"Se me reveló como un artista inteligente, terriblemente sensible, pero dolorosamente dañado por la vida", escribe la periodista mexicana Claudia de Icaza en alguna sección de El gran solitario (1994, Edamex), la biografía no autorizada de Luis Miguel.
Un libro que incluye entre las historias de intimidad familiar, un capítulo particularmente interesante donde se desmenuzan las influencias del intérprete de "Por debajo de la mesa". Allí Claudia de Icaza menciona el apego a la figura de Elvis Presley, desde los videos que ponía su padre, al tiempo que critica una carencia notoria: su falta de evolución en los últimos años.
A pesar de estar escrita mayormente en tono de panegírico, los comentarios sobre su vida personal no cayeron bien en el círculo íntimo del músico, quien acabó por demandar a la escritora ese mismo año.
Aunque la periodista ganó la demanda tres años más tarde —donde “El sol de México” acusó daño moral y pidió sacar todos los ejemplares de circulación—, varios pasajes de su libro fueron tomados por Luis Miguel: la serie de Netflix, aunque de forma menos cruda y edulcorada, de manera de contar con la “autorización” del intérprete.
24 años después, en la nueva reedición de El gran solitario (2018, Indicios), Claudia de Icaza mira por sus espejos retrovisores y explica que todo se trató de una estrategia de marketing del cantante.
“Su padre le enseñó que el hermetismo es la mejor forma de marketing. Luis Miguel jamás va a hacer algo para confirmar o desmentir algo. No lo hizo con la desaparición de su madre, menos lo hará con su salud”, contó a La Tercera en 2010, año en que nadie sabía el real estado de su salud y los medios, con escasas pistas, comenzaron a especular: “El misterio de la salud de Luis Miguel” (BBC Mundo) o “La salud de Luis Miguel, ese misterio” (El País), titularon algunos.
"No me sorprende que su salud haya decaído, ha sido parte de su rutina histórica", comentaba por entonces el compositor Marcos Lifshitz, quien regala una escena de la juventud del cantante hoy conocida por la serie de Netflix.
En los 80, el padre del músico, Luisito Rey, contactó a Lifshitz para que compusiera el próximo disco de Luis Miguel.
"Me citó en la casa familiar y también estaba la abuela. Era un hombre agresivo y me pedía con violencia que le mostrara la música que había hecho para su hijo. Iba y volvía del baño y cada vez salía más alterado. A Luis Miguel no lo vi nunca, porque el señor lo escondía", describe.
Una contradicción vital
24 años después de la primera edición de El gran solitario, Claudia de Icaza pone en perspectiva las decisiones del libro y su contenido.
"Si tuviera que definir las emociones y los sentimientos que experimenté en la época de la demanda, diría sin duda: impotencia, rebeldía y una gran decepción", anota.
La autora cuenta que, con el paso de los años, pensó en llamar al libro Luis Miguel solo para adultos, y que hubiese preferido no elaborar un texto "lleno de alabanzas", como el de 1994.
Por el contrario, masticando la rabia y el tormento de la demanda del músico, reclama que su actual reedición "corregida y aumentada" incluye los mismos episodios popularizados por la serie de Netflix: la tiranía del padre, la desaparición de la madre, su paternidad no reconocida.
Por eso, a propósito de la ficción que contó con la autorización del músico, de Icaza se pregunta: “Aquél para quien su vida privada era intocable en 1994 y ahora, la expone sin recelo. ¿Por qué tal contradicción?”.