“Made in America”, el episodio final de Los Soprano, fue emitido el 10 de junio de 2007 y muestra a Tony Soprano, interpretado por el fallecido James Gandolfini, cenando con su familia en el restorán Holsten.
La comida transcurre en medio de una calma tramposa: mientras cenan, se produce un enfrentamiento entre el crimen organizado de Nueva York y Nueva Jersey, y un sicario es enviado a asesinar al patriarca de los Soprano.
Al sonido de “Don’t stop believin” de Journey, los segundos finales del epílogo se van a negro, en una desconcertante imagen que dejó más dudas que certezas.
¿El sicario logró su cometido? ¿Tony Soprano sobrevive a la cena?
El crítico de televisión Alan Sepinwall, uno de los autores del libro The Sopranos Sessions, comentó a David Chase, el creador de la serie: “Cuando dijiste que había un final, no te refieres a Tony en Holsten, sino que simplemente te referías a ‘creo que hay dos años más de historias en mi cabeza’”.
Chase respondió: “Sí, creo que tenía esa escena de muerte como unos dos años antes del fin”.
Matt Zoller Seitz, uno de los guionistas de la serie, interrumpe el diálogo al advertir la revelación de Chase: “¿Te das cuenta que acabas de referirte a aquello como la escena de la muerte?”.
“Que los jodan, chicos”, replicó Chase, añadiendo que Tony Soprano “podría haber muerto en el restorán”.
“Todos podríamos morir en un restorán y eso es lo que queríamos expresar en la escena”, añadió el guionista y director, que actualmente trabaja en una precuela de la serie titulada The Many Saints of Newark, protagonizada por un joven Tony Soprano con estreno fijado para marzo de 2021.
Cuando Los Soprano llegaron a su fin en 2007, crítica y público coincidieron en que Tony Soprano había muerto en la escena final. El libro The Soprano Sessions añade nuevos antecedentes al cierre de una serie icónica, tal vez el artefacto mejor logrado de HBO junto a The Wire y Six Feet Under.