La pluma chilena que mueve el streaming global

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La Jauría se estrenó en Amazon Prime Video este viernes. Foto: Amazon

Títulos como La jauría, Prófugos, Nadie sabe que estoy aquí y la serie sobre Colonia Dignidad que HBO dará en Europa comparten un nombre en la escritura: Enrique Videla. Estudioso y reservado, es uno de los guionistas chilenos más requeridos del momento y hoy el medio anticipa su salto internacional.


La productora Leonora González registra dos décadas de experiencia en el mundo audiovisual y al menos 15 años haciendo series. Con la compañía que tiene junto a Sergio Gándara, Parox, han sido testigos de los cambios en la industria, realizando títulos como Los archivos del cardenal y El reemplazante, y siendo parte clave del momento actual, en que las plataformas de streaming estrechan cada vez más sus lazos con las firmas locales.

“Para nosotros como productores es súper importante tener en Chile un talento que uno pueda vender y ofrecer”, señala González. “Así como los actores y los directores, los guionistas son fundamentales”.

Con Enrique Videla (37) han colaborado en la escritura de guiones de un puñado de series, desde Gen Mishima (2008) hasta nuevos proyectos que están en desarrollo. De hecho, hoy lo tienen como jefe de guión de uno de ellos. “Cada vez que lo recomendamos nuestros socios y amigos de otros países quedan súper admirados. Enrique ha logrado crecer e instalarse como un top en Latinoamérica”, añade Gándara.

-¿Es el top de Chile?

Gándara: Sin duda.

González: Tiene más currículum en series que cualquiera.

La llamada Santísima Trinidad de HBO la componen The wire, Los Soprano y Six feet under. Títulos que cambiaron para siempre la TV, dándole prestigio y calidad sobresaliente cuando la alguna vez vilipendiada pantalla chica era vista como el hermano chico del cine.

A mediados de los 2000 esas historias sacudieron a Vladimir Rivera y Enrique Videla, por entonces estudiantes de la escuela de Cine de la Universidad Arcis. “Esas series fueron nuestra escuela de verdad. Todo lo que aprendí, e imagino que Enrique también, viene desde ahí”, comenta Rivera.

Ambos oriundos de región –él de Parral y Videla de Los Ángeles–, en esos años también leían a Paul Auster y Michel Houellebecq, devoraban cómics y novelas gráficas como The Sandman y animés como Akira. Mantenían desde ese tiempo una predilección por el “género”, el rótulo para agrupar los relatos de ciencia ficción, terror, thriller y sus derivados.

El guionista Julio Rojas, actual director de contenidos del área de TV de Fábula, fue profesor de esa escuela. “Con Enrique nos quedábamos conversando horas sobre películas y sus trabajos eran sobresalientes. Recuerdo que la primera vez que leí un guión que me entregó para un trabajo que pedí en una clase, sobre un psicópata que jugaba ajedrez, me pasé varias estaciones de metro”, cuenta.

Si bien Rivera expone que “en la universidad en general el enfoque estaba en Tarkovsky o Bergman”, como estudiantes lograron desde ese lugar dar forma a una de las primeras producciones audiovisuales de ciencia ficción nacidas en el país.

Entre un grupo de 15 a 20 alumnos se originó la idea de hacer una película que mezclara una historia independiente estadounidense, un relato de tipo más callejero y una trama de ciencia ficción. Desarrollada durante años en un mismo curso, Gen Mishima llegó a las manos de la productora Parox, que por entonces daba sus primeros pasos en las series.

“Nosotros nos entusiasmamos un montón, nos pareció súper novedosa”, afirma Leonora González, quien junto a Sergio Gándara leyó la propuesta y les ofrecieron transformarla en serie. Luego postularon al fondo CNTV y se adjudicaron el monto para realizarla.

“Fue una excepción porque en general no ganan proyectos de género. Tampoco en la televisión chilena se hacen proyectos de género. En ese momento estaba Vicente Sabatini como director de programación de TVN y se entusiasmó mucho”, agrega la productora. “No es que no existieran en el imaginario cosas así. Lo que pasa es que no existían en el imaginario chileno”, advierte Gándara.

Compartiendo departamento además de gustos en películas y lecturas, Videla y Rivera escribieron los ocho capítulos de Gen Mishima, una historia distópica que mezcló experimentos con humanos junto a anarquistas, compañías farmacéuticas y revuelta social. Aunque la ficción no cumplió las expectativas del canal –que la emitió los domingos a las 23.15–, para los guionistas fue el nacimiento de una colaboración profesional que luego desembocó en series como Volver a mí (Canal 13) y Zamudio, perdidos en la noche (TVN).

“Nos complementamos súper bien porque aportamos miradas distintas”, define Rivera, hoy también autor de novelas. “A Enrique lo encuentro un genio. Yo creo que es el guionista más brillante que hay en Chile”.

Además de convertirse en una serie de culto, Gen Mishima se emitió por Telemundo y su formato fue licenciado por NBC. Sin sus escritores originales implicados directamente, Parox desarrolló los guiones de la versión estadounidense con Ken Sanzel como showrunner. No llegaron a grabar un piloto, pero aun así marcó un hito para la época. “Si la adaptación hubiese pasado a una etapa posterior, claro que podrían haber participado (Videla y Rivera)”, sostiene Gándara.

Una década atrás, Enrique Videla tuvo su primer coqueteo con la arena internacional.

Un día de marzo de 2019, en un café de Providencia, Videla se entretiene hablando sobre sus series favoritas. “Las veo frecuentemente, obsesivamente, las vuelvo a ver”, dice. “Soy de naturaleza obsesiva, como cuando uno es chico y empieza a revisar el celular por dentro, un poco como eso”.

También de su fascinación por el género, que canalizó primero a través de Gen Mishima y actualmente tiene una aceptación mucho mayor que hace diez años. La realización de La jauría, cruce de policial y elementos de terror psicológico y hasta cyberpunk, es quizás la mayor muestra de aquello. Y la cristalización de un triunfo personal, porque estuvo presente desde el inicio del proceso y se ganó el crédito de “idea original” junto al cineasta Sergio Castro.

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La cinta Nadie sabe que estoy aquí, con Jorge García y Millaray Lobos. Foto: Netflix

No puede hablar mucho ni de la serie de Fábula y Fremantle, que en ese momento filma su primera temporada en Santiago (y un año después adquiriría Amazon), ni tampoco de Matar a Will Willys, el nombre provisorio de Nadie sabe que estoy aquí, la película chilena estrenada recientemente en Netflix, dirigida por Gaspar Antillo. Sus dos primeros trabajos para el streaming. Pero el guionista más cotizado de Chile sí puede profundizar en cómo opera creativamente.

“Primera etapa, empaparse del proyecto. Lo más difícil a la hora de escribir una serie nueva es encontrar el tono. Al principio uno tiene que empaparse, ver películas, leer libros, ver referentes, si está basado en hechos reales, adquirir la mayor cantidad de información posible sobre eso. En algún punto va a empezar a cuajar el tono y el estilo”, explica sobre la previa a la fase puramente colaborativa.

Sus palabras vienen respaldadas por la experiencia de más de una década haciendo títulos como Pulseras rojas, la segunda temporada de Los archivos del cardenal, Volver a mí, Berko, el arte de callar y Prófugos, que se sumó esta semana a la plataforma HBO Max en EE.UU. También lanzó en 2012 Martín Warp, un cómic de ciencia ficción realizado con Abel Elizondo.

“En Gen Mishima hicimos un híbrido de cómic británico con animé, queríamos hacer una serie que la pudieran ver en Chile, pero que también tuviera atractivo para el extranjero. Ahora que lo veo con la distancia, creo que nos adelantamos mucho. Qué ganas de haber tenido en ese momento una plataforma como las que tenemos ahora”, analiza Videla desde el confinamiento.

También se detiene en El reemplazante, la ficción de TVN que tuvo dos temporadas entre 2012 y 2014, y escribió junto a colegas como Pablo Paredes. “Como autor, como guionista, me abrió otro mundo, yo no había podido trabajar con ese nivel de hiperrealismo. Mi mamá era profesora en ese momento de un colegio público. El reemplazante me sirvió para conectarme con todo eso, que tenía que ver con mi pasado, con experiencias que uno tiene en la adolescencia”, revela.

Esa producción es parte del catálogo del streaming (Netflix), al igual que sus últimas dos incursiones. “Tanto la película que hicimos con Gaspar (Antillo) y con la Jose (Fernández), como con La jauría, nuevamente para mí fue abrirme a otro mundo. Ni Nadie sabe que estoy aquí ni La jauría son cien por ciento realistas. Ambas tienen un elemento de ensoñación. Una es una ensoñación casi como de Miyazaki, que es la que representa el Gaspar en la historia de Memo, y otra ya es la pesadilla, porque ves que la serie tiene casi elementos de horror gótico”, describe el guionista.

“Particularmente en La jauría había una responsabilidad. Mientras más profundizábamos en los temas, más sentíamos la responsabilidad de tocarlos adecuadamente”, apunta sobre la ficción que aborda la violencia de género, liderada por la cineasta argentina Lucía Puenzo y con Marialy Rivas entre el grupo de realizadores. “Encuentro vergonzoso que haya tenido que pasar tanto tiempo para que uno pudiera trabajar con directoras. Es básico. Trabajar con guionistas y directoras una temática feminista, no es para ninguna medalla, es obvio, siempre tendría que haber sido así”, asegura Videla.

“Enrique estableció el tono de lo que la serie es hoy. Luego, tuvo la flexibilidad y la inteligencia de ir adaptándose a los cambios que la historia tuvo, a la mirada del equipo que se fue incorporando, a la visión de la directora. Una serie es un trabajo colectivo donde intervienen muchas manos. Enrique entiende y respeta esa dinámica perfectamente”, indica Ángela Poblete, directora ejecutiva del área de TV de Fábula y productora ejecutiva de La jauría.

“Es de esas personas que cultivan un bajo perfil pero brillan por su talento. Nunca hace alarde, nunca lo vas a ver imponiendo su opinión. Es receptivo con las ideas de los demás, trabaja en equipo con quien le pidas y siempre tiene disposición. Es un agrado trabajar con él”, añade.

De los cineastas locales, Juan Ignacio Sabatini es uno de los que ha generado vínculos más estrechos con Videla. Lo conoció mientras era asistente de dirección de Gen Mishima y hoy no duda: si tiene un nuevo proyecto será el primero al que contactará.

“Me parece extraordinario su manejo sobre los diferentes géneros, es un tipo que sabe mucho de estructura y tiene una sensibilidad muy particular. Desde su forma de ser, que parece en un principio un tipo medio tímido, es extremadamente sensible. Conecta muy bien sobre todo con personajes que transitan los bajos fondos, con las miserias humanas. Eso me parece muy valioso”, opina Sabatini ante sus múltiples colaboraciones con el guionista, siendo la serie La cacería: Las niñas de Alto Hospicio (Mega) y la película Matar a Pinochet las más recientes en llegar a producirse.

Uno de sus primeros títulos juntos fue Zamudio, perdidos en la noche, que adaptó en cuatro episodios el libro de Rodrigo Fluxá sobre el asesinato de Daniel Zamudio y sus victimarios. La miniserie de TVN fue escrita a seis manos entre Videla, Vladimir Rivera y Paula del Fierro, quien posteriormente se convertiría en su dupla más permanente en distintos proyectos.

“Yo creo que el gran tema de Gen Mishima y Zamudio, para nosotros, es el ser huérfano. A Enrique se le murió el papá cuando él era muy joven, a mí también. Empezamos a entender a los personajes también desde esa orfandad, desde esa marginalidad de alguna forma”, expresa Rivera, su compañero creativo de la serie estrenada en 2008.

Antes de llegar con historias al streaming, hubo una época en que varias ideas terminaron guardadas y nunca se realizaron. Una era donde los canales nacionales aún invertían con fuerza en ficción. Paula del Fierro, actual socia de Enrique Videla en QuinotoLab, es de las personas que mejor lo conoce, al compartir varios de esos sinsabores.

“Nos conocimos hace casi 20 años y el medio audiovisual era bien distinto en esa época. Con Enrique trabajamos en muchos proyectos que fueron quedando en cajones, o sea que no llegaron a producción por muchas razones. Aunque nunca vieron la luz, así nos fuimos conociendo como guionistas y aprendiendo de los gustos y estilos del otro”, recuerda Del Fierro, con quien ha escrito últimamente La jauría y Dignidad, la serie inspirada en Colonia Dignidad que se verá por HBO en parte de Europa y por Mega en Chile.

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Dignidad se inspira en Paul Schäfer y el enclave alemán. Foto: Invercine&Wood

“Las frustraciones son parte del oficio”, puntualiza la guionista. “Tenemos distintos referentes, historias de vida y miradas. Pero ambos trabajamos al servicio de las historias, tratamos de no perder el foco de lo relevante y nos paramos como autores ante la creación de una manera similar. Queremos a nuestros personajes y nos importan los temas que tratamos”.

Juntos impulsan el proyecto Poemas malditos, serie de época que dirigiría Juan Ignacio Sabatini y hoy busca fondos. “Está basada en la lira popular chilena, estas historias de crónica roja que se vendían en las plazas, que se colgaban de cordeles. Cuando las empiezas a ver, lees que son los relatos de las personas que no estaban representadas en la historia oficial. Un espectro de personajes muy diverso que no está representado en otras formas de ficción”, detalla Videla.

Él también está implicado en otros títulos de apetito global: participa en el desarrollo de la nueva producción que preparan Fábula con Fremantle, la serie de acción femenina Talitha Kum, coescrita con Manuela Infante y dirigida por Marialy Rivas. Y en dupla junto a Paula del Fierro es parte del desarrollo de una serie de Parox con Giuliano Cedroni, showrunner de la brasileña Coisa mais linda (Netflix).

Fuera de ese trabajo colaborativo, el guionista alista su primera novela: Reyes bajo la tierra, una trama en donde trae la Recta Provincia a la actualidad con adolescentes anarquistas como protagonistas. “Es una historia de aprendizaje pero también es una historia de brujería. Es como Stephen King con Greta Gerwig quizás, ese es el tono”, especifica.

Múltiples ideas que se conducen por un principio: “La ficción quizás no va a mejorar la realidad, pero sí puede empeorarla”, dice Videla, a quien varios le ven futuro fuera del país.

“Recién en los últimos años la gente está viendo series y ahora también quiere ver contenido latinoamericano. Pero si las series hubiesen sido populares en Latinoamérica desde siempre como las teleseries, Enrique hace rato estaría instalado afuera”, plantea Vladimir Rivera.

Similar es la mirada de Juan Ignacio Sabatini: “Yo creo que a Enrique le queda poco acá. Esa es la sensación que tengo. Ya casi no existen fronteras y alguien con ese nivel de talento está súper preparado para dar el salto hacia afuera, ya escribe para Amazon, para HBO, está en las grandes ligas”.

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