Alejandro “Mono” González, muralista: “Me siento mucho más seguro en Italia”

Mono González

El artista chileno, miembro fundador de la Brigada Ramona Parra, viajó a Francia a inicios de marzo para inaugurar una exposición. Días después el país entró en confinamiento y quedó varado en Burdeos. Ahora, desde Italia, cuenta cómo ha vivido estos meses y los trabajos que ha realizado.


El 13 de marzo pasado el muralista chileno Alejandro “Mono” González (73) inauguró una exposición en la galería Magnetic ArtLab de Burdeos, en Francia. Titulada Dignidad, la muestra tenía una serie de trabajos en serigrafía inspirados en los más recientes acontecimientos ocurridos en Chile, incluyendo protestas sociales, violencia policial y desigualdad. Cuatro días después, Francia entró en cuarentena, la galería cerró y el artista quedó varado en Europa.

“Desde antes de salir de Chile estábamos viendo que el viaje iba a salir complicado. Estuve a punto de no venir, pero desde hace un año que estaba preparando esta exposición, tenía todo organizado, así que partí a correr el riesgo”, cuenta Mono González desde Caserta, un pueblo ubicado a 40 kilómetros al norte de Nápoles, Italia, donde está instalado desde el jueves pasado en casa del muralista canario Tono Cruz.

Mural de Mono González
Mural realizado por Mono González y un grupo de estudiantes de una escuela básica en Francia.

Por estos días González tiene más de un proyecto en Italia que lo mantendrá ocupado durante julio y agosto. Junto a Tono Cruz acaban de terminar un mural en una zona rural de Caserta. Luego, realizará una residencia artística de grabado, patrocinada por la Universidad de Nápoles, en el pueblo San Potito Sannitico (Caserta). Tras esa actividad, junto a Cruz, pintarán dos murales colectivos en la escuela básica del pueblo y posteriormente se trasladarán hasta Nápoles para ejecutar dos murales en el barrio Rione Sanità.

Pero antes de estos trabajos, uno de los fundadores de la Brigada Ramona Parra tenía varios proyectos que producto de la pandemia quedaron truncados, entre ellos trabajos en Guinea Ecuatorial, Lisboa, Toronto y un mural de Violeta Parra en Madrid. “Esto es lo que más a uno lo frustra”, dice sobre esas cancelaciones. Por eso es que estos nuevos proyectos en Italia han sido un alivio en medio de la incertidumbre. “Me siento mucho más seguro acá en Italia, más tranquilo, porque además estamos en una zona de campo y en Chile, en mi taller en San Bernardo, ya hay dos vecinos muertos en una casa, entonces con la edad que yo tengo me habría contagiado rápidamente y hasta quí llega mi historia”, añade.

Atrapado en Francia

Desde que salió de Chile, Mono González sospechaba que sería un viaje complicado. Camino a Francia sintió cómo la preocupación por el virus estaba latente. En la escala que hizo en Madrid notó que todos usaban mascarillas y que el avión iba asiento por medio vacío. Cuando llegó, apenas alcanzó a inaugurar su muestra cuando Francia entró en cuarentena por 55 días.

Después de que se levantó la cuarentena, Mono González trabajó en tres murales en Francia. El primero lo pintó frente a la galería donde había inaugurado su exposición. Luego se internó en una casa de acogida a trabajar con inmigrantes de distintas partes del mundo que ahí vivían. Y por último, realizó un mural con los niños de una escuela básica, trabajo que organizó de acuerdo a las nuevas medidas de distanciamiento que el virus ha obligado a implementar.

“De lunes a martes iba la mitad del curso, el miércoles no había clases, y jueves y viernes iba la otra mitad del curso. Entonces yo organicé que los de lunes a martes pintaran los pájaros y los del jueves y viernes pintaran las plantas, y los dibujé distanciados, cada niño tenía su pájaro y su planta. O sea hasta en la forma de trabajar nos estamos organizando”, explica.

El confinamiento y estar lejos de casa, también ha significado preocupación en el día a día de Mono González. “Me desespera estar desocupado y que se me vaya el tiempo. Mientras más viejo es peor”, dice el muralista, que se autoimpuso una rutina de trabajo. Mientras en Chile es medianoche, en Italia comienza a amanecer, por lo que se conecta a primera hora del día para recibir noticias. Después vuelve a dormir y a las 10 de la mañana ya comienza a funcionar.

En medio del confinamiento el muralista estuvo trabajando en láminas con figuras para pintar. Las digitalizó y compartió a través de sus redes sociales, sin embargo el plan a futuro es realizar un cuaderno para colorear para niños. “Ese libro tiene que ir sí o sí, voy a ver cómo lo puedo publicar, lo tengo que proponer a una fundación para que lo financie y pueda repartirlo en forma gratuita”, cuenta González.

Para su regreso a Chile, que espera concretar entre septiembre y octubre, Mono González ya tiene un proyecto cerrado, junto a la Fundación ProCultura, para pintar un mural por cada región de Chile.

¿Qué ha sido lo más complicado de adaptarse estando allá?

Sentir que uno puede estar molestando, porque al final uno está acá de allegado no más. Estoy como volviendo a la época de juventud, de andar de casa en casa, eso es lo que más me preocupa. No me incomoda, pero siento que no debo molestar. Trato de pasar desapercibido, porque es la única forma que uno tiene para poder sobrevivir en esta historia.

¿Desde allá qué visión hay de lo que está pasando en Chile?

Muy mala. Incluso alguien dice que Chile por primera vez es campeón mundial en lo sanitario, en lo malo, no en lo positivo, Es súper importante una cosa: tratar a través de la cultura y el arte de levantar la autoestima de nuestra gente. Creo que nosotros los artistas podemos cooperar y ayudar en esas cosas. Ser sinceros con nosotros mismos y con los demás, y sobre todo ser generosos porque así como uno puede dar también va a recibir. Chile va a necesitar una terapia muy grande. Necesitamos una terapia de la dictadura y ahora estamos necesitando una terapia sanitaria, una terapia de la autoestima.

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