Dirty Dancing no es una película de amor
No hay que perderse. Los protagonistas no son Johnny y Baby, es solo Baby, y el baile es un instrumento para expresar su propia sexualidad, ayudar a una mujer que aborta, romper moldes sociales y enfrentar a su padre. La serie The movies that made us -en Netflix-, muestra el complejo camino que llevó a dos mujeres a producir una cinta exitosa (y necesaria).
"Baby" -de 18 años- viaja con sus padres en el asiento trasero del auto. Ella lee sobre economía en países subdesarrollados, mientras su hermana se peina mirándose a un espejo.
Al son de "Big girls don't cry" de los Four Seasons, Baby narra que para 1963, el presidente John F. Kennedy aún no era asesinado, los Beatles todavía no eran un fenómeno mundial y ella "aún pensaba que nunca encontraría un hombre tan genial" como su padre.
Así comienza una de las cintas más relevantes de la década de los 80. Un filme cuyo guión fue rechazado por 42 estudios cinematográficos, a la que una productora de VHS le asignó un bajo presupuesto, cuyos actores principales se odiaban, y que al estar terminada, fue rechazada por el cineasta Aaron Russo e incluso amenazaron con quitar la escena del aborto.
The movies that made us, la serie de Netflix que sigue el formato de The toys that made us, narra en su primer episodio la odisea de la creadora de la historia -Eleanor Bergstein- y la productora -Linda Gottlieb- para lograr estrenar en cines una historia considerada "demasiado femenina" que "no iba a vender".
Quizás lo más revelador fue que "Baby" está basada en hechos reales.
Cuando Bergstein y Gottlieb comenzaron a hablar del proyecto, Eleanor planteó una cinta sobre el lazo entre dos hermanas, una idea que Linda consideró aburrida. "Cuéntame de tu vida", le dijo la productora a la guionista. Y divagando en la adolescencia de su colega, Linda encontró una historia millonaria.
Eleanor Bergstein fue apodada "Baby" hasta los 20 años, su padre era médico, y en el verano solían ir en familia a un club de campo familiar en los Catskills, donde Eleanor se escapaba para bailar "atrevidamente" con los empleados.
Linda encontró la película y título del millón de dólares: Dirty Dancing. Pero los dueños de los estudios no pensaban igual.
"Todo el mundo pensaba que Dirty Dancing era basura para adolescentes. No puedo ser más clara. Nadie quería hacer la película. Nadie. Enviaba el guión a los estudios junto con una cinta de la banda sonora que había preparado con grabaciones de mis viejos discos de 45 rpm de los sesenta; los ejecutivos me llamaban y me decían que no iban a hacer la película, pero me preguntaban si podia mandarles otra cinta porque habían destrozado la primera de tanto escucharla", dijo Eleanor Bergstein, guionista y creadora de la película, según registra el libro The time of my life de Hadley Freeman.
Claramente no entendieron la profundidad de lo que Eleanor y Linda querían contar. Era mucho más que una joven que se enamora de un hombre que conoce bailando.
Diferencia de clases
"Baby" Houseman (Jennifer Gray) es una joven de privilegios. Su padre médico le provee todas las comodidades que su madre, su hermana y ella podrían desear. En el verano que separa el término del colegio con el ingreso a la universidad, Jack Houseman lleva a su familia a un complejo vacacional en las montañas Catskill.
"Nuestra Baby cambiará el mundo", dice Jack con orgullo, porque sabe que su hija quiere estudiar economía aplicada a los países subdesarrollados y unirse al Cuerpo de Paz. Pero por otro lado, no tiene problemas en impulsarla a salir con el nieto del dueño del hotel, mientras su otra hija -Lisa- coquetea con un estudiante de Harvard.
Siguiendo el lenguaje de la cinta, es por medio de la música y el baile que las realizadoras marcaron las diferencias entre el equipo a cargo del entretenimiento del resort, versus las familias adineradas que se alojaban allí.
Mientras de día los huéspedes practicaban el fox trot o la ronda del chá chá chá, en las habitaciones de los empleados bailaban candentemente, rozando sus cuerpos al son de letras provocativas. Un escándalo a ojos de conservadores que probablemente se desmayarían al ver el perreo propio del reggaeton. Pero hablamos de la década de los 60.
Una escena clave es aquella que muestra al dueño del hotel aleccionando a los meseros, estudiantes de universidades prestigiosas como Yale o Harvard que llegaron allí para ganar unos dólares.
Mientras a ellos les dice que traten bien y coqueteen con todas las hijas, "incluyendo las feas", a los del equipo de entretención -específicamente Johnny Castle (Patrick Swayze)-, les dice que solo bailen con las esposas de los huéspedes y se alejen de las hijas.
El doctor Jack Houseman no tiene problemas con que Lisa ande con Robbie, mesero que estudia en Harvard, pero no aprueba que su querida Baby se junte con el staff de entretenimiento, mucho menos con el bailarín Johnny.
La ilegalidad del aborto
En medio de una escapada propiciada por el heredero del hotel, Baby ve llorando en la cocina a Penny, la hermosa bailarina que junto a Johnny lideran los shows y juegos en el resort. Baby inventa una excusa para salir de allí, pero al rato regresa con Johnny y Billy para ayudar a la mujer que está desconsolada en el suelo.
Penny está embarazada de Robbie, quien al enterarse la acusa de acostarse con cualquiera y se desentiende de la situación. La solución a la que llegan es hacerse un aborto, pero el "médico" que realiza el procedimiento viaja en días específicos y cobra 250 dólares.
En el Estados Unidos de los 60, el aborto era ilegal y peligroso, pero Penny estaba dispuesta a tomar el riesgo. No podía sacrificar su carrera por un embarazo cuyo padre no quería hacerse responsable.
Baby pide el dinero prestado a su padre, quien ciegamente se lo da sin cuestionar el uso que su hija pueda darle. Todos confían en que el que atendería a Penny era un profesional, pero resultó ser un hombre con un "cuchillo sucio y una mesa plegable" que puso en riesgo su vida.
Lo que puede parecer la mera excusa para que Baby aprendiera a bailar, era un mensaje muy poderoso para la época. Hablar abiertamente del aborto y los riesgos que implica realizarlo ilegalmente en circunstancias en que las mujeres deberían elegir por sí mismas, se consideraba un escándalo.
De niña a mujer
Con la ayuda que Baby prestó a Penny, la joven Houseman mostró que estaba de acuerdo con que la bailarina pudiera elegir si quería aquel bebé o no, y que estaba dispuesta a ir contra lo establecido con tal de defender lo que ella considera correcto.
Alienándose de su propio "mundo", tuvo los ojos abiertos para ver que Robbie, aquel joven que su padre felicitaba, era un ser humano despreciable, que había una pareja de ancianos que se dedicaba a robar, o que las esposas de empresarios le pagaban a los bailarines para que pasaran las noches con ellas.
Baby tuvo una suerte de despertar al darse cuenta que la vida no era como se le planteó desde su cuna de oro, y así mismo, experimentó la transición de "niña bien" a "mujer".
En la intensidad del baile considerado "caliente", se deja llevar por sus instintos y se atreve a hacer lo que sus impulsos dictan: "Toda la película se narra desde una mirada femenina porque quería hacer una película sobre cómo es, para una mujer joven, pasar al mundo físico, es decir, al mundo sexual", explicó Eleanor Bergstein.
Más que la típica historia de "Una chica conoce a chico" -o viceversa-, es sobre el crecimiento de una joven que, mientras aprende y descubre lo que siente y quiere en la vida, desarrolla la fuerza y valentía para enseñarle a los suyos que no todo es blanco y negro.
Una de las escenas más emotivas es la conversación que Baby tiene en el mirador del lago con su padre. "Hay cosas de mí que no son como pensabas, pero me tienes que querer como soy", dice Baby entre lágrimas agregando un "te quiero".
Jack Houseman también llora al ver alejarse a su hija porque sabe que tiene razón. Ya no es la pequeña Baby, es Frances Houseman, una mujer que aunque no aspira a lo que sus padres imaginaron, tiene los valores y el amor que le inculcaron.
El mismo salto del baile final muestra que Baby no es la misma mujer que llegó al hotel, ahora tiene el valor para arriesgarse por lo que quiere aunque pueda significar una caída.
Más allá de la profundidad que esconde cada paso de baile o el son de cada canción, la producción de Dirty Dancing tiene diversas historias y dificultades que aumentan aún más sus méritos.
Los detalles tras de escena, narrados por quienes realizaron la cinta, están disponibles en el primer episodio de The movies that made us, estrenada en Netflix.
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