Cualquiera mínimamente familiarizado con la pluma de Kevin Johansen (56) sabe que al argentino le gusta divertirse con las palabras en títulos de discos o canciones: Sur o no sur, City Zen, The Nada, Algo ritmos, Tú ve.
Incluso su último single, aparecido a fines de junio, es una pequeña subversión en el lenguaje. The Available 20′s se puede pronunciar en inglés (aludiendo a la palabra “disponible”), pero también se puede leer de modo literal en nuestro idioma como A-vailable, plasmando así el acento rítmico y enérgico de la composición, ideal para soltar el cuerpo.
Y para definir esta era de pandemia y encierro, el cantante también tiene su propio concepto: la llama “la democracia de la desgracia”.
”Se ha nivelado todo”, explica a modo de introducción, invitado ayer al programa Sesiones íntimas de Culto que se emite por La Tercera. Después sigue: “Somos todos iguales en esta. Estamos todos en el mismo barco, sin diferencias. El campo es el mismo. Como decía el tango: ‘todos en el mismo lodo y todos manoseados’, tal como se cantaba en Cambalache”.
Y en el caso de los músicos, ese lodo es lo más cercano a la parálisis, una suerte de paréntesis sin fecha de término que los ha obligado a cancelar giras, viajes, promociones, proyectos y grandes espectáculos. “Estamos combatiendo esta inmovilidad que te genera la cuarentena. La otra vez hablaba con un amigo acerca de trabajos esenciales y me decía ‘bueno, estoy escribiendo y eso es un trabajo esencial para mí’ (se ríe). El arte tiene algo de esencial para uno y este replanteamiento viene bien, te baja los decibeles de lo urgente, te pone en orden qué es lo verdaderamente urgente”, teoriza.
Usted es un hombre nómade desde la cuna. Nació en Alaska, vivió en Nueva York, sus discos siempre los graba en diversas partes del mundo. ¿Extraña ese ritmo o más bien “agradece” esta pausa?
Por supuesto (que extraño), hay un lugar donde nos gusta el movimiento, donde tiene que haber una mezcla de quietud y acción. En mi caso, como tengo una familia numerosa, una hija de cinco y de 12, he aminorado mucho las giras en los últimos años. Cuando uno tiene 20, 30 y hasta 40 quiere salir para todos lados, quieres sentir la adrenalina de conocer sitios nuevos. En mi caso me gustaría volver a Chile para comerme una carne mechada con marraqueta. Pero yo ya había optado por aminorar la marcha, estaba ambientado en bajar un cambio.
Con shows, sin gente
En contraparte, Johansen –como casi todo los músicos del planeta- ha dejado que ahora su música salga de gira por él y se difunda por todas las plataformas posibles. El sencillo The Available 20′s es además una suerte de arco que cruza cien años: desde los locos años 20 de la prosperidad económica y el fin de la Primera Guerra Mundial, hasta estos otros locos e inciertos años 20 del siglo XXI, los del Covid-19, los contagios, el confinamiento y la economía derrumbándose.
”Eso sí, la canción la hice antes de que pasara todo esto”, precisa ante una melodía que se agita a ritmo de swing y charlestón, los géneros que irrumpieron como la banda sonora más representativa de los lejanos años 20. “Esa década fue una locura orgiástica, todas las ciudades eran una fiesta. La primera revolución sexual estuvo ahí. Y le puse available porque me di cuenta que la década de 2020 que iniciamos está absolutamente abierta y disponible. Yo espero, si no se acaba el mundo antes, que exista mucha actividad artística y creativa. Sin dudas habrá un gran cambio de sistemas y paradigmas. Y me parece que este single reflejaba bastante bien todo eso”.
Al menos por hoy, el hombre de Desde que te perdí ha debido echar mano a los shows virtuales, como la seguidilla de presentaciones que hará desde el 28 de julio en el centro cultural La Tangente en Buenos Aires: serán con tickets y se emitirán vía streaming, mientras Johansen y su banda estarán solos tocando sobre un escenario.”Es un desafío, creo que vamos a hacer como los estadios de fútbol, que están poniendo cartones de gente en las sillas y en las butacas, y pondremos una voz en off que grite ‘ooooooooooooooh’ o que pida canciones”.
En estas mismas páginas, Babasónicos dijo que los shows virtuales eran “la gran mentira del rock and roll”, básicamente porque según ellos nada lo que se ve ahí refleja el verdadero espíritu de la música en vivo. ¿Lo comparte?
Sí, estoy de acuerdo en un punto. No sé si la experiencia es real porque uno, tal como los Babas que están acostumbrado al fervor y al calor del vivo, se siente vacío porque no tiene ese aliento en la cara de un recital de rock y de un recital en vivo. Pero mientras tanto, los shows virtuales son una forma de generar esta conexión y la gente lo agradece; en los pocos vivos que he hecho de modo virtual no me quedé con una sensación de vacío, me quede con una sensación buena de la gente que llegó a escuchar mis canciones. Uno tiene la necesidad y el ego de querer escuchar a la gente diciendo “¡te amo!” ahí en tu cara, pero bueno, ya vendrá.