Cuando vivía cerca de Colón con Hernando de Magallanes, todo el mundo sabía cuál era su casa: lo delataba una enorme antena. El antofagastino Luis Goyenechea Zegarra era un radioaficionado muy activo. También practicó boxeo y tenía un temperamento encendido, con una posición política muy definida. Pero lo que le dio fama fue lo que hizo bajo el nombre artístico de Lugoze.
Con 97 años cumplidos hace un mes, el martes 7 de julio murió en la residencia senior Hogares Alemanes este destacado caricaturista político.
Mauricio García, fundador del desaparecido Museo de la Historieta, lo conoció en 2011, cuando organizó una exposición por los 80 años de Topaze, donde Lugoze trabajó 20 años. “Él fue a la inauguración y después le hice una exposición individual. Lo visité en dos casas y después en el par de hogares en que vivió con su mujer. En el último tiempo empezó a tener problemas de salud. Pero antes de eso, su memoria era extraordinaria. Era bueno para conversar y contar historias, tenía todo tipo de anécdotas. No era muy alto, pero sí macizo, y había aprendido boxeo, en su juventud si había problemas se ponía a pelear. Me habló de Pepo, de cómo después de haber sido muy amigos estuvieron muy peleados por asuntos de faldas y envidias”, cuenta García.
De hecho, Lugoze fue discípulo de René Ríos, y heredó dos personajes suyos: Don Tarugo en revista Okey, y El Súper Roto en Pobre Diablo.
Cristián Maturana, coleccionista y cofundador de La Factoría del Cómic, destaca justamente que en el libro Botica de Turnio, Jorge Délano, Coke, dice que Luis Goyenechea “es un digno discípulo de Pepo”. Su capacidad como dibujante es ampliamente reconocida en este universo. “Es importantísimo Lugoze, para mí está dentro de los grandes caricaturistas que hubo en Chile. Para mí, está después de Coke y Pepo. Tuvo una enorme visibilidad en Chile y en el extranjero, en particular en España y Brasil”, agrega Maturana, en cuya colección hay originales hechos en medios brasileros y también para la revista Time de Nueva York.
Su socio de La Factoría del Cómic, Leopoldo Muñoz, lo complementa: “Su dibujo era bien pulcro y su trazo, certero. Él usaba el humor como un anzuelo para el lector. Lugoze tuvo una larga carrera y era el último dibujante de la época dorada de la caricatura política en Chile. Era anticomunista e hizo dibujos contra la candidatura de Salvador Allende. Pero no se quedó solo en un nicho, también trabajó en los años 40 en la revista Aladino que era infanto-educacional, y en revistas picarescas como Pobre Diablo”.
Lugoze ocupa un lugar fundamental en el Noveno Arte. Ganador del Premio Nacional de Periodismo, en mención Dibujo, en 1962, y del SIP-Mergenthaler de Estados Unidos, en 1961, su hijo Luis Goyenechea Saavedra, Goy, también se dedicó al humor gráfico. Trabajó en La Tercera, y falleció en 2013, a los 62 años, producto de un cáncer.
Un caricaturista fundamental del siglo XX
Mauricio García es enfático: “Lugoze es uno de los dibujantes más importantes de la segunda mitad del siglo pasado. Estuvo 45 años activo en la caricatura, desde fines de los años 40 hasta casi los años 90. Su participación de alrededor de 20 años en la revista Topaze fue muy importante, al igual que su personaje Perejil, que estuvo 15 años en El Mercurio con una tira diaria”.
Coincide Jorge Montealegre, autor del libro La Historia del Humor Gráfico en Chile, y agrega un matiz: “Su gran mérito fue en los años 60, y fue uno de los portadistas más relevantes de la revista Topaze. Era el último de los caricaturistas de esa generación de humoristas gráficos, y era muy trabajador, no solamente hizo caricatura política, sino que también estuvo en revistas picarescas como El Pingüino y en otras anteriores que editó él mismo”.
En su libro Caricatuyas (2004), se incluyen numerosos dibujos de personajes de la historia del cine, de la política y también deportistas.
A diferencia de lo que sucede con muchos de sus colegas, Lugoze se preocupó personalmente por proteger su legado para la posteridad. García fue clave en el proceso, pues gestionó la donación, el año pasado, de una veintena de caricaturas, varias portadas que hizo para Topaze y también pinturas al óleo de este artista, al Museo de Antofagasta. “Lamentablemente siguen en depósito en Santiago, por problema de instalación del museo”, aclara el investigador. También la sección de Láminas y Estampas de la Biblioteca Nacional compró una serie de piezas el año pasado. Igualmente, una quincena de originales que pertenecían al Museo de la Historieta y el grueso del archivo del propio autor, fueron adquiridas por el Museo Histórico Nacional.
“Eso es muy importante, porque es patrimonio gráfico. Yo mismo he visto cómo los dibujos se terminan yendo a la basura en los diarios, en cambio aquí se están conservando y es importante porque las caricaturas políticas de Lugoze, que son muchísimas, permiten hacer una interesante lectura de la época”, destaca Montealegre.
El investigador describe, además, al personaje más célebre del recién fallecido dibujante: Perejil. “Era un vago que odiaba que le ofrecieran trabajo y bañarse, no era un roto chileno, sino lumpen, le cargaba la política. Sin embargo, con la polarización de los años 60 y 70, Lugoze se abanderiza muchísimo con la extrema derecha e incluso politiza a Perejil, y deja el humor picaresco que lo caracterizaba”, dice.
Montealegre profundiza en este tema: “Lugoze tuvo un protagonismo muy grande durante la campaña del terror contra Salvador Allende. Envía, desde Estados Unidos, sus colaboraciones para la revista La palmada en la frente, que se regaló en miles de ejemplares, y después, ya en dictadura, trabaja en las revistas Sepa y Negro en el blanco”.
García lo complementa, contando que, tras vivir nueve años en Miami y Nueva York, Lugoze volvió a Chile en 1975 y “trabajó por hartos años en La Segunda y en revistas políticas de apoyo al gobierno de Pinochet durante los años 80”.
Montealegre destaca, eso sí, que era un hombre de una sola línea: “Yo a Lugoze lo conocí poquito, pero conversamos varias veces, a pesar de nuestras diferencias políticas, teníamos un trato amable, y yo lo respetaba porque cuando le pidieron hacer una caricatura pagada contra Pinochet él se negó”.