Redes sociales, racismo y un protagonista a lo Taxi Driver: el explosivo combo de The Hater
Estrenada en Netflix hace un par de semanas, y galardonada con el máximo premio del Festival de Tribeca, la cinta polaca les toma la temperatura a discusiones actuales, desde los límites de internet al supremacismo blanco en Europa, a través de un antihéroe que trabaja para una oscura empresa de relaciones públicas que se involucra en política.
La película polaca The hater le pertenece a un solo personaje: Tomasz Giemza (Maciej Musialowski), un estudiante de derecho que es expulsado de la carrera por cometer plagio y es capaz, como último acto al recibir la noticia de parte de las autoridades de la institución, de pedirle a una profesora presente que le firme un libro suyo.
A partir de ahí el filme –estrenado en Netflix hace un par de semanas– examina distintos mundos en la Varsovia de la actualidad, conducido por ese antihéroe, un joven sin padres que salta de esconder su revés estudiantil a escuchar las conversaciones de los Krasucka, una familia amiga, y rápidamente a trabajar en una empresa de relaciones públicas sin escrúpulos, que sobrevive a costa de clientes que pagan para que se generen efectivas campañas de odio y desinformación en internet.
Si una exitosa youtuber promotora de la vida sana y el consumo de cúrcuma es su primer blanco, luego ante su celebrado desempeño se le encarga destruir a Pawel Rudnicki (Maciej Stuhr), el político progresista que aspira a ganar las elecciones que definirán al próximo alcalde de Varsovia, además de amigo cercano de esa familia con la que se relaciona.
En la cinta del director polaco Jan Komasa (38) –nominado al Oscar este año por Corpus christi, que se mostrará en el próximo Sanfic– todo está hilvanado para que la escalada de sucesos sea cada vez más trágica, en especial luego que a Tomasz lo rechaza sentimentalmente Gabi (Vanessa Aleksander), la hija menor de los Krasucka. A medida que avanza el relato desafía los límites de lo verosímil, pero logra conservar el interés hasta el final, sobre todo con la compleja mirada que mantiene en torno a su sociópata protagonista, comparado con el Travis Bickle de Taxi driver o el Patrick Bateman de American psycho.
Alterado su estreno en Polonia por la emergencia sanitaria, la película terminó encontrando una audiencia global luego que Netflix se mostró interesado en adquirir sus derechos en todo el mundo, tras ganar el máximo premio de la competencia internacional en el último Festival de Tribeca. Una compra plausible haya o no pandemia, considerando lo preocupantemente urgentes que resultan los fenómenos que el filme se dedica a retratar por sus más de dos horas de metraje: las fake news, la crisis de los refugiados, el supremacismo blanco.
Un ejercicio que funciona incluso ignorando que The hater es en rigor una secuela de una película anterior del mismo cineasta, Suicide room, que debutó en el Festival de Berlín en 2011. La conexión más evidente entre ambos largometrajes es que la jefa del trabajo de Tomasz es la madre del protagonista de esa otra cinta, enfocada en un adolescente que decide recluirse en su habitación y sumergirse en internet luego que sus compañeros se burlan de su homosexualidad por redes sociales.
¿Habrá o no una tercera parte para cerrar una trilogía? Puede que quede tiempo para verlo, pero seguro Komasa se las arregla para buscar inspiración en la realidad para realizarla.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.