En días consecutivos, dos programas de telerrealidad enfocados en policías fueron cancelados en la televisión estadounidense: Cops y Live PD. Uno después de 32 temporadas y el otro luego de cuatro ciclos, ambos de consistente éxito en la pantalla. El asesinato de George Floyd y las sucesivas protestas contra la brutalidad policial en Estados Unidos llevaron a sus canales a darles fin, en medio del cuestionamiento a todos los shows sobre uniformados.
“Este es un momento crítico en la historia de nuestra nación y hemos tomado la decisión de detener la producción de Live PD”, señaló el canal A&E en un comunicado, al calor de otra controversia: la serie habría registrado en marzo de 2019 la muerte de Javier Ambler, un afroamericano de 40 años arrestado por agentes del condado de Williamson después de cometer una infracción de tráfico. Aunque la producción salió a anunciar que había destruido el material y que nunca lo programaría –después que el canal KVUE emitiera parte del registro–, la polémica estaba servida.
Acompañando a policías y alguaciles en tiempo real mientras patrullan ciudades y condados en todo EE.UU., la serie se había convertido en un fenómeno desde su debut en octubre de 2016, siendo renovada a inicios de mayo para tener 160 nuevos episodios. Su existencia parece haber terminado, al igual que la de Cops, al aire desde 1989. Eso sí, en este último caso la comunicación de Paramount Network fue más escueta, indicando simplemente que “no tenemos planes actuales o futuros para que regrese”.
Las cancelaciones en tiempos de apoyo al Black Lives Matter no parece que vayan a terminar pronto. Títulos como La ley y el orden y CSI, más sus derivados, son enormemente populares en el mundo, y hoy están en la mira por su retrato de los policías. En ese sentido, el programa de ficción y con actores más largo de la actualidad, La ley y el orden: Unidad de Víctimas Especiales (UVE), es el título más emblemático al aire y el que quizás ha hecho más intentos por ajustarse a nuevas discusiones, incluyendo recientemente casos como los de Harvey Weinstein y Jeffrey Epstein.
“Creo que en el último año realmente hemos intentado mostrar cómo la clase y la raza afectan los resultados de la justicia en la sociedad, pero estoy empezando a sospechar que realmente no fue suficiente”, dijo a The Hollywood Reporter su showrunner Warren Leight, consultado por la exigencia actual a los programas de ese tipo, añadiendo que “no puedo hacer todos los episodios sobre un policía malo”.
Esa ficción es parte de un grupo más amplio de franquicias creadas en las últimas tres décadas por Dick Wolf, como FBI y Chicago. Y a su vez el universo de series de ese perfil al aire es más extenso, con plena vigencia y altos ratings en la televisión estadounidense incluso en la era del streaming, como Criminal minds y NCIS: New Orleans. Todo un abanico de producciones que podría sufrir cambios a partir del momento decisivo que atraviesa el país.
“En el diluvio casi inimaginable de la televisión criminal estadounidense, los personajes cuyos nombres conocemos y cuyas vidas valoramos son policías. Las comunidades que vigilan son desechables, y al final de cada episodio, son eliminadas rápidamente”, analiza Vulture, sosteniendo que incluso en series que complejizan esa figura, desde True detective a Bosch, sigue prevaleciendo esa óptica: “Como telespectadores, estamos encerrados en una perspectiva policial, ajustados a sus necesidades, deseos y cadencias diarias”.
En tanto, USA Today sostiene que “si no podemos deshacernos por completo de los programas de policías (aunque no es la peor idea) tenemos que cambiarlos”.
Los shows con ese foco son el último apartado de la televisión y cine que recibe críticas a raíz de la agitación social por la muerte de George Floyd. Lo que el viento se llevó ayer fue retirada temporalmente por el servicio de streaming HBO Max, hasta que vuelva con una discusión sobre sus representaciones racistas y contexto histórico, y la serie británica Little Britain fue sacada de Netflix y BBC iPlayer por incluir sketches en que sus protagonistas se pintan la cara de negro (blackface). Una sacudida en el mundo del entretenimiento que parece recién comenzar.