En general, cuando María José Navia (37) se pone a escribir algo, coloca música. Nunca falta la música clásica con piano. “Me gusta la idea de estar tecleando mientras suena un piano”, cuenta a Culto. Aunque, como toda persona inquieta, la música va cambiando de acuerdo a las necesidades de sus textos.

“Si estoy escribiendo un cuento de cierto tipo de tristeza, trato de buscar una canción que me evoque ese mismo tipo de tristeza y ocupo esa música como para afinar mi cuento. Siempre está la música, nunca escribo en silencio”, señala vía Hangouts.

En esa búsqueda, Navia puede escuchar de todo, desde Nick Cave, Leonard Cohen, David Bowie, hasta cosas como Florence and the Machine, Taylor Swift. “¡Incluso puedo terminar escuchando Dua Lipa!”, cuenta risueña. También menciona la banda sonora de la serie Tales from the loop (Amazon Prime), “que es como ciencia ficción rara”, agrega.

Eso sí, aclara que más que melómana, se declara obsesionada con el sonido. Cuando escribe sus cuentos, se graba en su teléfono leyéndolos, los escucha una y otra vez, y los edita por cómo suenan.

Acaso por ese vínculo especial y personal que tiene con lo sonoro, es que María José Navia tituló Una Música Futura a su último libro. Una colección de siete cuentos publicados bajo el alero de la editorial Kindberg, de Valparaíso.

-En uno de los cuentos (“Vueltas”) partes citando un pedazo de “Goodbye yellow brick road”, de Elton John; en otro (“Todo incluido”) empiezas con un tema de Amanda Palmer; y en “Panda” comienzas con un tema de The Boomtown Rats (“I don’t like mondays”). ¿Por qué esa decisión?

-El libro se llama Una Música Futura y quería que la música fuera importante de distintas maneras. En “Panda”, la canción “I don’t like mondays” es central a la historia, no es solo un epígrafe bonito. Es una canción con la que se obsesiona la protagonista, mucha gente se queda con la frase del título ¡pero no sabe de qué es la letra!, es de una chica que mató gente, y más encima la versión de The Boomtown Rats es como toda alegre, ¡como un choque respecto a lo que pasa en la historia! Quería que fuera como un hilo narrativo. Y en la cita de Amanda Palmer, ¡para mí esa cita es el libro entero! Me gusta mucho ella, sus canciones son muy narrativas. Esa canción dura 16 minutos y se manda esa frase aludiendo a que estamos todos juntos cuando está pasando algo que es muy terrible. Y la de Elton John, es porque me gusta mucho El mago de Oz. De hecho, lo nuevo que estoy escribiendo tiene que ver con eso: el libro, la película, etc. Además que la protagonista la canta. Al final, es sobre la música que acompaña todas las amistades. La música se cuela siempre.

“¡Este es el tono que quiero!”

-Mientras escribías estos cuentos, ¿leías algunos autor@s del género?

-¡Siempre! Soy súper matea. Cuando estoy escribiendo algo, trato de leer algo similar, cosa de tratar de mejorar la técnica lo mayor posible. Leía libros y además me armaba antologías yo misma, me leía un cuento de Salinger, uno de Cheever, uno de Lorrie Moore, para que me ayudaran. Leí cuentos realistas y cuentos más distópicos también, soy muy admiradora del género del cuento. Me gusta que haya una cierta música, una cierta lógica, no simplemente agarrar siete cuentos y meterlos en un libro. Los leo en orden, los lectores los leen en el orden que quieren.

-¿Algunos autores que leíste en el proceso?

-Leí mucho en inglés. A Laura van den Berg, tiene un cuento que me ayudó a escribir “Panda”. Rick Moody, tiene un libro de cuentos que se llama Demonology, ahí encontré un cuento donde dije: “¡Este es el tono que quiero en ‘Panda’”! Espero que se note. También T.C. Boyle (The relive box), Charles Yu, Deborah Eisenberg, Joy Williams, Cahterine Lacey, Lorrie Moore, John Cheever. También los cuentos completos de Mavis Gallant, de Amy Hempel, y el libro de cuentos de Ottessa Moshfegh: Homesick for another world.

-¿Y en español?

-¡Rodrigo Fresán! Es mi escritor favorito, siempre lo estoy leyendo y releyendo. Tiene esa cosa media pop de mezclar canciones con la historia que estás tratando de contar. Creo que hay algo de ese eco en el libro. Pero las referencias para Una Música Futura fueron principalmente en inglés.

Vía Whatsapp, María José añade otro dato: “En ‘Todo incluido’, los cruceros se llaman Wakefield por un cuento de Nathaniel Hawthorne (que se llama ‘Wakefield’ y que es uno de mis cuentos favoritos de la vida)”.

Las referencias a la literatura de los Estados Unidos no son casualidad, María José Navia estudió dos postgrados en el país del norte: Magíster en Humanidades y Pensamiento Social en la New York University, y Doctorado en Literatura y Estudios Culturales, en la Georgetown University (en Washington D.C.).

María José Navia. (c) María Jesús Miranda.

Unos cuentos futuros

Una vez publicado el libro, el comentario que más le ha llegado a María José es que los cuentos son “ideales para el contexto actual”, claro, porque se tocan temas que de alguna forma han vuelto a la palestra, como el consumo excesivo de tecnología o la angustia. Pero estos cuentos en rigor, se escribieron mucho antes.

Fue en el verano de 2019, durante unas vacaciones junto a la familia de su marido en las cercanías de Futrono que los cuentos que conforman este libro empezaron a nacer. De vuelta siguió trabajando en ellos.

“Entre enero y marzo, aprovechando los meses sin tanta pega, como más tranquilos, estuve a full trabajando en esos cuentos, leyéndolos y revisándolos todos los días, que no es algo que yo suela hacer, soy súper desordenada. Ahora por primera vez tuve esa disciplina para escribir durante esos tres meses”, cuenta María José.

En la casa de Futrono, no había conexión a internet, no había señal de wi-fi. Nada. La desconexión era total. “Así se me ocurrió el tema del primer cuento (‘Cuidados’), ¿qué pasaría si fuese un lugar donde la gente se tiene que ir a desconectar? Ahí pensé en gente que se tenga que rehabilitar de su adicción a la tecnología”, señala Navia.

Aunque la intensidad del trabajo de María José tenía que ver con otra cosa. Quería mandar el libro al concurso Mejores Obras Literarias. Como la fecha, en 2019, de envío era en abril, ello la obligó a tenerlo terminado antes. “Me puse la autoexigencia de terminarlos en marzo, antes que empiecen las clases. Soy profesora universitaria, entonces ya ahí se me hace más difícil”, agrega. Mandó cinco cuentos, “los que yo pensaba que estaban mejor logrados”, señala.

El libro ganó finalmente el premio Mejores Obras Literarias 2019, después comenzó el proceso de trabajo junto a editorial Kindberg, con quienes ya había publicado su anterior libro, la novela Kintsugi (2019). Ahí, añadió dos cuentos más, que no había mandado al concurso “porque sentía les faltaba un poco”. Después les dio los ajustes necesarios.

-En los cuentos tocas temas que son muy de estos tiempos, como la adicción a la tecnología, las parejas sin hijos, la incertidumbre ante lo desconocido. ¿Cómo fue que fueron llegando estas ideas al papel?

-Es una continuación de los temas que he tratado siempre en mis libros, pero ahora les di un tinte más oscuro. Siempre he tratado el tema de las relaciones afectivas, de cómo la tecnología se mete en esas relaciones, la comunicación a través de pantallas. Me atreví a meterme en zonas más oscuras dentro de los personajes. Además, siento que un cuento iba llamando al otro, y así se fue armando. Hay cuentos más distópicos, otros más reales, del día de hoy, otro que pasa en los 90s. Pero son temas que uno como escritora los ve, los tiene en el ambiente, en las conversaciones con los amigos. Uno absorbe todo eso. Ahora, siempre pensé que mis libros anteriores pasan por la cabeza de los personajes, ahora quería arriesgarme a que pasaran cosas grandes fuera de sus cabezas, no solo el rollo interior.

-Hay cuentos ambientados en Estados Unidos o con gente de ese país. Incluso usas frases en inglés. ¿Tuviste el temor de que eso se tomara como un snobismo?

-¡Todo el rato! ¡Todos los días tengo ese temor! (se ríe) Pero nada, lo asumo y no lo haría distinto. Mi lógica de usar esas palabras en inglés es que quería hablar de la realidad de ser un extranjero, de emigrar, de estar en un lugar donde no se domina el idioma completamente. Y me pareció que si quería hablar de eso, tenía que generar estas instancias como de ruido, que algunos lectores las leen sin ningún problema y otros tal vez no entiendan y tengan que ir a googlearla. Aunque es el mismo temor que pasa sobre escribir sobre otros lugares, porque lo que nunca quise hacer fue poner la traducción o una nota, aunque traté de que fueran cosas que se entendieran. Y si hay lectores que no les gusta por eso, bueno, no son los lectores para ese cuento, no le puede gustar a todo el mundo.

*

A través de la pantalla, durante los casi 55 minutos que duró la conversación, se puede notar que la sonrisa no desapareció nunca del rostro de María José. Confiesa que no había ocupado nunca Hangouts, solo Zoom. Es inevitable pensar que la videollamada se ha vuelto una especie de artículo de primera necesidad en tiempos de pandemia. La tecnología es uno de los temas que toca Una Música Futura.

- Sobre el tema de la tecnología, ¿cómo es tu relación con ella?

-He pasado por altos y bajos. Cuando yo estaba estudiando en Estados Unidos ¡me parecía que la tecnología era lo mejor que me había pasado en la vida! ¡Que las redes sociales eran lo más fantástico y hermoso!, porque podía mantenerme en contacto con mis amigos, podía compartir las cosas que escribía en Twitter y se generaba una comunidad bonita, ahora es un poco más violenta (ríe). Tenía una visión súper inocente de las redes sociales, pero de a poquito me fui dando cuenta de lo peligrosas que son. Cómo generan paranoia, cómo generan inseguridad. ¡Uno crea ficciones a través de las redes sociales! Uno arma como un personaje para la gente, se va creando una cierta ficción de quién es uno. Eso me resulta atractivo.

-¿Y lo más oscuro?

- La adicción a la tecnología. Hay chicos que son adictos a los videojuegos que se ponen pañales para jugar horas y horas sin tener que ir al baño. O el cyberbullying. Entonces, ahora estoy a medio camino, porque la tecnología tiene cosas buenas, pero hay que saber administrarla.

-¿Y cómo lo has hecho en estos días de encierro debido a la pandemia?

-Ahora que estamos todos encerrados estoy tratando de usarla menos. Todo lo contrario a que la gente trata de usarla más. Estoy tratando de conectarme cada vez menos, si tengo que comunicarme con alguien, trato de hacerlo lo más corto posible. Ya se me fue el gustito de las conversaciones por Zoom, ¡además hago clases por pantalla! Entonces llega un rato que no quiero ninguna pantalla cerca, y quiero leer, dibujar, hacer otras cosas. Cuando estuve en estas vacaciones que te comentaba, estaba esa parte muy rica de desconectarte, pero también una ansiedad de pensar “chuta, ¿me habrán mandado algo importante?”. Ahí me di cuenta de esa dependencia.

“No quise que los niños fuesen un decorado”

Si se revisan las páginas finales de Una Música Futura, nos encontraremos con los agradecimientos. Nada raro, es algo que las bandas suelen hacer en sus discos y otros escritores también. Lo curioso es que María José Navia agradece a sus sobrinos porque “me hicieron mejor escritora”.

La mención a los niños no es tan casual. Se trata de un tópico que se repite en varios de los cuentos que conforman el libro. En ellos, los menores tienen una participación destacada, y bastante especial.

-En los cuentos, a los niños los muestras como muy despiertos y conscientes de todo. ¿Cuál es tu relación con la infancia?

-Aparecen harto los niños porque como es una colección de cuentos donde el futuro era un tema, de alguna manera, una de las cosas que se suelen decir sobre el futuro, es que “los niños son el futuro”. Entonces, por eso quería que hubiesen niños en los cuentos, pero que fuesen personajes complejos, raros, no domesticarlos. Las dos chicas de “Tiempos compartido” son muy curiosas, muy observadoras, y en el caso de “Una Música Futura” si bien trata sobre niños, lo conté sobre el punto de vista de loa adultos, porque ¿quién soy yo para contar el drama que están viviendo esos niños? Me conflictuaba. Y en “Los tíos”, ese niño que casi es un robot, programado para que no moleste. También personajes que están embarazadas, o gente tratando de tener un hijo, es todo un hilo del libro. Aparte que me gustan esos personajes de niños poderosos, como en los cuentos de Salinger. No quise que los niños fuesen un decorado.

- Oye, y siguiendo sobre el tema de los niños. En los agradecimientos, ¿por qué mencionas a tus sobrinos?

-¡Mis sobrinos son súper chicos! (ríe) Tienen cinco, tres años y el menor tiene meses. Es un agradecimiento medio a destiempo, porque en mi libro anterior, muchos de los relatos tienen que ver con tías cuidando sobrinos, que es una relación que me parece interesante porque cuando se hablan de personajes femeninos, siempre son la madre, la hija, la abuela, pero la tía no es algo que estuviera en las cosas que yo estaba leyendo. ¡Y es un personaje que yo estaba viviendo muy profundamente! Yo no tengo hijos, soy una tía que quiere mucho a sus sobrinos y lo único que quiere es malcriarlos. Entonces, cuando mi hermana salía, y yo me quedaba cuidándolos, dejaba que hicieran cualquier cosa conmigo. Cuando ella volvía, yo tenía la cara llena de stickers, en el pelo, me habían pintado las uñas de todos colores. ¡Y a mí me daba lo mismo! Yo feliz, después voy, me ducho, qué importa. De eso salió el primer capítulo de Kintsugi. A mi se me ocurrieron muchas ideas cuidando a mis sobrinos, siempre salía toda pegoteada, desordenada, con el pelo casi cortado con tijeras, pero salía con muchos apuntes. Escribo mejor ahora porque tengo sobrinos, porque no sabía lo que era tener sobrinos, y es impactante el amor que uno le tiene a esos niños. El escucharlos hablar, las cosas que se les ocurren. Fue una experiencia muy importante, son muy chistosos.

Incluso, María José se entusiasma tanto con el tema que dice: “Espera que te mando algo al Whatsapp”.

Llega una foto.

Es uno de los brazos de María José adornado por sus sobrinos con stickers de lunas, soles, estrellas. Una vía láctea en su cuerpo cortesía de los pequeños. ¿Un brazo futuro?

Una Música Futura está disponible –entre otras- en las librerías Catalonia, Lolita, Qué Leo, Takk, Nueva Altamira, Metales Pesados; además de las plataformas online como Chevengur y Buscalibre. Pero si eso no resulta, está la posibilidad del envío por correo previa solicitud al mail de la editorial: editorialkindberg@gmail.com.