Los más jóvenes recordarán a Robin Williams por aquella cinta infaltable en la televisión por cable cada Día del Padre: Mrs. Doubtfire o como se conoce en Latinoamérica Papá por siempre, así como el clásico noventero Jumanji o la trilogía contemporánea Una noche en el museo.

Pero la carrera de Williams se extendió mucho, mucho más allá de dichas producciones. La cinta Good Will Hunting (1987) le dio el Oscar a Mejor actor de reparto, La Sociedad de los poetas muertos (1989) y Good Morning Vietnam (1987) le valió una nominación a Mejor Actor, y su personificación de Patch Adams está en la memoria colectiva. Así como su participación en comedias de los 70 como Mork & Mindy, Saturday Night Live en los 80, un cameo en Friends y The Crazy Ones entre 2013 y 2014.

Robin Williams como la Señora Doubtfire en Papá por siempre.

Sin embargo, a los 63 años, con una extensa carrera como actor -principalmente en comedia-, Williams ocultaba tristeza, soledad y miedo. Los que intentó ahogar en un excesivo consumo de alcohol hasta que sintió que la vida ya no valía la pena.

Robin, la biografía del actor publicada en 2018 por Dave Itzkoff, redactor de Cultura en The New York Times, relata la historia de Williams desde su infancia durante los 50 hasta su trágico suicidio en agosto de 2014.

Su última y silenciosa batalla -a veces invadida por paparazzis y conocida por su círculo más cercano- fue detallada en su escrito de más de 500 páginas. De acuerdo a su investigación, fueron varios factores los que llevaron al ganador de un Óscar, cinco Globos de Oro, un Premio del Sindicato de Actores, dos Premios Emmy y tres Premios Grammy, a decir: no quiero más.

Uno de ellos fue el miedo a no poder hacer reír al público. La serie The Crazy Ones de CBS -en la que ganó 165 mil dólares por episodio- le dio estabilidad económica, mas no emocional. La crítica destrozó su actuación y la trama de la producción. “Williams parece exhausto. También lo está el show”, decía una de las reseñas.

Robin Williams y Sarah Michelle Gellar en The Crazy Ones.

Otros de los aspectos que el libro de Itzkoff indica como gatillantes de la decisión de Williams, fue su tensa separación de Marsha Garces -su segunda esposa-, y un diagnóstico erróneo: el actor creía padecer Parkinson, pero en la autopsia detectaron signos de un síndrome degenerativo incurable conocido como Demencia con cuerpos de Lewy, una de las causas más comunes de demencia en las personas mayores.

Robin Williams notaba que atrás quedaron los grandes títulos en el cine y nominaciones a premios de renombre. Si bien se mantuvo activo trabajando en cine y televisión, tanto en pantalla como prestando su voz, veía desvanecer los años dorados.

Billy Crystal, colega y amigo de toda la vida, notó un cambio fuerte en el estado anímico de Williams. Sobre una de las últimas veces que se vieron -al compartir una cena en Los Ángeles- Crystal recordó: “Me dio un abrazo de despedida a mí y a Janice [esposa de Crystal], y se puso a llorar. Le pregunté qué le pasaba y dijo: ‘Solo estoy muy feliz de verte. Ha pasado mucho tiempo. Sabes que te quiero”.

Según detalla el libro de Itzkoff, algunos de los amigos de Robin sintieron que no se les había permitido ver el alcance completo de su problema hasta que ya había llegado a una etapa de peligro. “Me ocultó cosas”, dijo Billy Crystal. “Él se derrumbó y me contó sobre la bebida. Explicó que se había jodido y que había lastimado a todos y que iba a ir a un lugar para recuperarse. Le costó mucho aceptar la rabia que sentía en ese momento, pero entendió que acababa de destrozar algo y ese es el precio a pagar”.

Robin Williams y Billy Crystal en Friends.

Crystal también dijo que nunca hubo duda de que él estaría allí para levantar a Robin cada vez que cayera. “Una enfermedad es una enfermedad, que es lo que era su alcoholismo”, dijo. “No es una excusa. Y también estuvimos allí para Marsha y los niños”, relató el actor de Cuando Harry conoció a Sally.

“Los demonios todavía están ahí. La vocecilla diciéndome que soy una basura, que no soy nadie, todavía está ahí, créame”, dijo quien interpretó a Mr. Keating en La Sociedad de los poetas muertos, haciendo alusión a la depresión que lo perseguía desde hacía años.

El alcoholismo fue su respuesta a ese sentimiento de fracaso. “Literalmente es tener miedo. Y piensas, ‘Oh, esto detendrá el miedo'. Y no lo hace”. Según documentó Dave Itzkoff en su libro, la lista de “Miedos” de Williams solo tenía una palabra: “Todo”. “Es solo un argumento general completo. Es miedo y ansiedad”, dice la biografía Robin.

Hay dos episodios que Itzkoff apunta como claves en los últimos años de Williams. El primero, corresponde a una cena de Acción de Gracias con su familia en 2005, en la que Robin se había emborrachado tanto que tuvieron que subirlo por las escaleras y acostarlo. “Pero eso no fue suficiente para que cambiara sus costumbres”, escribió Itzkoff.

“Luego estuvo la cena benéfica contra el SIDA a la que Robin asistió en el Festival de Cine de Cannes en la primavera de 2006, luciendo rubicundo y tembloroso, sus ojos escondidos detrás de un par de gafas de sol de diseñador, donde pagó $80.000 dólares por una actuación de Wycleff Jean y otros $ 40.000 dólares por un collar de diamantes de Armani. Ese día, Robin pensó con seguridad que su humillación personal estaba a punto de ser expuesta al mundo entero: ‘Me di cuenta de que estaba bastante cocinado’, dijo, “Y miré afuera, y de repente había una pared de paparazzi. Y yo digo: ‘Bueno, supongo que ya salió a la luz’. Pero eso tampoco lo había convencido de que necesitaba reevaluar su vida”, dice en las páginas de Robin.

Robin Williams y Pam Dawber en Mork & Mindy.

El alcoholismo y el Parkinson que creía padecer, no era lo único que aquejaba su salud. Constantemente tenía problemas estomacales y resfriados, a lo que se sumaba problemas de visión, dificultad para conciliar el sueño, para orinar y temblores en su brazo izquierdo. Su tercera esposa -Susan Scheider- describió ese periodo como “un incesante desfile de síntomas”.

En abril de 2010, Robin Williams participó del podcast WTF con Marc Maron, en el que confesó haber tenido pensamientos suicidas y problemas con el consumo de alcohol.

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Cuando estaba bebiendo, solo hubo una vez, solo por un momento, pensé: “Oh, a la mierda la vida”. Entonces, mi cerebro consciente dijo: ¿Honestamente, dijiste: “A la mierda la vida”?. Me dije: “Sabes que tienes una vida bastante buena ahora. ¿Has notado que las cosas van bastante bien, aunque no esté trabajando en este momento? Sí. De acuerdo, dejemos el suicidio aquí, en discutible. Dejemos eso de ahí, en la discusión. Hablaremos de eso. En primer lugar, no tienes las pelotas para hacerlo. No lo voy a decir en voz alta. Quiero decir, ¿Has pensado en comprar un arma? No. ¿Qué ibas a hacer, cortarte las muñecas? Pongamos eso aquí en ‘Qué diablos’. Porque, ¿Puedo preguntarte qué estás haciendo ahora mismo? Estás sentado desnudo en una habitación de hotel con una botella de Jack Daniels. Sí. ¿Esto quizás influya en tu decisión? Posiblemente para ir a terapia, si quieres hablar de eso en terapia, o quizás un podcast dentro de dos años”.
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La noche del 10 de agosto de 2014. Robin Williams fue a la casa de unos amigos para dejarles unos costosos relojes porque “temía que se los robaran”. Al volver a su casa, le ofreció a Susan -su esposa- un masaje de pies que ella rechazó y se fue a acostar.

“Como siempre hacíamos, nos dijimos el uno al otro, ‘Buenas noches, mi amor’”, recordó Schneider, con quien se casó tres años antes. Caminó al otro extremo de la casa, donde prefería dormir solo desde hace tiempo, y se llevó un iPad para leer, algo que a su mujer le pareció algo bueno porque hacía meses que no mostraba interés por nada.

Al despertar a la mañana siguiente, Susan vio la puerta cerrada en la habitación de su marido, lo que vio como algo positivo considerando sus problemas para dormir. Pero con el pasar de las horas, la puerta siguió cerrada.

Cuando sus amigos Rebecca y Dan fueron a su casa a devolver sus relojes, preocupados por Williams, se atrevieron a forzar la puerta. A eso del mediodía, el actor fue encontrado muerto por asfixia autoinfligida.

Robin Williams fue cremado y sus cenizas fueron esparcidas en el Océano Pacífico desde la Bahía de San Francisco.

Robin de Dave Itzkoff.