Los Prisioneros, la banda chilena conformada por Jorge González, Miguel Tapia y Claudio Narea; ya se había reunido en 2001 tras 10 años de separación, con un show en grande que tuvo lugar en el Estadio Nacional.

Este reencuentro que llenó dos veces el recinto deportivo, y significó la reanudación de la producción musical, también le valió a los sanmiguelinos una invitación como artista  en el Festival de Viña del Mar. Pero esta participación estuvo sujeta a ciertas estipulaciones específicas por parte de Canal 13, canal a cargo del evento ese período.

Anteriormente, González dio declaraciones en Perú en las que aseguró que le da "vergüenza ser chileno". Frases como esta, eran solo un ejemplo de tantas que podrían causar molestia entre los organizadores y espectadores del festival.

La solución que aplicó Cristián San Miguel -el director de la transmisión- para evitar problemas, fue que ellos firmaran un contrato en el que se comprometían a no deslenguarse con frases polémicas.

Era la edición 44 del magno evento viñamarino, y Los Prisioneros fueron asignados para cerrar la jornada chilena conformada por los shows de Joe Vasconcellos y la humorista Natalia Cuevas.

Finalizada la competencia internacional, llegó el turno de los hombres de "El baile de los que sobran", el espectáculo cierre de la noche.

En estricto rigor, Jorge González cumplió con el contrato, pues no dijo frases problemáticas. Sin embargo, encontró la forma de salirse con la suya, y el primer golpe fue con "Sexo".

"El curita hablando del amor de Jesús, pero cuando torturan y matan se queda callado. Esos que mataron eran comunistas anticristianos. Esos a quienes torturaron tenían vacías de armas las manos", esta fue la nueva letra de la canción lanzada en 1984.

Pero no fue la única. Por medio de varias de sus canciones, González cantó todo lo que quiso decir criticando a la iglesia -y por ende, al canal a cargo del festival- a Estados Unidos, la educación, y la relación con la Araucanía y los países vecinos.

Incluso contaron una extraña historia que vinculaba la violencia con policías y la prensa, dando a entender al público que hubo quienes intentaron evitar la realización de su show.

Los momentos tensos continuaron, aún cuando manifestaron explícitamente que estaban esperando la famosa gaviota: "Qué antorcha. Gaviota. Cuando venía KC, Hues Corporation, Albert Hammond. Les daban gaviota, qué menos que una gaviota ¿o no? En todo caso lo que nos interesa es llevarnos nuestro merecido premio limón ¿Quieren que diga algo polémico? ¿Quieren que diga algo polémico? ¿Quieren que diga algo polémico? Ahora: Algo polémico".

La última canción que Los Prisioneros cantaron esa noche fue "La voz de los 80", dedicada a "toda la gente que nos ha seguido, a toda la gente que no se traga las cosas que les tratan de meter en la cabeza".

Con un total profesionalismo, finalmente Antonio Vodanovic hizo entrega de la Antorcha de Plata y Oro, y de la Gaviota de Plata.

Posteriormente, en entrevista con Radio Cooperativa, Cristián San Miguel dijo que la banda no cumplió con lo pactado previo al show: “Estábamos preparados, pero no para que en la primera canción nos insultara a nosotros mismos. Son muy especiales, pero ellos son responsables de las cosas que ellos dicen. Lamentablemente usan un show tan hermoso y tan bueno para su discurso: pero, uno esté o no de acuerdo, musicalmente son buenos”.