensación.
“Hace poco yo toqué allá en Monticello, en un concierto, y en un momento de la noche estaba tocando y no sé por qué me acordé de un tema de Albert Hammond que se escuchaba mucho en Chile, que él tocó en Viña del Mar hace un montón, un tema que se llama Échame a mí la culpa. Entonces nos pusimos a cantar con el público y todo. Me acuerdo de que dije "bueno, la próxima vez que vuelva, lo preparo bien y lo canto". Y estos días, que tenía que hacer la nota contigo y con otras personas de Chile, me acordé de eso y pensé que era una buena oportunidad para grabarlo acá en casa y de algún modo mandarlo el tema a Albert Hammond. Así que, el que me esté escuchando, me esté leyendo, el que se acuerda de eso, no sé cuánta gente se acordará, capaz que les mande el tema”.
¿Lo grabaste ya el tema?
No. Lo puedo grabar. Todavía no lo grabé. Estoy en casa aburrido, así que puedo hacerlo.
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También lanzaste a principios de octubre del año pasado el tema Freak, que también es parte de tu próximo disco. Un tema que uno también podría deslizar cierto acento autobiográfico. La letra dice "desde chiquito me quisieron encerrar/ yo soy feo, por eso a mí me tienen miedo". ¿Te sentías freak cuando niño?
Sí, me sentía un poco así. No me dolía eso, igual. O sí, un poco, pero sí, me sentía diferente. Me sentía diferente porque todos somos diferentes en realidad, y a veces la gente que es muy estructurada simplemente porque tienes un arito. Yo tengo aros desde muy chico. Ahora es una tontería un arito, ni siquiera existe, pero cuando yo era chico esto era solo esto. Después los cortes de pelo, no sé, las cosas que a mí me gustaban eran tomadas como provocaciones o ese tipo de discusiones tontas, pero nada importante.
De hecho alguna vez contaste esta anécdota: cuando estabas en una discoteca en Mar del Plata y ya usabas aro, se generó toda una trifulca en torno a ti, con trompadas y todo, y ya sentiste que tú generabas algo o había algo que se generaba en torno a ti. Algo que te hacía sentir, de alguna manera, distinto.
Claro, sí. Especial no, para nada, sino como parte de una minoría de gente que le gustan otras cosas diferentes que la que les gustan a los demás, pero eso tampoco quiere decir nada. No es como que yo diga "uy, que diferente que soy". Simplemente lo digo pensando en que a veces a las personas que les gustan otras cosas las tratamos raro, mal o lo que fuera.
Cada vez menos, parece.
Es menos. Sí, es probable. Veremos más adelante. Todavía no cantemos victoria porque por lo visto no es así. Hace unos días que estamos en el mundo entero hablando de la falta de tolerancia y de cariño.
¿Y te sigues sintiendo un poco freak ahora en la música, ya tanto años después?
No. O sea, me siento bien, me siento, como decirte… sigo solo mi camino. No me gusta formar partes de manadas ni de grupos de gente que hace todo parecido, pero eso no quiere decir nada, porque hay muchas personas que somos así, un montón. Así que no, me siento cómodo.
Ya con el paso del tiempo, ¿cómo ves tu carrera en solitario que empezó con el disco homónimo hace más de una década?. A las puertas de un nuevo trabajo, ¿es una carrera donde te has mostrado más frágil y tierno, distinto a la cosa más lúdica de los Cadillacs?
Bueno, supongo. Hago lo que me sienta cómodo y me gusta. También me gusta estar en los Cadillacs y cantar esa música me encanta, la paso re bien haciéndolo. También me gusta cantar lo otro y también otras cosas diferentes. Así que nada, voy haciendo. Tal vez lo que tuve como suerte es que tengo la posibilidad de seguir mostrando en público, al momento, no sé cómo será más adelante lo que hago. Vos podés ver esto de que yo como que voy cambiando, pero en realidad para mí es todo lo mismo. Simplemente que voy haciendo lo que me va gustando.
¿Cómo imaginas tu carrera de aquí a 20 años? Más bien: ¿te la imaginas? En algún momento en 2012 estuviste con Tony Bennett, hiciste un dueto con él, la canción Cold cold heart. ¿Qué viste en Tony Bennett? ¿Algo que pudieses recoger para ti, quizás, proyectándote a futuro cuando puedas llegar a esa edad?
Pienso en que cuando uno ve tipos como Tony Bennett o, como antes dijiste, Willie Nelson, yo lo que me doy cuenta es que uno se pregunta por qué a los 85 o 90 años se quiere seguir cantando y haciendo giras, y es porque les gusta, básicamente, y porque eso los mantiene con el espíritu arriba. Yo creo que es eso, seguir haciendo cosas, lo que a uno le gusta. Encontrar lo que a uno le gusta es una clase de magia, y darle para adelante con eso o seguir buscando.
¿Qué reflexión sacas de muchos compañeros y muchas figuras también de la música internacional que, en el último tiempo, han partido? Hablo en el caso argentino de Spinetta o Gustavo Cerati; en el caso foráneo de Prince hasta David Bowie. Son gente con la que todos crecimos, con la que tú creciste, con la que fuiste contemporáneo.
Es un bajón, pero todos nos vamos a morir en algún momento. Son toda gente que ha vivido su vida muy bien y con mucha intensidad y, seguramente, han hecho todo lo que querían hacer, así que buenísimo que hayan sido esa clase de personas y ojalá que no hayan dejado nada por hacer, de lo que querían hacer. Ya en algún otro momento, si es que hay oportunidad de eso, volverán a hacer otras cosas, quién sabe. Me parece que eso es lo mejor, hacer todo lo que uno tiene ganas.
Lo que acabas de decir perfectamente se puede aplicar a tu vida.
Si me muero estos días… (se ríe).