Todo es urgente al comienzo de Watchmen, el nuevo fenómeno televisivo de HBO. De entrada, un niño observa emocionado, en medio de un cine vacío, la película de un misterioso encapuchado de negro. Allí, el hombre persigue galopando a un sheriff de blanco inmaculado que pronto, descubrimos, es un ladrón de ganado.
De improviso somos expulsados de la historia: la proyección de la cinta es interrumpida violentamente por un estallido de violencia en las calles de Tulsa, la ciudad estadounidense donde se ubica el cine vacío. Son las imágenes del más grave acto de violencia racial en la historia de ese país, la desconocida "Masacre de Tulsa", recreada por la serie.
La Watchmen de Damon Lindelof pone en pantalla el imaginario del cómic de 1986, una ucronía que reinventaba los relatos de superhéroes con intensas reflexiones sobre hechos históricos como la Guerra Fría o la presidencia de Richard Nixon, trayendo a colación los violentos episodios de racismo que dejaron cientos de muertos en 1921.
Según cuenta a Culto el showrunner Damon Lindelof —co-creador de Lost y responsable de The leftovers—, descubrió la historia de la masacre de Tulsa hace apenas cuatro años. Fue uno de los hechos que lo llevaron a tomar la decisión de ambientar la historia de Watchmen fuera de Nueva York.
"Creo que había varias ideas diferentes que comenzaban a girar en mi cabeza. La primera fue: ¿cómo es que todas las historias de superhéroes y estas historias de género se ambientan en Nueva York, en una metrópoli o en Gotham City? ¿Qué pasa si hay un crimen en Wisconsin?", dice en una rueda de prensa a la que Culto tuvo acceso.
Luego sigue: "Hay cosas peligrosas pasando fuera de Nueva York y en todo el país. Entonces ese fue mi primer instinto. ¿Quiénes son los superhéroes que no se han mudado a Nueva York? Y entonces leí un ensayo de Ta-Nehisi Coates para The Atlantic, 'The Case For Reparations' ('El caso de las reparaciones'). Ese ensayo cambió completamente mi pensamiento y me educó sobre la historia de Estados Unidos de una manera que nunca antes había visto. Cosas que pensé que sabía, pero que realmente no sabía ni entendía en su contexto completo. En ese ensayo, mencionó a Black Wall Street y la masacre de Tulsa de 1921. En ese momento, no tenía idea de qué era eso".
El creador de la nueva Watchmen se obsesionó y buscó en Amazon y Google todo lo necesario para comprender qué sucedió realmente en el estallido social de Tulsa.
"Creo que a pesar de que fue en 1921, hace casi un siglo, la idea de una sociedad afroamericana próspera aquí en Estados Unidos, en Oklahoma, donde poseían sus propios negocios y prosperaban, que era altamente educada, había veteranos de la Primera Guerra Mundial, esa utopía existió en 1921 en la era de Jim Crow. Literalmente una generación eliminada de la emancipación. Todo fue completamente diezmado en 24 horas. El gobierno federal voló biplanos y lanzó bombas sobre esta ciudad y aún se desconoce el verdadero número de muertes", sugiere el guionista.
"Mientras más aprendía, más me avergonzaba de que no solo no supiera nada sobre lo que sucedió durante la masacre de Tulsa, sino que nunca antes había oído hablar de eso. Entonces, me preguntaba por qué no se había contado esta historia y si con todo mi poder e influencia como narrador, ¿puedo contar esta historia siendo un hombre blanco? ¿Es apropiado para mí contar esta historia?", dice.
Fue cuando le ofrecieron hacerse cargo de una nueva serie inspirada en el cómic Watchmen —que el guionista Alan Moore y el dibujante Dave Gibbons publicaron en 1986.
“Pensé que tal vez esa era una manera de contar esta historia. Tal vez esa era una manera de hacerlo dentro de una obra de entretenimiento de la cultura pop, pero una obra muy específica de entretenimiento de la cultura pop que hace preguntas difíciles sobre una idea provocativa, política y cultural, en términos de lo que es ser estadounidense”, explica Lindelof.
-¿Crees que las actuales tensiones raciales son algo que siempre estuvo presente y que acaba de ser legitimado, o es un fenómeno nuevo, de los últimos cuatro o cinco años?
-Siento que estoy increíblemente no calificado para contestar esa pregunta como hombre blanco, porque la parábola para mí no ha cambiado en el transcurso de los últimos 400 años, pero mi conciencia al respecto ha aumentado.
No obstante, Damon Lindelof tiene una idea para explicar el estallido de violencia racial estadounidense.
"No puedo hablar de lo que sucede en la mente de todas esas personas que explotan y actúan violentamente, pero en su mayor parte, aparte de las enfermedades mentales, siempre trato de ver la ira a través del prisma de algo. Un muy buen terapeuta una vez me dijo que la ira no es realmente una emoción real. Es miedo o tristeza disfrazada", dice el showrunner.
Luego sigue: "Ahora, la ira es real. No es una falsa emoción. Pero la verdadera raíz de esto es tal vez un cierto grado de soledad, soledad existencial, tristeza o dolor. Siento que no importa cuánta hostilidad salga de sus dedos mientras tuitean sobre cualquier cosa, puedo verlos por lo que realmente son, es decir, tienen miedo de que el mundo se haya movido más allá de ellos, o están solos porque no pueden encontrar su lugar en el mundo, o están tristes porque no pueden conectarse o han perdido a alguien cercano a ellos. Tal vez sea una evaluación generosa, pero creo que estamos todos juntos".
¿Quién vigila a los vigilantes?
Los disturbios raciales de Tulsa de 1921, donde la población blanca atacó a la comunidad afroamericana dejando muertos y heridos, es el punto de partida de Watchmen, con una envolvente banda sonora compuesta por el hombre tras Nine Inch Nails, Trent Reznor, junto a Atticus Ross, y un reparto de ensueño: Regina King (la detective Angela Abar y Sister Night), Don Johnson (el jefe Judd Crawford), Jeremy Irons (el extrañísimo Ozymandias) y Frances Fisher (Jane Crawford) dan vida a una historia que en el mismo primer capítulo salta a un 2019 distópico, donde las fuerzas de seguridad usan máscaras para ocultar sus identidades y que tras el ataque a un policía, el jefe Crawford pide represalias y permiso para utilizar las armas libremente y atrapar al atacante.
Allí Watchmen parece preguntarse —desde los afiches en las calles, desde los detalles de la serie— dónde está la línea entre el héroe y el vigilante. ¿Será un asunto de perspectiva? "Esa es una de las cosas que aprendí —la cultura afroamericana no es monolítica, enfatiza Damon Lindelof—, pero hay guionistas negros en Watchmen cuya posición oficial era que la policía ya había legitimado a los vigilantes, porque no siguen la ley y el hecho de que usen un uniforme y tengan una placa, legitima el comportamiento que es ilegal, como hemos visto".
El showrunner dice que tiene "fuertes sentimientos" sobre qué es correcto y qué no. "Sí estoy de acuerdo con alguien que quiere ser policía, en que ese es un trabajo muy peligroso y las decisiones que tomas afectan a las personas. Si tomo una mala decisión y escribo un episodio de televisión de mierda, la gente se enoja conmigo, eso es todo. Si eres policía y tomas una mala decisión, alguien podría terminar muerto. Por lo tanto, hay una enorme responsabilidad y la forma en que ese tipo de responsabilidad, presión y ansiedad afecta a las personas es enorme. Y sí creo que muchas personas que se convierten en oficiales de policía son increíblemente bien intencionadas, pero también creo que hay muchas que se hastían o se vuelven cínicas a medida que avanza el proceso".
"Esa es la razón —asegura— porque comenzamos la historia con un niño en 1921 mirando a una gran versión proyectada de un sujeto con una placa y ve una cara que se parece a la suya y dice: 'Confía en la ley. No habrá justicia de la mafia hoy. Confía en la ley'. Ahí es donde está comenzando, ese pequeño niño, y para el noveno capítulo termina en un lugar muy distinto".
Damon Lindelof, que en su historial figura como showrunner de Lost junto a J. J. Abrams, además de producir y escribir las películas Star Trek into darkness, Prometheus y Tomorrowland, y la serie de HBO The leftovers, revela a Culto su secreto como guionista y productor: "Siempre pienso las cosas en términos de historias y creo que con buenas historias, lo que recuerdas no es una trama, sino cuál fue tu reacción emocional ante la trama".
Luego cierra: “Cuando hacemos nuestro mejor trabajo, creamos una relación simbiótica entre la audiencia y los personajes, entonces los espectadores experimentan las emociones de los personajes. Los personajes no saben que están en un programa de televisión inventado; esas cosas son muy, muy reales para ellos. Cuando las personas comienzan a percibir al programa de televisión como real, que sucede en la realidad —si un personaje está triste, comienzan a sentirse tristes—, es cuando disparas con toda la artillería”.