El pasado 27 de mayo, una noticia marcó todo un hito en el mundo chileno de los libros. La editorial independiente Montacerdos anunció un inusual punto de venta de sus ejemplares. Nada menos que una botillería.
Sí, leyó bien. Una botillería.
En la botillería Entre dos ríos (Diagonal Oriente 1990, Providencia), junto con la promo de piscola, los hielos y las papas fritas, cualquiera pueda irse bajo el brazo con algún ejemplar de autores destacados, como Mariana Enríquez, Jazmina Barrera, Selva Almada o Álvaro Bisama.
Incluso, ofrecen una promoción. Quien compre dos libros de la casa editorial en la botillería recibirá un vino de regalo.
La idea, que parece casi sacada de un libro de ficción, tiene poco de eso y mucho de real. Es una de las maneras en que la casa editorial ha debido reinventarse para contrarrestar los efectos que la pandemia del coronavirus ha causado en la industria editorial chilena. Sobre todo a los sellos independientes.
Luis López-Aliaga, editor de Montacerdos explica a Culto cómo se fue fraguando la idea.
“Se gestó debido a los vínculos fraternales con Claudio Silva, gran lector y dueño de la botillería, y la necesidad de tener un punto donde nuestros lectores puedan proveerse de lo necesario para sobrevivir a estos tiempos oscuros”. Claudio es hermano de Juan Manuel Silva, uno de los fundadores de la editorial, junto a López-Aliaga y Diego Zúñiga.
“Lo imaginamos como una necesidad del momento, pero pensamos desarrollar y ampliar la alianza en el futuro, en un gesto que marque un camino de ampliación y diversificación de los espacios en torno al libro”, señala el autor de Mundo salvaje (Emecé, 2017).
Por supuesto, López-Aliaga no esconde que hay un dejo de decisión estratégica en esta coalición. “Reconocemos también una alianza histórica, esencial, entre literatura y alcohol, de la cual como equipo Montacerdos nos sentimos parte”.
Los fríos números
El 18 de marzo, día en que el Presidente Sebastián Piñera decretó el Estado de excepción constitucional de catástrofe, y luego, el miércoles 25, cuando se decretó cuarentena total en siete comunas de la Región Metropolitana por la pandemia del coronavirus, comenzó un período difícil para la industria del libro.
Debido a las medidas de aislamiento y distanciamiento social, las editoriales independientes comenzaron a resentir el cierre de las librerías y de los espacios donde los lectores se pudieran acercar a adquirir los volúmenes.
Esto, por supuesto comenzó a generar dificultades, y donde primero se nota es en lo económico. Si se revisan los porcentajes de bajas en las ventas, son llamativos. López-Aliaga señala que en comparación con este mismo período del año pasado, las ventas han caído un 20%. “Si lo comparamos con los cuatro meses anteriores, un 55%”, asegura.
Por su parte, Guido Arroyo, director de Alquimia Ediciones, señala que en el caso de su editorial, desde el inicio de la pandemia las ventas en las librerías fueron en descenso: 30% en marzo, 42% en abril, 60% en mayo. “Obviamente estamos preocupados porque históricamente, el eslabón más importante de la cadena del libro, han sido las librerías. Y ellas han sido las más afectadas por esta coyuntura”, explica el autor de Chacarillas: los elegidos de Pinochet (2020).
Desde Overol Ediciones, Daniela Escobar y Andrés Florit cuentan: “Comprensiblemente, la venta en librerías disminuyó bastante, aunque no hemos calculado en qué porcentaje. Nos preocupa más la sobrevivencia de las propias librerías. A su vez, hemos debido compensar la baja con otros canales de venta”.
Jorge Núñez, uno de los fundadores de Los Libros de la Mujer Rota sitúa esta cifra en un 80%, “algo grave considerando que sólo somos dos socios”, agrega.
Pablo Benavides, editor en Santiago-Ander Editorial indica: “Hoy está mejorando, pero en un principio un 80% al menos (tomando en cuenta que traíamos una buena racha)”.
Nicolás Leyton, de La Pollera Ediciones, señala: “Es difícil hablar de porcentajes, pero entiendo que está aproximadamente el 70% de las librerías cerradas, el resto funcionando a medias. Y la facturación por librerías representa entre el 50 y el 70 por ciento de nuestras ventas”.
No solo el cierre de las librerías tiene que ver en estas cifras. A principios de junio iba a realizarse la Lluvia de libros, la feria que desde el año pasado el GAM había empezado a instaurar para estas fechas. Esas instancias son cruciales para las editoriales independientes, pues es una de las instancias fuertes que tienen para ventas.
También los eventos autogestionados debieron cancelarse. Benavides cuenta que el segundo encuentro de literatura musical Letra Sónica, que iba a realizarse en mayo y donde eran parte de la organización fue algo que los golpeó. “Todo ello contribuyó a una considerable baja de ventas, que se ha ido superando este último tiempo”.
“La venta en línea llegó para quedarse”
Todos los martes y viernes, Joaquín Saavedra –también vocalista en la banda Paracaidistas- toma su bicicleta, y parte, cual Uber Eats, a efectuar entregas de libros que los lectores de Alquimia han comprado los días anteriores. Algo así como un delivery de libros. Desde el sector de Lira con Diagonal Paraguay, el joven se mueve en un anillo que abarca varias comunas: Santiago Centro, Providencia, Ñuñoa, Macul, La Reina, Las Condes, Vitacura, Independencia y Recoleta.
“Para el resto de las comunas y país usamos un servicio de currier externo, la verdad no hemos tenido ningún problema en materia logística -cuenta Arroyo-. Ha sido una gran experiencia, porque hemos podido salir del paso, sobre todo porque hemos conocido mucho más el perfil y gusto de nuestros lectores”.
Incluso, ha ocurrido que algunos libros más “antiguos” del catálogo de Alquimia han tenido una especie de revival. Títulos como Metales Pesados (1998, reeditado en 2017), de Yanko González; o SCL La nueva Extremadura (2018), una guía literaria; han aumentado su venta. Y por supuesto, los títulos ya clásicos de Nona Fernández (Space Invaders, Mapocho, Chilean Electric), las entrevistas de Lemebel, los ensayos de Banksy o la poesía de Elvira Hernández han seguido teniendo lectores fieles.
Pero las entregas en bicicleta es solo una de las opciones que Alquimia Ediciones ha desarrollado para enfrentar el nuevo escenario.
“Nuestra estrategia ha sido maximizar los canales de venta. Digitalización de todo el catálogo, venta directa vía Redes Sociales y renovamos nuestro sitio web con e-commerce activo. A mediados de mes ya estará online”, cuenta Arroyo. La venta directa, en el caso de la RM, tiene despacho gratuito. En regiones se calcula el costo de envío.
Además, realizaron la digitalización de los títulos de su editorial. “Ya tenemos cerca de 60 libros disponibles en Amazon, y estamos cerrando contrato con distribuidoras de libros digitales bajo el sistema streaming, como Scribd”, cuenta Arroyo. Incluso, añade, que varias librerías virtuales se han acercado para comprar varios de sus títulos.
Asimismo, Arroyo cuenta que repensaron sus redes sociales. En esto último están unos posteos en Instagram que titulan “También se encerró”, donde cuentan pequeñas historias de autoras y autores que desarrollaron obras en condiciones de enclaustramiento, para empatizar con la situación general. También, comenzaron a emitir videos de diversas personalidades –amigas de la editorial- recomendando su libro favorito de Alquimia.
Las medidas de Alquimia Ediciones responden ante la falta de librerías y ferias. Sin la posibilidad del contacto directo, la principal opción que quedó en la mesa fue lo digital, algo que todas las editoriales independientes han tomado, de una manera u otra.
Luis López-Aliaga destaca que en Montacerdos han debido afianzar la tienda virtual de la editorial. “Con un trabajo de redes que nos ha puesto en contacto directo con nuestra comunidad lectora. También hemos agilizado nuestro proceso de digitalización, el que teníamos algo postergado”.
Para López, lo digital es el elemento que les ha permitido sortear la tempestad. “Buscalibre, las librerías que venden online y nuestra propia tienda han sido el puntal de nuestra sobrevivencia. Aunque el verdadero soporte son nuestros lectores, que también han comprendido la necesidad de adaptarnos juntos a estas nuevas formas de relacionarnos”.
Incluso, Montacerdos ofrece 20% de descuento en su catálogo por venta directa en su tienda online y también adoptaron el modo de despacho en bibicleta.
En Overol Ediciones también potenciaron su tienda digital como principal medida. “Era un proyecto previo a la pandemia, que se potenció a raíz de estas circunstancias”, cuentan Daniela y Andrés. “Ha sido clave. Tanto las librerías con venta online, como el sitio de la distribuidora y nuestra propia tienda web, han sido los principales canales de venta a través de los cuales han podido seguir circulando nuestros libros. Además, es una vitrina para visibilizar nuestro catálogo completo”, agregan.
Los editores de Overol creen que lo digital “ha sido una oportunidad de acceso directo para un público que podría haber asistido a los eventos suspendidos en estos meses, por ejemplo lanzamientos de novedades o ferias. Luego esperamos que esto se complemente con el retorno de la gente a librerías, cuando ello sea posible”.
En Los Libros de la Mujer Rota no solo usaron lo online para vender y dar a conocer sus títulos a través de sus redes sociales, sino para crear otra forma de acercamiento a la comunidad lectora: el Club de Los Libros de la Mujer Rota.
“Durante enero y febrero, antes de que empezara la pandemia del Covid, planificamos lo que hoy es el Club, en donde quienes se suscriben tienen nuestra novedad mensual, participan en un taller de lectura virtual (en un principio sería presencial), y se les otorga un carnet en marcas amigas como ropa Club Particular, Petit Salón, cine Sala K, entre otros beneficios. El club ya tiene 93 integrantes, lo que nos ha permitido seguir publicando este año con tranquilidad”, cuenta Jorge Núñez.
Núñez destaca que de alguna manera, lo digital los ha mantenido a flote. “Nos ha servido la vente online. Hemos compartido toda la información de las librerías que tienen nuestros libros, de manera que nuestras lectoras sepan dónde pueden encontrar nuestro catálogo”.
En Santiago-Ander también han puesto énfasis en la venta online. “Sobre todo ahora que la mayoría de las librerías y otros puntos de venta ya se han adaptado a funcionar en línea y con envíos a domicilio. Tanto el público lector como los y las agentes del libro estamos en una nueva forma de relacionarnos. Esto se ve reflejado en una mejora en las ventas, pero aún está lejos de la realidad prepandemia”, asegura Pablo Benavides.
Además, el sello ha mantenido actividades en línea, como conversatorios con autores, y tuvieron la fortuna de que una de sus publicaciones, Latinoamérica es grande. La ruta internacional de Los Prisioneros, de Cristóbal González Lorca, apareció en el mes de abril como nominado a los Premios Pulsar 2020, en categoría Mejor publicación musical literaria, lo cual le dio bastante visibilidad.
Desde La Pollera Ediciones, Nicolás Leyton cuenta cómo han debido reenfocar todo su estructura en pos de lo digital, desarrollando estrategias en redes sociales. “Si bien nosotros teníamos nuestra página web funcionando, con sistema de Transbank y el despacho más o menos organizado, ha habido un incremento de ventas en línea, por lo que se ha complejizado un poco el asunto, al tener un mayor volumen de venta. Pero esto mismo nos ha permitido enfocarnos en desarrollar contenido digital para nuestras redes e implementar estrategias de marketing por ahí mismo: concursos, ofertas, etc.”
“Gracias a eso, hemos podido mantener el objetivo del año, que era llegar a más lectores, pero esta vez desde nuestras redes sociales. También tenemos todo nuestro catálogo en Ebook, lo que nos permitió dedicarnos a ‘ofrecer’ esos libros, más que a convertirlos”, añade.
Además, Leyton añade que decidieron mantener contacto estrecho con las librerías que se han mantenido abiertas, el eslabón clave de la cadena. “Buscamos hacer alianzas y ventas especiales que les permitan a ellos mover también nuestras novedades y, al mismo tiempo, generar las ventas que tanto están necesitando. Sobre todo porque son ellas las que más difícil la han tenido en este proceso de reinvención. En esa línea, hace algunas semanas, hicimos una presentación de nuestras novedades 2020 a libreros vía Zoom, actividad que fue bien agradecida por parte de los libreros”.
Si bien La Pollera Ediciones ha desplegado un intenso trabajo en digital, Nicolás Leyton reconoce que no es lo mismo que antes. “Sin duda la pérdida es mayor al no contar con librerías o ferias donde efectivamente el lector se enfrenta cara a cara con el libro”.
Para él, la clave en todo caso es saber adaptarse. “Creo que, aunque todos esperamos la reapertura de las librerías, la venta en línea llegó para quedarse en este y en varios otros rubros, así que todos los eslabones de la cadena del libro, vamos a tener que estar a la altura y saber actualizarnos”.
Postergaciones y pausas
Otra consecuencia que la pandemia trajo para las editoriales independientes, fue el hecho de que la mayoría ha tenido que trabajar con los libros que mantenía en sus catálogos. Nuevos lanzamientos han quedado postergados para una fecha incierta, aunque algunos, con porfía, han decidido seguir adelante publicando.
“Teníamos programado publicar durante este primer semestre cinco libros, pero los estamos reprogramando todos para el segundo semestre –cuenta Luis López-Aliaga-. Me refiero al volumen 2 de Irrupciones, de Mario Levrero, y a los Diarios de Lezama Lima, que de todos modos vamos a hacer circular pronto”.
Incluso, ya tienen pensado lanzar en agosto, “con las formas que permita el virus”, señala Luis López-Aliaga, una de las principales apuestas del sello para este año. Debimos ser felices, de la joven e inédita escritora uruguaya Rafaela Lahore. “Una novela íntima y conmovedora que releva el tema de los vínculos -en este caso el vínculo madre-hija-, tan necesarios en estos tiempos de incertidumbre”.
Un libro de Montacerdos que quedó sin lanzarse este semestre fue Romo, de Nancy Guzmán. “Un libro que consideramos de particular relevancia para los tiempos que vivimos. Desgraciadamente eso no ha podido ser, pero el libro se mantiene vivo, circulando a través de todos los espacios disponibles”, cuenta López-Aliaga.
En Alquimia Ediciones tenían un calendario ambicioso, pensaban lanzar diecinueve títulos nuevos durante 2020, y debieron postergar siete para el próximo año, con lo que en total serán doce. También las exportaciones a Argentina, espacio donde estaban teniendo muy buena llegada y ventas, se frenaron. Y la idea de expandirse a Perú y Colombia quedó en barbecho.
A esto, se suma que se cancelaron eventos donde se iban a realizar lanzamientos, como la reedición del clásico La memoria, modelo para armar, de Soledad Bianchi; Poeta en prosa, extractos de entrevistas a María Luisa Bombal; o Historia del Trap en Chile, de Ignacio Molina. Este último iba a ser con todo.
“Era un lanzamiento con una fiesta, con trappers confirmados, en un lugar para 250 personas”, cuenta Arroyo.
Sin embargo, Alquimia igual seguirá sacando novedades. “Aparecerá a fin de mes La Historia no era así, la nueva novela de Hugo Forno”, cuenta. “Y también el miércoles 24 de junio lanzaremos nuestra última novedad que apareció hace unos días: Poeta en Prosa, extractos de entrevistas a María Luisa Bombal. Será mediante un live entre Natacha Oyarzún, quien realizó la investigación y edición del libro y además trabaja en Alquimia, y nuestra querida amiga Nona Fernández, que es fan de Bombal”.
Desde Overol señalan que en rigor, nada quedó trunco. “Solo se ha aplazado la salida de algunos títulos, ya que ha sido necesario reorganizar el calendario en atención a la contingencia”, señala Daniela Escobar.
“Pudimos presentar mediante Instagram Live el libro ¿Qué nos ha dado con Kafka?, de Enrique Lihn. A pesar de que salió justo antes de la pandemia, dicha plataforma nos permitió generar una conversación junto a Andrea Lihn, la cual está disponible en nuestro perfil y mediante la transmisión recibió un buen número de visitas y posteriores visualizaciones. Luego vienen varios libros que posiblemente tengan también actividades similares de difusión: entre ellos, podemos mencionar Escala técnica, selección de crónicas de Francisco Mouat; un ensayo sobre escritura de mujeres en Chile a cargo de Andrea Kottow y Ana Traverso”, agrega Escobar.
En Los Libros de la Mujer Rota, más que lanzamientos, las que quedaron postergadas fueron actividades. “Quedaron pospuestas las visitas de cuatro escritoras y un escritor extranjero. Este 2020 cumplimos 5 años como editorial y la idea era realizar muchos eventos durante el año”, cuenta Jorge Núñez.
¿Y libros? Núñez cuenta que no se complicaron, y que durante este mes de junio tendrán su primer lanzamiento virtual. Se trata de ¿Qué te sucede, belleza?, de la escritora cubana Legna Rodríguez Iglesias. Nuevamente será Instagram el medio a utilizar y estarán presentes el escritor y editor de Overol Andrés Florit, y la escritora María José Navia.
Por su parte, en Santiago-Ander alcanzaron a publicar el libro de cuentos Grita que nadie te escucha, de Francisco García Mendoza, pero el lanzamiento no se pudo realizar. Además, según cuenta Pablo Benavides, “hay dos libros sobre música que no hemos podido publicar”.
En La Pollera Ediciones, si bien tuvieron que suspender un par de lanzamientos presenciales, rápidamente se adaptaron a la modalidad en línea, a través del En Vivo de Instagram. Sin embargo, Nicolás Leyton advierte que lo digital no reemplaza a la suspensión de ferias, tanto nacionales e internacionales, algo que los ha afectado de cara a los planes que tenían para 2020.
“La suspensión de ferias nacionales nos afectan en las ventas directas que se tienen ahí, así como perder ese canal cara a cara con nuestros lectores. De las internacionales, nos ha retrasado nuestro plan de entrada a otros mercados, ya estamos en Argentina, la idea de este año era comenzar a atacar Colombia y México, pero la falta de ferias y de encuentro con esos interlocutores han hecho que estos planes se retrasen y deban replantearse”, cuenta Leyton.
“Para Argentina estábamos trabajando la presentación de Solo, de Marcelo Vera, novela que llega estas semanas a librerías de Chile, pero que no hemos podido enviar a Argentina, lugar donde estábamos apostando con este libro. Mientras el tránsito de libros no se regularice, no vamos a poder venderlo allá (ni tampoco viajar a presentarlo allá, como lo hicimos en 2019 con JP Zooey)”.
Sin embargo, Leyton señala que la producción de libros de la editorial ha seguido relativamente igual. “No podemos depender de las vicisitudes de un mundo tan raro como este”.
La unión hace la fuerza
Otra idea que las editoriales han desarrollado para hacer frente al escenario de pandemia, fue la asociatividad. Arroyo cuenta que tuvieron reuniones internas entre varios sellos: Los Libros de la Mujer Rota, La Pollera Ediciones, Montacerdos, Overol y Alquimia para repensar qué hacer. “Así, se generó la idea de realizar alianzas para apoyarnos entre todos. La primera visible fue con Overol Ediciones”, señala.
“Fue gracias a la gentileza de ellos. En una noche de zoom-terapia-cerveza, nos propusieron hacer packs de títulos para venderlos en conjunto, pensando en que somos una editorial muy hermana en la composición de su catálogo. Rápidamente armamos una serie de packs en conjunto. Ellos tienen una hermosa web armada, ha andado muy bien esas ventas”, cuenta Arroyo.
Efectivamente, al inaugurar su tienda virtual, en Overol pensaron en realizar alianzas con sellos amigos. “Primero con Los Libros de la Mujer Rota, con quienes cumplimos cinco años de vida el mes pasado y aprovechamos de hacer actividades y packs conjuntos de libros –cuentan Daniela y Andrés- Luego con Alquimia continuamos esta idea colaborativa, ofreciendo lecturas complementarias de títulos de poesía, narrativa y ensayo”.
“Nos parece interesante que lectores de distintos catálogos se crucen, que haya mezcla y se lea la producción reciente de distintas editoriales autogestionadas. Y en atención al contexto, buscamos simplificar los canales de despacho, y ofrecer descuentos y lecturas especiales. Hemos tenido una muy buena respuesta con esta iniciativa, lo cual agradecemos mucho”, agregan Daniela Escobar y Andrés Florit.
En Los Libros de la Mujer Rota, la pandemia los sorprendió con la idea de realizar un evento que era muy importante para el sello, nada menos que su cumpleaños. Y más aún, la idea era hacerlo en conjunto con Overol Ediciones.
“Ambas editoriales cumplen años en mayo, y en enero de este año quisimos celebrarlo juntos. Íbamos a hacer una feria con editoriales amigas, con la participación de escritoras extranjeras”.
Pero la pandemia no fue impedimento y lo lograron, vía Instagram. “Tuvimos que hacerlo de manera virtual, y nos fue muy bien”, señala Jorge Núñez. Armaron packs entre ambos catálogos, charlas y lanzamientos. “Fue muy emocionante, porque a pesar de la adversidad, nos acompañó mucha gente”, cuenta Núñez.
¿Acogerse a la Ley de Protección del Empleo?
Una de las medidas que el gobierno tomó para enfrentar la pandemia fue la Ley de Protección del Empleo, que en términos simples permite la suspensión de contratos de trabajo entre la empresa y sus empleados, sin que se rompa el vínculo, claro que estos últimos reciben su remuneración a través del seguro de cesantía.
En el caso de estas editoriales autogestionadas, ninguna de las consultadas se han acogido a la mencionada ley. Básicamente, porque los equipos son tan pequeños que generalmente son las mismas personas quienes hacen las veces de empleados y jefes.
Incluso, en el caso de Montacerdos, el estallido social –primero- y la pandemia, después, los sorprendió en un proceso de ampliación del equipo, con la incorporación de tres personas (Kati Lincopil, Sol Abarca y Gerty Oyarce). “Lejos de convertirse en un problema ha significado la gran fortaleza para enfrentar los tiempos difíciles. Por lo tanto, nos resulta prioritario y fundamental mantener el equipo de trabajo”, señala Luis López-Aliaga.
En La Pollera también habían incluido gente. “Tres personas nuevas en el equipo con jornadas parciales. El compromiso con ellos fue mantener la editorial funcionando y eso los incluye a ellos también”, señala Nicolás Leyton.
Sin embargo, Leyton es crítico de esta iniciativa. “En la editorial somos los mismos socios los que trabajamos acá y, al ser socios contratados, no se pueden acoger a la ley de protección. Algo que entiendo le pasa a varios emprendedores que quedaron fuera por esa razón y que habla de lo mal pensada de la ley, considerando que es la forma de contratación a la que recurrimos varios de los que tenemos pymes (sobre todo en cultura), ya que si bien le damos pega a más gente, sobre todo nos damos pega a nosotros mismos”.
El futuro
Ha sido inevitable para las editoriales independientes ponerse a pensar en el futuro que les depara. Con lo incierto del panorama del país de aquí a fin de año, la incertidumbre parece ser lo primero que se les pasa por la mente, pero nadie piensa en tirar la toalla.
Luis López-Aliaga señala que en Montacerdos ven el panorama “difícil e incierto”. Pero tiene la convicción “de que el soporte de la comunidad de lectores que hemos ido formando en estos años nos permitirá seguir haciendo el trabajo que tanto nos gusta”.
Por su lado, Guido Arroyo señala que no piensan parar: “Desde julio, comenzaremos a publicar dos novedades por mes. Vamos a cerrar un año con trece novedades y una o dos reimpresiones. Va a ser más tranquilo de lo que esperábamos, pero nos negamos a parar. No podríamos soportar la pandemia sin hacer lo que más nos gusta: libros”.
Desde Overol Ediciones, al consultárseles sobre el futuro de su editorial señalan: “Con paciencia. Tenemos muchos libros por delante en los meses que vienen, pero no perdemos de vista que las circunstancias son inestables y obligan a estar preparados y abiertos a la reorganización del trabajo y la producción en cualquier momento. De todos modos, seguiremos trabajando para consolidar nuestros canales de venta online, ofrecer lecturas personalizadas y dar con iniciativas que puedan potenciar a futuro nuestra relación con librerías. Vamos día a día”.
Jorge Núñez es optimista. “Veo que nuestra editorial sobrevivirá a esta crisis gracias a sus lectoras y lectores, por el apoyo de nuestra distribuidora Big Sur y las librerías, y el vínculo estrecho que mantenemos con todos los agentes que componen el sistema del libro. Será un año complejo, nos ha obligado a reinventarnos y eso es positivo. Lo negativo se solucionará en instancias colectivas en las que, desde ya, nos comprometemos a fomentar y participar”.
Pablo Benavides, de Santiago-Ander Editorial, señala: “Durante los meses invernales, estamos en pausa en cuanto a libros nuevos, pero con actividades online promocionando nuestro catálogo, en especial los últimos títulos publicados a fines de diciembre y a principios de marzo. Estamos constantemente revaluando la situación. A fines de año esperamos poder publicar los libros de música y de narrativa, muy acordes con nuestra línea editorial y calidad de publicaciones”.
Nicolás Leyton destaca que para su editorial este es un año bien importante para la editorial, por lo que no piensan detenerse. “Cumplimos 10 años, ampliamos el equipo editorial e invertimos para poder dedicarle más tiempo a la empresa y así hacer crecer el catálogo en cantidad de títulos y líneas de publicación. Frente a eso es que no nos hemos detenido y seguimos trabajando de manera remota, pero sostenida”.
“Si las cosas salen como las estamos trabajando, deberíamos terminar el año con unos 10 libros más aproximadamente (hemos publicado 5 en lo que va del año), llegando así a 60 títulos. Profundizando en el trabajo que hemos hecho en rescate literario, narrativa latinoamericana y traducción, y fortaleciendo el camino incipiente que tenemos en no ficción, con libros sobre cine, a los que se sumarán algunos proyectos de divulgación académica. Así que, a pesar de la incertidumbre y los desafíos, espero que el año termine bien, confiado en el trabajo honesto y cuidado que hemos venido haciendo durante años”. agrega.