Con todas las anomalías y excepcionalidades que ha ofrecido 2020, la Ley 19.169 de Premios Nacionales se sigue respetando: de no mediar algún imponderable, a fines de agosto se atribuirá por vigesimocuarta vez el máximo reconocimiento del Estado chileno a quien “se haya destacado por su aporte a la historiografía, comprendida desde los inicios del poblamiento humano”.
Cuatro nombres postulan esta vez, ninguno de los cuales se ha presentado antes: Armando Cartes, Iván Jaksic, Rafael Sagredo y Ana María Stuven. Mañana se constituye, remotamente, el jurado que lo discernirá. Lo componen el ministro de Educación, Raúl Figueroa; el rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi; el rector de la U. de Playa Ancha, Patricio Sanhueza, por el Consejo de Rectores; el representante de la Academia Chilena de la Historia, Joaquín Fermandois, y la última ganadora, Sol Serrano. Ellos pueden escoger alguno de los nombres propuestos sobre la mesa u otro que asome en la deliberación, aun si, que se sepa, esto último no ha ocurrido en la historia del premio.
Las presentes circunstancias no favorecen un mayor despliegue ni grandes campañas en favor de los candidatos, lo que no quiere decir que no haya que “moverse” ni que el factor político esté ausente. Por ejemplo, en el Departamento de Historia de la U. de Chile, que desde 2008 no ve reconocido a uno de los suyos, el nombre de Sergio Grez circuló para estos fines, pero no llegó a presentarse, al tiempo que Luz María Méndez, postulante habitual, optó por no participar esta vez acusando un premio “muy politizado”. Incluso, cuentan en el departamento, no pocos estimaron que tiempos de pandemia no son tiempos de postulaciones.
Rivalidades históricas
Igualmente, tensiones que suelen incidir no lo están haciendo hoy (entre ellas, la rivalidad UC vs. “U”), mientras otras parecen más duras de matar. Por ejemplo, la que contrasta Santiago y las regiones, de lo cual es consciente el arqueólogo de la U. de Tarapacá Bernando Arriaza, otro nominado de versiones anteriores, quien ahora acusa un “centralismo endémico” en la entrega del galardón. En tanto, la carta regional del premio 2020, Armando Cartes, destaca el hecho de que hoy lo apoyan premios Nacionales “de Arica a Punta Arenas” (del pampino Sergio González al magallánico Mateo Martinic).
Para Ana María Stuven, el premio es el “reconocimiento a una larga trayectoria historiográfica y a la socialización del pensamiento histórico”. Para Sagredo, “da visibilidad a una dimensión del conocimiento no siempre reconocida adecuadamente, pero que los desafíos de la humanidad muestran como imprescindible para vivir”.
Ana María Stuven: Género y República
La distinción a Sol Serrano (2018) puso fin a 44 años sin historiadoras premiadas, lo que no significa que el ítem género esté hoy ausente de la ecuación, como evidencia esta postulación presentada por la U. Diego Portales. Acá entra a tallar la labor pionera de Stuven (1951) en la docencia, investigación y publicación en torno a la historia de las mujeres, evidenciando una necesidad de introducir nuevas aproximaciones al estudio del poder, así como, en sus palabras, al “papel fundamental de lo femenino en la construcción de la cultura”. Autora de La República en sus Laberintos. Ensayos sobre política y mujeres en el siglo XIX chileno (2017) y coeditora de Historia de las mujeres en Chile (2011-2014), la académica también ha recorrido la historia conceptual de la política decimonónica: los dos volúmenes de Debates republicanos en Chile. Siglo XIX (2012-13), publicados con Gabriel Cid, dan cuenta de la función performativa del lenguaje y de la configuración del espacio público. Su último libro, en colaboración con Vasco Castillo, es Construyendo un reino de este mundo. Ensayo histórico sobre el clericalismo en Chile (2020).
“La historia posee dos tipos de auditorio: por una parte, la comunidad de especialistas; pero por la otra, la ciudadanía en su conjunto que se reconoce o reacciona frente a ella”, escribe Carlos Peña, rector de la UDP, en la carta que respalda su postulación. “En ambas dimensiones la obra de la profesora Stuven posee un lugar destacado que reclama, cuando se la mira objetivamente, el reconocimiento”.
Armando Cartes: Descentrando la disciplina
La probabilística, por de pronto, augura siempre la presencia de candidaturas “regionales” al Premio Nacional, algunas de las cuales han tenido éxito en años recientes (Jorge Pinto, Sergio González). Esta vez, sólo uno de los cuatro postulantes lleva consigo esa etiqueta… y la lleva con orgullo identitario. Con 51 años, Cartes Montory es el más joven de los aspirantes aunque ya ha escrito, coescrito o editado una treintena de libros que dejan claro que lo de “regional” no es chapa ni karma: es lo que estudia, cuestión que a su vez modela la aproximación que tiene para estudiarlo. Ya desde el título, que aboga por un premio “descentrado”, la carta de apoyo a su postulación es un escaparate de nombres y entidades, académicas y no académicas, que van de un extremo al otro del país. A 30 años del único galardón en historia para un penquista (Fernando Campos Harriet), el docente de la UdeC, autor de Concepción contra “Chile”. Consensos y tensiones regionales en la Patria Vieja, 1808-1811 (2010) y editor y coautor de Región y nación. La construcción provincial de Chile, siglo XIX (2020), piensa que es buen momento para ganarle la pulseada a la representación capitalina. Nacido y criado en la capital del Biobío, sus argumentos ya están sobre la mesa: de la historia política a una urdimbre de viñas, embarcaciones, fábricas e instituciones que también han hecho historia. Consultor de series y cápsulas para TV, fue también un gran impulsor del Archivo Histórico de Concepción.
Iván Jaksic: Nacional y continental
Si la transversalidad política, geográfica y disciplinar de los apoyos diera puntos para el Premio Nacional, Jaksic (1954) estaría listo para la foto: Tomás Moulian, Ascanio Cavallo, David Gallagher, Elizabeth Lira, Jared Diamond y una cincuentena de adherentes firmaron una carta que le atribuye haber “proyectado la historiografía chilena a nivel internacional” y haber sido parte de las transformaciones políticas de las últimas décadas “a través de sus aportes en materia de derechos humanos, y a la tarea de pensar, desde la historia, la transición del autoritarismo a la democracia”. De destacada labor en investigaciones colectivas, en la formación de historiadores y en la edición, compilación y traducción (a su cargo estuvieron los cuatro tomos de la Historia política de Chile, 1810-2010, 2017-18), se ha interesado, fuera de la Transición de los 90, en el lenguaje (es miembro de la Academia Chilena de la Lengua), la hispanidad a lo largo del continente americano (Ven conmigo a la España lejana, 2007), el cultivo y la enseñanza de la filosofía en Chile (Rebeldes académicos, 2013). Tema aparte es su interés en el derrotero liberal de la República decimonónica, así como en la figura del primer rector de la “U”: su ya clásico Andrés Bello. La pasión por el orden (2001) tiene lista una “actualización” que se nutre de los valiosos hallazgos que el propio autor ha hecho en la última década. Jaksic preside el Consejo Académico del Centro de Estudios de Historia Política de la Escuela de Gobierno de la UAI, que lo postula.
Rafael Sagredo: La historia y sus desafíos
Académico del Instituto de Historia de la UC, director del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana y conservador de la Sala Medina de la Biblioteca Nacional de Chile, una de las conexiones de Sagredo (1959) con el gran público es su Historia mínima de Chile (2014), que ha agotado varias ediciones. Crítica de la historia convencional que arrancó con el encargo a Claudio Gay para que cantara las glorias de la patria victoriosa en Yungay, la obra parte con “los habitantes de lo más hondo de la tierra” y cierra diciendo que, quizá, “la verdadera modernidad -progreso, desarrollo o, sencillamente, convivencia republicana- consista en crear la capacidad de superar los momentos de crisis sin quebrar la institucionalidad”. Con inquietudes que van de los viajes de Balmaceda y la investidura presidencial (Vapor al norte, tren al sur, 2001) a la historiografía del siglo XIX, y de las huellas de Gay, Domeyko y Philippi (La ruta de los naturalistas, 2012) a las pasiones bibliófilas de José Toribio Medina, es el editor general de la Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, colección de 100 títulos que abordan el desenvolvimiento republicano de Chile desde la ciencia, la técnica y el saber profesional.
Presentada su candidatura por la UC, los firmantes de la carta de apoyo sostienen que el Premio Nacional a Sagredo “sería una distinción a un trabajo que ha mostrado de manera concreta y consistente las posibilidades y desafíos que ofrece el conocimiento histórico a la sociedad”.