Un día en esa suerte de trinchera en la que estaba convertida la Argentina, que veía cómo los sueños de Raúl Alfonsín se desvanecían con urgencia y convivía periódicamente con la amenaza inequívoca de otro golpe militar, Soda Stereo estrenó su tercer álbum de estudio y partió en dos su carrera. Era noviembre de 1986, la frustración económica —sí, otra vez— agobiaba al país, el negocio musical sufría cambios importantes, y la fiebre dark protagonizaba la mudanza generacional. Signos, como titularon Cerati y cía, era una placa ambiciosa para una época de crisis y también para lo que englobaba hasta entonces Soda Stereo: buena parte de los eruditos de la crítica rock coinciden en que fue su primera obra maestra de principio a fin, contundente y sin desperdicios. Por qué no: el longplay que los catapultó. Acaso ésa sea la excusa por la que Diego Giordano, periodista y escritor, a la cabeza durante una década del área musical de El Ciudadano de Rosario, lo escogió para escribir un nuevo libro de la Colección Vademécum.
—Elegí Signos por varios motivos. El primero, porque marca un salto enorme en términos compositivos. Hasta Nada personal, Cerati trabajaba sobre un esquema cancionístico tradicional. Las canciones de Signos, en cambio, presentan una dinámica mucho más sofisticada y elaborada —explica vía mail el autor—. Y aparece por primera vez la conjunción entre melancolía y heroísmo que anticipa los más grandes éxitos de Soda, "En la ciudad de la furia" y "De música ligera", y que continúa en toda la obra de Cerati. Además, es un disco de pocas canciones que fue compuesto en un breve período de tiempo, lo que le da una unidad conceptual muy fuerte.
Uniendo fisuras (frase extraída precisamente de "Signos"), como se llama el libro, estará disponible en todas las librerías argentinas desde el 2 de septiembre y en 144 páginas promete ser una fotografía de época. "Es un texto breve pero su poder es concentrado, está lleno de historias, subhistorias, tramas y subtramas —dice Roque Di Pietro, director de Vademécum—. Es todo un relato del período 84-87 en que Soda Stereo revolucionó al rock argentino y sudamericano".
En camino
Durante un tiempo, Giordano fue el encargado de escribir las reseñas de los libros de Colección Vademécum para el diario La Capital, de Rosario, y fue allí, tras cruzar unos cuantos correos con Di Pietro, director de la editorial, que surgió la idea de trabajar juntos. Para él, que también integró los grupos de rock Tierra de Nadie y Mortadela Rancia entre otros, esta posibilidad fue como hacer un viaje a los primeros días de su adolescencia. "Volví a escuchar todos los discos que escuchaba en aquellos años, y a leer las revistas de rock que leía mientras escuchaba esos discos", recuerda, a pocos días del estreno de su obra."También repasé diarios y libros de 1985 y 1986, y realicé muchas entrevistas: alrededor de veinticinco".
—¿Por qué, para ti, Signos es un disco esencial y se vincula a procesos como el recambio generacional?
—En sus comienzos, Virus y Soda Stereo, los exponentes más exitosos del recambio generacional que se dio en el rock argentino a principios de los 80, eran criticados por su supuesta frivolidad. Pero hacia 1985, además de evidenciar un importante crecimiento musical, estos grupos vendían muchos discos y eso obligó a gran parte de la prensa a replantear sus críticas. Signos fue el disco que consolidó al grupo en el mapa del rock argentino y, no menos importante, el que conquistó al público latinoamericano.
—¿Qué lugar tiene Signos en la historia de Soda Stereo?
—En la carrera de Soda, Signos desbarató la idea de que el éxito del grupo se debía a una moda. A partir de Signos, Soda comenzó a ser respetado como proyecto musical. Además, es el disco que inicia la conquista del público latinoamericano y que hizo de Soda un fenómeno continental.
¿Sin sobresaltos?
La historia marca, sin embargo, que la composición del tercer álbum de estudio de la icónica banda argentina no estuvo exenta de polémicas. Por ejemplo, Cerati en 1999 confesó a Rolling Stone cómo en el ecuador de los ochenta llegó a la sala de guardia del Hospital Italiano angustiado por el consumo de cocaína: "Me quedó muy grabado el peligro de lanzarse tanto, porque no era solamente la situación de la droga, la sensación de que el corazón se te salía, sino además la terrible presión de hacer ese disco, de pensar que eso era terriblemente importante, cuando no tenía por qué ser así".
—Era una época muy vertiginosa. Además del creciente éxito de Soda, que se traducía en una agenda atiborrada de conciertos, Cerati llevaba una vida nocturna muy agitada —dice Giordano—. Y al mismo tiempo atravesaba un período de mucha creatividad: las canciones de Signos las compuso en soledad, encerrado en su departamento. Pero más allá de algún que otro episodio puntual, las drogas nunca fueron un problema en el seno del grupo.
—Mencionaste el período de creatividad de Gustavo durante este disco. Siempre se dijo, casi como una gesta heroica, que escribió prácticamente la mayoría de las letras en una sola noche, en un golpe de inspiración, después de haber estado bloqueado. ¿Fue tan difícil -como pinta- la construcción de la tercera placa de Soda?
—Cerati no compuso todas las letras en una sola noche. De los testimonios que recogí se desprende que en aquella noche ya legendaria terminó los bocetos sobre los que venía trabajando. Pero es cierto que atravesaba un bloqueo, por algo convocó a Isabel de Sebastián y a Jorge Daffunchio. La presión que el grupo atravesaba tenía su origen en el hecho de que Signos marcaba el final del contrato con CBS y debía ser un éxito. El proceso de grabación presentó dificultades por el estado de los equipos de Moebio, el estudio donde se registró el disco.
Otra de las dificultades que se presentó durante la grabación del disco fue la salida de Fabián "Vön" Quintiero, alias el Zorrito. En un adelanto del tercer capítulo —Invierno en Juncal. Derechos de autor. Semiología. Melancolía y heroísmo— al que tuvo acceso Culto, Giordano repasa cómo la agrupación intentó probar con otros tecladistas. Uno de los apuntados: Andrés Calamaro. Pero, a último momento, se decantaron por el regreso del que muchas veces fue tildado del "cuarto Soda".
—¿Por estos problemas que debieron sortear elegiste el título Uniendo fisuras?
—Elegí esa frase de "Signos" para titular el libro porque las letras del álbum giran alrededor de un eje, que es el de interpretar señales y completar el sentido de mensajes esquivos.
—Gustavo Cerati, precisamente, esta semana hubiese cumplido 60 años. Uniendo fisuras un poco coincide con las fechas. ¿Qué es Cerati para el rock argentino y el latinoamericano?
—Es muy poco lo que se puede decir de Cerati a esta altura, su lugar como uno de los artistas más influyentes en la historia del rock latinoamericano es indiscutible.