Hace tan sólo un par de días, quizás a principios de junio, Tommy Rey estaba de gira junto a su sonora por distintos rincones de Chile, entre buses, hoteles, escenarios y una multitud al ritmo de cumbias cantadas y bailadas de memoria.
Pero de pronto despertó: era sólo un sueño. En la vida real, el intérprete abría los ojos en el Chile de la pandemia y el encierro. “Varias veces en este último tiempo he soñado que estoy con la orquesta. Viajando, qué se yo. Nosotros viajamos mucho, entonces en los sueños aparezco en otras partes. Pero cuando despierto me da mucha pena. Ahí digo ‘pucha, ¡era un sueño!’”, se lamenta el cantante.
En estos mismos días de cuarentena, el artista buscaba algo en su clóset y sin querer se topó con los trajes plateados y relucientes que vestía en cada show, colgados sin uso en señal de silenciosa espera. “Me dio una pena terrible. Una lástima que no podamos trabajar, que no podamos hacer nada. Cuando nos llamamos con los compañeros, conversamos y nos da pena. No podemos ni siquiera vernos”.
Desde que en 1982 se independizó de La Sonora Palacios junto a otros cuatro integrantes para formar el conjunto de música tropical más popular de Chile, Patricio Zúñiga, su verdadero nombre, nunca había pasado tanto tiempo sin trabajar. La última presentación con su banda fue el domingo 8 de marzo en un acto por el Día de la Mujer organizado por la Municipalidad de Calama. Después, la pausa y el confinamiento para un hombre de 75 años que por décadas ha encarnado precisamente lo opuesto: la fiesta, la noche, el jolgorio etílico, el gentío apretujado haciendo el trencito en parrandas universitarias, conteos de Año Nuevo o festivales veraniegos.
Un año más, ¿qué más da? No, el 2020 no es un año más: “Nunca había pasado un período tan largo sin cantar ni trabajar. Creo que hace muchos años, para el golpe militar, cuando estaba en La Sonora Palacios y también había toque de queda. Pero ahora no podemos hacer nada, estoy totalmente encerrado en la casa. Y con la edad que tengo además, no puedo salir por viejo”.
De hecho, sus décadas de experiencia lo han llevado a levantar un paralelo entre la era actual y los otros períodos más agrios en la historia reciente de Chile: los años 70 del oscurantismo cultural, cuando era parte de La Sonora Palacios; y los 80 de la crisis económica, las protestas y el toque de queda, justo en los días en que La Sonora de Tommy Rey despegaba. “Esta etapa actual yo creo que es mucho peor, porque estamos muy propensos a agarrar el virus, entonces tenemos que estar totalmente alejados. En ese tiempo había un toque de queda a cierta hora, pero en el día se podía andar por todos lados. Algo se podía hacer. Ahora no se puede. En cuarentena no se puede nada, porque es mundial. Es peor esto”.
Y eso que en aquellos momentos del siglo XX probablemente están sus capítulos más traumáticos como artista.
“Cuando yo estaba en La Sonora Palacios, los hermanos Palacios eran de ese lado, entonces ellos se ponían de acuerdo para que fuéramos a cooperar con los militares, a tocar en un regimiento con otros artistas también, que eran de izquierda, que eran contrarios a todo eso, pero igual tenían que ir porque en ese tiempo había mucho miedo. Ahí tocábamos no más y listo. Había que cooperar con ellos. No toda la gente es mala, pero las órdenes que recibían eran malas. Y trabajábamos en locales y teníamos que tocar hasta las once y media, y de ahí debíamos irnos apuraditos para la casa porque el toque de queda empezaba como a la una. Ahí lo pasamos muy mal también”.
“El año 82 formamos la Sonora de Tommy Rey y ahí íbamos a tocar al regimiento Buin. Nos atendían muy bien, tocábamos un ratito, muy amable todo. Nos servía para entretenernos. Pero no apoyando a la dictadura, sino porque teníamos que hacer algo. No podías negarte. A mí me llegaban a buscar a la casa. Bajaban unos militares, en un jeep, y andaban con la metralleta en la mano. Llegaban con casco y todo a buscarme. Los vecinos pensaban que me estaban llevando preso, pero no, me iban a buscar a veces para trasladarme”.
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La memoria siempre funciona en direcciones múltiples. Recuerdos sombríos sirven para cuantificar penurias actuales, mientras que los más luminosos aparecen para suavizarlas. Es lo que Tommy Rey desde marzo pone en práctica los viernes y los sábados por la noche, el instante de la semana en que antes estaba sobre un escenario cantando aquello de “yo a ti te comparo con una antena parabólica” o “ay qué dolor, se aleja el tren, llevándose mi amor y mi vida también”.
-Quizás nunca había pasado tantos sábados seguidos en su casa.
-Me aburro mucho cuando llega el fin de semana, que es cuando trabajábamos con la orquesta. Me aburro mucho más que en el resto de la semana. Pero he encontrado la entretención en el computador. Ahí bajo música que después paso a CD; música de las grandes orquestas americanas y de cantantes antiguos. Lo otro, grabo películas buenas que dan. Tengo un grabador de DVD, entonces las paso del aparato al DVD, les busco la carátula, las imprimo y tengo una colección de películas: antiguas, mexicanas, de Pedro Infante, Jorge Negrete. Tengo una carpeta en el computador donde también guardo fotos de la muerte de Kennedy o la Princesa Diana. En eso me entretengo, si no, me moriría de angustia si no hago nada.
Gracias a esa metodología informal pero efectiva –pasar álbumes o largometrajes a un soporte virgen–, el cantante cuenta que tiene una colección gigantesca de discos en su casa actual en Pudahuel, los que puede enumerar con erudición, exhibiendo un minucioso conocimiento en cueca chilena, folclor, nueva ola, figuras locales de los 60 y las big bands estadounidenses que dominaron el planeta antes del rock and roll.
También lo ve como un pinchazo de vitalidad, la manera de ejercitar sus capacidades mentales para cuando el mundo vuelva a ser el de antes.
-Se ve que no le acomoda esta pausa. Pero quizás puede rescatar algo positivo, a lo mejor sirve para después tomarse lapsos de descanso más extensos.
-No. Si llega a pasar esto y podemos volver a trabajar, es lo primero que vamos a hacer. Ya lo hemos conversado. Si hay una oportunidad de seguir trabajando como lo hacíamos hay que hacerlo no más; es nuestra vida, es nuestro trabajo y uno lo echa de menos. Si Dios quiere y pasa esta pandemia, hay que trabajar igual no más. Hasta que Dios diga hasta dónde vamos a llegar.
-¿Ha pensado en el retiro en este tiempo de más reflexión?
-No. A veces se cansa uno por los viajes largos y los dolorcitos. Eso cansa: las esperas en los aeropuertos y los viajes largos que nos tocan hacer. Pero tocar en el escenario ya es un alivio. El estar frente a la gente es otra cosa.
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Tommy Rey hoy lidia con una hipertensión diagnosticada en los años 90, lo que lo obliga a comer alimentos sin sal, y tres operaciones a la columna por una hernia en el nervio ciático, lo que lo ha llevado a depender de varios calmantes, sobre todo durante los viajes prolongados que exige cada gira. En 2012 dejó de tomarse el corto de whisky que habitualmente empinaba antes de cada presentación y hoy ya no bebe alcohol. También evita las bebidas heladas, para no dañarse la garganta.
Muchas mañanas ocupa sus horas libres en una caminadora que tiene en su residencia, donde vive con su segunda mujer, Gloria Sáez. De su primer matrimonio, el que duró dos décadas con Teresa Collado, tuvo tres hijos, mientras que Sáez también posee la misma cantidad de un enlace anterior. Eso sí, ambos tuvieron su último hijo juntos, Tommy Zúñiga Sáez, quien dejó la casa familiar hace dos años. “Ahora nos cuidamos solitos”, acota el intérprete.
Y aunque ni el retiro ni la muerte lo perturban, el mismo Covid-19 se llevó hace un tiempo a uno de sus cercanos. El pasado 23 de mayo murió por la enfermedad el trompetista Alejandro “Pocho” López, quien integró la sonora entre 1993 y 2015. El músico arrastraba una serie de dolencias agudas a la columna que precipitaron su retiro de la banda. Falleció a los 72 años en el Hospital Barros Luco.
Una pérdida dura, pero que el coronavirus se encargó de hacerla aún más dolorosa: por razones sanitarias, La Sonora de Tommy Rey no pudo cumplir con el rito de despedir entre música, canciones y trajes plateados a uno de sus miembros cuando fallece.
“Lo pasamos muy mal, ni siquiera pudimos ir al velorio o al funeral. Sólo hablé por teléfono con su hijo, ahí le dimos el pésame. Estuvo con nosotros como veinte años y salió de la orquesta porque ya estaba enfermo y estaba tocando muy mal. No tenía ánimo. Los otros trompetistas decían ‘pucha, se pierde la armonía cuando no toca bien un trompetista’. Lo recuerdo como una muy buena persona. Y es insoportable no poder despedir a un amigo”.
Es posible que las humitas, las camisas blancas y las chaquetas destellantes de la sonora sigan olvidadas en el clóset durante un largo tiempo. Tanto el cantante como sus compañeros asumen que por primera vez en toda su trayectoria no tendrán eventos de Fiestas Patrias e incluso ven difícil que se haga alguna celebración de Año Nuevo.
Pese a la adversidad, han decidido adoptar cierto humor negro. A mediados de este mes lanzaron un cover y un video que reversiona el hit Daniela, con una letra alusiva al Covid-19 ideada por Don Francisco. “El coronavirus nos dejó sin pega / el coronavirus infectó a Daniela”, canta Tommy Rey al inicio de la composición, para luego rematar: “Ten paciencia que ya va a pasar / Mi Daniela se va a mejorar / Yo en cuarentena la esperaré / A mi Daniela siempre la amaré”.
En ese mismo tono, el propio Patricio Zúñiga no para de declararse un tipo afortunado: “Yo tuve mucha suerte. Hubo un tiempo que me llamaban para hacer comerciales. Hice como tres y me pagaron muy bien. Con esa plata me compré una casa; después la vendí y me compré una parcela en Curacaví. Vendí la parcela y me compré la casa actual en el condominio Ciudad de Los Valles. He aprovechado bien la plata que he recibido. Soy un agradecido de Dios que me ha ayudado en ese sentido, no puedo quejarme. Ahora, hasta cuándo irá a durar esa suerte… no sé”.