En 1984, y ya de vuelta en Chile tras un largo período residiendo en España, el connotado escritor José Donoso abrió un taller literario. Entre los participantes, se encontraba un joven estudiante de periodismo de la Universidad de Chile. Para el muchacho la cosa no fue fácil, pues el autor de El obsceno pájaro de la noche lo expulsó del taller, ¿el pecado? Haber leído a Charles Bukoswki en vez de Fiodor Dostoievski.
“Bukowski fue mi autor de cabecera por unos años. Cuando ingresé al taller de Donoso, don Pepe no sabía de su existencia. Esto provocó un clash y cuando supo que no había leído a Dostoievski, me echó de su taller. Yo me defendí diciendo: ‘¿cómo puede hacer talleres o creerse importante si no ha leído a Bukowski?’”, cuenta a Culto el protagonista de la anécdota, el escritor Alberto Fuguet.
Es que la obra de Charles Bukowski, nacido en Alemania el 16 de agosto de 1920 con el nombre de Heinrich Karl Bukowski, no deja nadie indiferente. Sus narraciones se meten en lo periférico, en las calles, y sus héroes son los parias de la sociedad: los borrachos, las putas, delincuentes, obreros, o gente de clase media con trabajos mal pagados. Los perdedores. Los que no participan del american way of life. Todo con un lenguaje directo y procaz, que puede resultar soez para algunas personas.
"Se le ha acusado de vulgar, obsceno, pornográfico, poco riguroso, repetitivo, autorreferencial y autoindulgente, falto de talento… Sin embargo, el público lector siempre ha opinado un poco diferente", opina Guillermo Vega Zaragoza, en su artículo "Bukowski: actualidad del Gran Bestia".
Sin embargo, al mismo Bukowski esas críticas parecían no hacerle mella. Incluso, lo alentaban más. "Disfruto las cosas malas que se dicen de mí. Aumenta las ventas de los libros y me hace sentir malo. No me gusta sentirme bueno porque soy bueno. Pero, ¿malo?. Sí, me da otra dimensión (levantando el meñique izquierdo). ¿Alguna vez viste este dedo? (el dedo parece estar paralizado en forma de L). Lo rompí, una noche estando ebrio. No lo sé, supongo que simplemente no se ajustó a la derecha. Pero, funciona perfecto para la letra 'a' (en su máquina de escribir)… y qué diablos, le agrega algo más a mi personaje. Ves… Ahora tengo un personaje y una dimensión", contó "Hank" en una entrevista con el actor Sean Penn, en 1987.
Para Alberto Fuguet, esos elementos "criticables" son los que hacen interesante la obra de Bukowski y lo atraparon a él como lector joven. "Bukowski tiene algo adolescente, de chico rebelde, de fijaciones sexuales y modo bad boy y eso fue algo que me impactó. No era lo que uno leía. Lo primero que pensé: cómo permiten publicarlo o cómo se atreve a escribir así. Eso fue en extremos liberador y fascinante".
-¿Recuerdas más menos cuándo y cómo descubriste a Bukowski?
-Fueron como tres bombardeos de una, creo. Apareció un cuento de CB en la Apsi y lo devoré. No lo conocía. No me acuerdo cuál era pero era muy bukowskiano. Fue un crush, como dicen ahora. Luego entré al poco tiempo al taller de Poli Délano en la Sech, cerca de la Escuela de Periodismo, y ahí Délano nos leyó un cuento de Bukowski o lo leímos en clase. Nos contó que lo había conocido en Los Ángeles, en el barrio portuario de San Pedro, y me acuerdo que nos explicó que el cuento del Apsi lo había traducido él mismo. En esa época, Bukowski era famoso en todas partes menos en EEUU. Luego una tía abuela viajó a España y la escandalicé encargando un par de libros. Desde luego Erecciones, eyaculaciones y exhibiciones. Y seguro que Se busca una mujer o La máquina de follar. Durante unos meses fui la estrella de la Escuela porque, uno, los leía frente a todos y luego se los prestaba solo a algunos.
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La historia de escritor profesional de Charles Bukoswki se inició en 1969 a una edad tardía para las letras, a los 49 años. Llevaba 46 años viviendo en Estados Unidos, y sus amigos le llamaban Hank. Un editor, John Martin, fascinado por su obra le ofreció un sueldo fijo para que dejara su trabajo en correos y se dedicara de tiempo completo solo a escribir. Martin había leído textos de Bukowski en ediciones underground de pequeñas tiradas, y fundó una editorial —Black Sparrow— especialmente para trabajar con él.
"Había visto su trabajo en revistas underground y estaba convencido de que él era el nuevo Walt Whitman. Publicaba unos libritos de entre ocho y doce páginas en tiradas de 100 ejemplares a través de pequeños editores de todo el país que resultaban ser sus fans, ya que ni siquiera eran editores. Nunca se esforzaron en intentar distribuir sus libros ni nada por el estilo. Al principio yo tenía otro trabajo que me mantenía ocupado de 7:30 a 17:00. Cuando acababa me iba a casa, cenaba con mi mujer y mi hija y me iba a la oficina de Black Sparrow, donde trabajaba desde las 19:00 hasta las 00:00 o la 1:00 de la madrugada. Me pasé años así", cuenta el mismo Martin en entrevista con la revista Vice.
El libro que inauguró el nuevo estatus de Bukowski fue Cartero (1971), donde justamente narra sus vivencias trabajando en la oficina de correos de Estados Unidos. Con su alter ego, Henry Chinaski, da cuenta de un trabajador borracho, fanático de las carreras de caballos, que tiene compañeras ocasionales con las que se acuesta, vive en un departamento barato y sucio, y sobre todo, detesta su empleo, al cual falta cada vez que tiene la ocasión.
Sin embargo, "Hank" había empezado a desarrollar su gusto por la escritura mucho antes. "Comencé a escribir por primera vez cuando tenía 13 años. Estaba en un hospital en el momento en que me perforaron, porque tuve un caso extremo de acné vulgar, enormes forúnculos que salen y no se puede hacer nada al respecto. Supongo que eso me hizo pensar que una persona a esa edad no piensa demasiado en el dolor y la brutalidad de la realidad", contó el autor de Pulp en entrevista con Elisa Leonelli, en 1981.
"Los problemas venden libros"
En general, y no solo en Cartero, los relatos de Bukowski son bastante autobiográficos, "(Bukowski) Crea la misma narración otra vez desde cero; no copia, sino que empieza de nuevo. Siempre está contando su autobiografía, pero escoge detalles diferentes, reinventando en lugar de reescribir", asegura David Calonne en el prólogo de Las campanas no doblan por nadie, volumen recientemente editado por Anagrama.
"Está constantemente absorto en relatar y volver a relatar su vida, dándole una estructura de mito para que ambos se vuelvan inseparables. La estructura básica de su vida es mítica, una variación del viaje del héroe, del genio como héroe: su infancia abandonada, las primeras heridas causadas por su padre, su desfiguración epidérmica, su errancia por el desierto, el momento en que estuvo a punto de morir de alcoholismo en 1954 y su resurrección", agrega Calonne.
Así lo reafirma el mismo Bukoswki en una entrevista con Elisa Leonelli, en 1981. "Todos mis libros son autobiográficos. Puse un poco de ficción para animarlo, hacerlo más interesante que la vida, pero no mucho. Mi estilo es muy simple y directo, al igual que su fotografía, registra lo que ocurre, no hace ningún discurso. Dice lo que dice, y eso es todo".
En una entrevista con el actor Sean Penn, en 1987, Bukowski definió su obra en parte como narrar sus problemas, pero siempre para él mismo. "Me metí en muchos problemas con montones de cosas. Por otro lado, los problemas venden libros. Pero, finalmente, cuando escribo es para mí. (Da una larga pitada a su cigarrillo). Es como esto. La pitada es para mí, la ceniza es para el cenicero. Eso es publicar".
"Nunca tuve una educación universitaria. He tenido cientos de trabajos, los peores trabajos. Cuando tenía 35 años y había estado bebiendo mucho durante muchos años, finalmente tuve hemorragias, la sangre salió de mi boca y de mi trasero y estaba casi muerto", contó el mismo Bukowski en la citada entrevista con Elisa Leonelli.
Sin embargo, John Martin aclara que –al menos según su versión- Bukowski no siempre se comportaba como narra en sus textos. "Lo llamaba y le preguntaba, "¿Estás bien? ¿Te estás comportando?" Porque bueno, siempre que yo estaba con él, su comportamiento era intachable. Hay que admitir que yo fui la vía de escape de la vida que llevaba antes". E incluso, pese a lo que podría creerse por el lenguaje de sus textos, Martin cuenta que "era muy educado y se preocupaba mucho por tu bienestar. Siempre que estabas con él, quería saber si estabas feliz o no".
Alberto Fuguet responde a Culto acerca de lo que más le gusta de la literatura de Bukowski: "El humor. Que apuesta por un mundo tan acotado y básico y así vuela. Lo corto y el poco adorno. Como es capaz de ser tan personal usando tan pocos elementos. Su falta de poesía que termina siendo poético. Su desprecio por lo barroco. Su falta de imaginación es súper liberadora: todos los cuentos y novelas cuentan lo mismo: tragos, sexo, borrachos, gente perdida. Pero aun así buena parte de su prosa brilla. Como usa primera persona como voz de un loser. Como hizo un remix de la prosa de Hemingway. Su uso de los diálogos. Como se hace cargo de una cierta sub-literatura de Los Ángeles: Fante, Chandler, Hammet. El mundo que narra (borrachos, perdedores)".
Mejor cuentista que novelista
Tras la publicación de sus primeras novelas y colecciones de cuentos, saltó a la notoriedad pública. Curiosamente, se convirtió en un autor de culto en Europa más que en Estados Unidos.
Sin embargo, la fama mundial le llegaría en la década de los 80s por la adaptación de sus historias al cine. Nos referimos a Cuentos de ordinaria locura (Tales of ordinary madness, 1981), dirigida por el italiano Marco Ferreri, y Mariposa de bar (Barfly, 1987), dirigida por Barbet Schroeder.
"Hacia 1974, Bukowski era tan popular que yo solo no daba abasto, por lo que contraté a un asistente y a otra persona que empaquetara los libros", cuenta John Martin en entrevista con Vice.
La obra de Bukowski tiene más libros de cuentos que novelas. En los primeros están: Escritos de un viejo indecente (1969), Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones (1972), La máquina de follar (1972), Se busca mujer (1973), Música de cañerías (1983), y los póstumos: Fragmentos de un cuaderno manchado de vino. Relatos y ensayos inéditos 1944-1990 (2008), Ausencia del héroe. Relatos y ensayos inéditos 1946-1992 (2010) y Las campanas no doblan por nadie (2019).
En tanto, en las novelas están: Cartero (1971), Factótum (1975), Mujeres (1978), La senda del perdedor (1982), Hollywood (1989) y Pulp (1994).
Bukowski también incursionó en la poesía, género con el cual tenía una particular relación. Escribió mucha poesía, pero parecía no tenerle tanta consideración. Así lo explica él mismo en la citada entrevista con Sean Penn: “Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela, cuando la palabra ‘poeta’ o ‘poesía’ aparecía, todos los pendejos se reían y se burlaban. Puedo ver por qué, porque es un producto falso. Ha sido falso y snob por siglos. Es ultradelicado, sobrevalorado. Es un montón de mierda. Durante siglos, la poesía ha sido una total basura. Es una farsa. Ha habido algunos buenos poetas, no me malentiendan. Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Él bebía vino también… y solía prenderle fuego a sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía. Por supuesto, sólo quemó sus poemas malos”.
“Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar el punto de vista de los obreros sobre la vida… los gritos de sus esposas que los esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la existencia de cualquier hombre… algo que pocas veces se menciona en la poesía desde hace siglos. Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una mierda desde hace siglos. Es una vergüenza”, agrega Bukowski.
"La poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalísimo y pleno de humor ácido y desencantado. Como sus narraciones, sus poemas son vitales y vitalistas, pero también muy mortales, y están llenos de drogas, alcohol y sexo", explica Umberto Cobo en el prólogo de la Antología que la editorial Arquitrave hizo de sus poemas.
Bukowski publicó más de 30 volúmenes de poesía, entre los que destacan: El amor es un perro del infierno. Poemas 1974-1977 (1977), Toca el piano borracho como un instrumento de percusión hasta que los dedos te empiecen a sangrar un poco (1979), Los días corren como caballos salvajes por las montañas (1969), Ruiseñor, deséame suerte (1972) y Poemas de la última noche de la Tierra (1992 ).
Para Alberto Fuguet, es en el género de la narración breve donde Bukowski destaca. "Creo que lo suyo con los cuentos y la poesía. Y el mito".
-¿Cuál es el libro que más te gusta de él y por qué?
-Todos dicen que La senda del perdedor es su novela maestra. No lo creo. Creo que me lateó. No me parece un gran novelista. Apuesto por sus libros de cuentos: Se busca una mujer y Erecciones, eyaculaciones y exhibiciones. Hoy se lee distinto pero no ha envejecido. Se vende aún como loco y se lee con devoción. Es un gran escritor para leer de joven. Funciona más que si uno lo lee de viejo. Hice un curso hace poco en la UDP y leímos con los alumnos a Bukowski, además de los autores Beat. La idea era revisar porque todos estos autores, casi todos traducidos por Anagrama, captan tan bien la imaginación de los lectores-.
Fueron las ediciones de Anagrama, con sus españolísimas traducciones, las que dieron a conocer a Charles Bukowski al público hispanoparlante, entre esos lectores, al joven Fuguet.
-¿Por qué elegiste leerlo?
-Creo que fue al revés: buscaba algo libre, supongo que norteamericano para paliar tener que leer solo al Boom o las novelas de Isabel Allende, que matan en mi escuela. También leían ese libro acerca de Miguel Littin de García Márquez. Anagrama tenía libros raros, jugados, peligrosos. Aprendí palabras como polla o follar leyendo esos libros. La estrella de esos libros era Bukowski. Apareció en el momento justo. Era un alternativa a todo lo que se leía. Y te abría la cabeza.
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Bukowski sin duda es un narrador con el que muchos lectores se han iniciado, y sobre todo, muchos escritores. Alberto Fuguet explica el modo en que lo influenció: “Captar que se podía escribir así fue un machetazo y una liberación. Su uso de los diálogos me marcaron. El ver que los los diálogos pueden informar pero también dar color, matices, ambiente. Su creencia en lo pop y su desprecio por el oropel. La seguridad que tiene para hablar de si mismo y del mundo que conoces (Bukowski es incapaz de escribir de otros temas, lo que me parece bien). Creo que la novela mía más deudora de Bukowski es Tinta roja”.