Es la primera biografía completa de James Baldwin (1924-1987) en casi dos décadas. James Baldwin: Living in Fire, de Bill Mullen, es uno de los numerosos rescates, en los últimos años, sobre la obra y vida del autor nacido en Harlem.
Y puede que todo haya comenzado con No soy tu negro, el documental narrado por Samuel L. Jackson de 2016. Luego de eso vendrían reediciones, homenajes y nuevas antologías, así como la adaptación de su novela El blues de Beale Street al cine por Barry Jenkins, el director de Moonlight.
Ya sea por el movimiento Black Lives Matter, o porque Baldwin fue uno de los primeros escritores afroamericanos en explorar la homosexualidad, su figura y palabras logran nueva resonancia.
Profesor de literatura en la Universidad de Purdue, en Estados Unidos, Mullen asegura que una nueva biografía era necesaria, en parte, porque hace poco se abrieron los archivos personales de Baldwin, entre los cuales hay, por ejemplo, un telegrama en el que se refiere al golpe del Estado en Chile y la intervención de Estados Unidos: “Está claro para cualquiera que piense, e incluso hasta para un yonqui, que la situación en la cual se encuentran los afroamericanos se relaciona con la situación de los mexicanos y con la de toda América Latina”, escribe Baldwin. “Se relaciona con lo que está haciendo la junta militar en Chile”.
“La gente regresa a Baldwin porque ayuda a entender el presente”, dice Mullen sobre un autor que ha sido pobremente traducido al español. Aparte de la reedición de El blues de Beale Street por Literatura Random House, en librerías chilenas se encuentra La habitación de Giovanni, publicada por Tajamar Editores.
Uno de sus objetivos del biógrafo es conectar a Baldwin con la literatura mundial. “Baldwin vivió la mayor parte de su vida fuera de Estados Unidos: en Francia durante casi 40 años, y en Estambul durante casi 10. Era un expatriado involuntario, obligado a abandonar Estados Unidos debido al racismo y la homofobia”, dice Bill Mullen. “El exilio le dio una idea de su propio país de nacimiento y del resto del mundo. Además, Baldwin escribió sobre política global: Palestina, el sionismo israelí; la guerra en Vietnam; el colonialismo francés en Argelia; fascismo; el imperialismo estadounidense en América del Sur; Panafricanismo. Y por último amaba a los escritores rusos (especialmente Gorki) y a los escritores británicos (Dickens). Baldwin leyó literatura mundial, escribió sobre eventos mundiales y vivió en distintos países”.
Me sorprendió esa cita en la que Baldwin se refiere al golpe de Estado en Chile. ¿Estaba al tanto de Salvador Allende y su vía chilena al socialismo?
Sí, estaba al tanto de Allende y por eso criticaba el golpe. Políticamente, Baldwin pasó de ser un liberal, en el contexto de la Guerra Fría, a un socialista independiente que combinaba una fuerte política antiimperialista con una crítica radical del capitalismo. Fue brevemente trotskista en la década de 1940, y permaneció crítico del estalinismo siempre. Apoyó la Revolución Cubana (firmó una petición para defenderla).
Según Baldwin, la presidencia de Ronald Reagan fue como una pesadilla para Estados Unidos. ¿Qué habría pensado sobre Estados Unidos bajo Donald Trump?
Baldwin no se habría sorprendido. Él vio la dirección neoliberal y autoritaria de la política estadounidense bajo Reagan. Percibió el retroceso en cuanto a los derechos civiles en los años 70 y 80, y la creación de un estado racista. Antes de morir comenzó a comparar Estados Unidos con una autocracia. Si estuviera vivo hoy, Baldwin se quejaría en voz alta del ascenso del fascismo, de los gobiernos autoritarios, de Trump, de Bolsonaro, de Modi.
En 1949 Baldwin escribió un ensayo llamado La novela de protesta de todos, en el cual escribe sobre el fracaso de ciertas novelas políticas. En nuestros tiempos es bastante tentador caer en ficciones polarizadoras y obvias en lo político. ¿Qué se puede aplicar a nuestros días de ese ensayo de Baldwin?
Es difícil traducir el ensayo al presente. Baldwin estaba tratando de hacerse espacio para sí mismo, es decir para un escritor gay y negro, en un momento cuando la literatura estadounidense apreciaba la escritura afroamericana solo por sus dimensiones de protesta. El espectro de la escritura negra, y la forma en que se lee, es mucho más amplio hoy en día. Podemos decir que Baldwin ayudó a hacer espacio, en ese ensayo, para la increíble variedad de afroamericanos que tenemos ahora, que incluye voces que van desde Toni Morrison hasta Ta-Nehisi Coates.
El archivo del FBI de James Baldwin contiene 1.884 páginas de documentos. ¿Por qué J. Edgar Hoover, el director del FBI, tenía una fijación con Baldwin? Lo siguió muy de cerca.
Hoover pensaba que Baldwin era comunista, o al menos un radical, y quería aplastarlo por la misma razón por la que quería aplastar a todos los demás radicales durante la Guerra Fría. Sospecho que Hoover tenía un tipo especial de odio fóbico por Baldwin porque este quería forzar discusiones sobre sexualidad, y porque Hoover desesperadamente quería permanecer en el armario. Además, el FBI buscaba destruir a los radicales negros -como los Panteras Negras- ya que se dieron cuenta de que la “revolución negra” era una posibilidad real en los Estados Unidos, quizás la más real de todas las rebeliones sociales posibles.