Un marino toma en sus brazos a una enfermera y la besa en un difuso Times Square. La Segunda Guerra llegó a su fin tras el anuncio de la rendición de Japón, y Estados Unidos celebra.
Los protagonistas -George Mendonsa y Greta Zimmer- no se conocían y tampoco llegaron a conocerse en profundidad. Aquella fotografía que dio la vuelta al mundo luego que Alfred Eisenstaedt la capturara con su cámara y fuera portada de la revista Life, es el resultado de la euforia del momento.
El libro The Kissing Sailor: the mystery behind the photo that ended the World War II, publicado en 2012 por Lawrence Verria relata los detalles que llevaron al mundialmente famoso beso y las vidas de sus protagonistas.
Era agosto de 1945, el 14 de agosto para ser más precisos. George Mendonsa tenía 22 años y era miembro de la Marina. Ese día Mendonsa gozaba de unos días libres de sus funciones en la costa del Pacífico, y decidió aprovechar una de esas tardes para salir con una chica que había conocido hace algún tiempo.
“Recién había vuelto de Filipinas”, relata George en el libro. “Mi barco había enfrentado mucha acción. Nos enviaron de vuelta a los Estados Unidos hasta que la Armada adquiriera suficiente fuerza”.
La mujer era Rita Petry, de 20 años, pariente del cuñado de George, a quien conoció en un asado familiar un par de semanas antes. “Ella era hermosa. Creo que me enamoré de ella la primera vez que la vi”, dijo Mendonsa.
La mañana del 14 de agosto, George y Rita tomaron juntos el tren hacia Manhattan. George detalla que había planchado su uniforme especialmente para la ocasión y que estaba muy nervioso. El destino era el Radio City Music Hall para ver A Bell for Adano a las 13.05 horas.
La pareja no vio el final de la película. “Desde la calle comenzaron a golpear las puertas del teatro. Prendieron las luces y pararon la proyección. ‘La guerra terminó, Japón se rindió‘”, recordó George para el libro de Verria.
Los recuerdos de Rita y Greta
Rita Petry tiene muy buenos recuerdos de las expectativas que tenía para aquel encuentro. Era un día de verano, verían una función matinée en el Radio City y luego irían por unos tragos. “Realmente él me gustó, pero no pensé que sería mi futuro esposo”, dijo Rita en conversación con The New York Post. “Supongo que pensé que se veía bien o algo”.
Hasta 2012 -cuando fue publicado el reportaje- Rita insistía en que el beso entre su entonces pretendiente y otra mujer, realmente nunca le molestó. Pero sí menciona un detalle que le hace ruido: “En todos estos años, George nunca me ha besado así”.
George y Rita salieron corriendo del Radio City y fueron al Child’s Bar, un pub ubicado a pocas cuadras de distancia. Celebrando el final de la guerra, los barman dispusieron varios tragos en la barra. “Tomé unos cuantos”, reconoció George.
Luego fueron a Times Square a celebrar con las personas del lugar -que eran cada vez más-. Fue al cruzar la 7th Avenida con la calle 44th que, de la nada, George tomó entre sus brazos a una mujer que vestía uniforme de enfermera y la besó. O eso creyó él.
La supuesta enfermera era Greta Zimmer, una joven de 21 años que en realidad se desempeñaba como asistente de un odontólogo. Cuando escuchó sobre el fin de la guerra, fue desde la oficina en Lexington Avenue a Times Square.
Nacida y criada en Austria, dejó a su familia -tras la insistencia de sus padres- para ir a Estados Unidos en 1939. Aquel 14 de agosto de 1945, Greta no sabía dónde estaban sus padres o si estaban vivos.
“De pronto alguien me agarró por la cintura”, recordó Greta para la investigación de Verria. “Ese hombre era muy fuerte. Yo no lo estaba besando. Él me estaba besando a mí”, describió Zimmer. Y de la misma forma, repentinamente, George la soltó y se fue a una estación de Metro, con Rita.
Un beso histórico
Sin embargo, el fotógrafo -Alfred Eisenstaedt- recuerda el momento un tanto diferente. “En Times Square durante el día de la Victoria, vi a un marinero a lo largo de la calle que agarraba a todas y cada de las chicas que se ponían a su alcance. Tanto si pudieran ser su abuela, fueran altas, delgadas o viejas, no hacía distinción”, relató el artista.
“Fui corriendo atrás mirando por encima del hombro con mi Leica pero ninguna de las tomas que hacía me agradaba. De repente, como un destello, vi algo que se me grabó. Me di la vuelta y capturé el momento justo en que el marinero besó a una enfermera. Si ella hubiera llevado un vestido oscuro jamás me habría dado cuenta. Nunca habría disparado la toma, o si el marinero hubiera llevado uniforme blanco, lo mismo. Realicé cuatro tomas. Fue en apenas unos segundos”, dijo Eisenstaedt.
Según relataron los protagonistas de la imagen, George y Rita siguieron su relación sin hablar sobre el beso, mientras que Greta no le contó a nadie aquel suceso.
Ninguno pensó que aquel momento sería publicado masivamente en la portada de la revista Life, mucho menos pensaron que cientos de personas reclamarían ser los protagonistas de la foto.
Si bien la primera vez que la foto salió a la luz pública fue el 15 de agosto de 1945, no tuvo mayor repercusión ya que fue relegada a un tamaño pequeño en la página 27. Fue 35 años después, en 1980, que se tomó la primera plana.
“Fue como mirarme en el espejo”, dijo George sobre su impresión al ver la imagen. “Pero cuando Rita vio la foto, dijo ‘Creo que esa soy yo’”, a lo que George le respondió “Esa no eres tú, no puedes ser tú”.
Greta Zimmer se casó, tuvo hijos, y al ver la fotografía tuvo la misma reacción que George: supo que era ella. “Mi ropa estaba perfectamente planchada, tenía cuidado en eso. Y era mi figura, mi peinado. Tenía esta pequeña cartera…”, y agregó un detalle en el que se fijó su marido: su mano estaba muy tensa.
Posterior a los festejos, Greta supo que sus padres habían fallecido durante la guerra. Ella murió en junio de 2010 a los 91 años.
El beso quedó como algo anecdótico, que comentaron entre ellos, hasta que en 1987, la revista Life comenzó a vender versiones impresas de la foto de Alfred Eisenstaedt. George decidió demandar a Life, lo que fue rechazado legalmente.
Años después, Richard Benson, profesor de fotografía en la Universidad de Yale, accedió a analizar la foto y concluyó que George era el marino de la foto. Luego, en 1995, Mitsubishi Electric Research Lab realizó un estudio que llegó a la misma conclusión. El último examen lo realizó el antropólogo forense Norman Sauer en 2009, quien también coincidió en el veredicto de que Greta era la mujer de la imagen.
“Muchas personas querían saber lo que yo estaba pensado”, dijo Rita. “Fue un día feliz. Yo estaba festejando como loca. El beso realmente no me molestó. Si hubiésemos estado comprometidos, tal vez”, dijo Petry.
“Nunca le di muchas vuelta al asunto. Para cuando supe de ella, ya estaba casada por años”, dijo Rita a Verria. La pareja vivió en Rhode Island durante 73 años de matrimonio, en una casa que tiene la fotografía enmarcada en un pasillo, algo que George -dice- no hubiese hecho sin la autorización de su esposa-
“Ella es la jefa!”, confesó el hombre fallecido a los 95 años en febrero de 2019. “Después de todo, yo beso a Rita”.