No fue como en las versiones anteriores ni podía serlo. Tanto las postulaciones al vigesimocuarto Premio Nacional de Historia como la entrega del mismo -este viernes, pasado el mediodía- estuvieron marcadas por los efectos de la pandemia.

Por un lado, las candidaturas al premio bianual con que el Estado chileno reconoce a quien “se haya destacado por su aporte a la historiografía” fueron sólo cuatro en esta pasada, y en el tramo final de las presentaciones, incluso, el Mineduc autorizó la entrega digital de las carpetas para facilitar el trámite. Por otro, todo fue remoto: por Zoom falló el jurado, integrado por la galardonada en 2018, Sol Serrano; el ministro de Educación, Raúl Figueroa; el rector de la U. de Chile, Ennio Vivaldi; el representante de la Academia Chilena de la Historia, Joaquín Fermandois, y el del Consejo de Rectores, Patricio Sanhueza, rector de la UPLA.

La discusión virtual, dice una fuente del jurado, “fue larga y muy interesante, muy genuinamente intelectual”. Otra fuente cuenta que se acordó que “los cuatro candidatos nos parecían de muy buen nivel, por lo que las minorías se sumarían a las mayorías: cada uno tenía su posicion y, al final, así sucedió”. Y sucedió que el premio fue atribuido a Iván Jaksic Andrade, por “el enorme aporte de su trabajo en la historia nacional e iberoamericana a través de una obra de excelencia que ha permitido relevar la diversidad de nuestra historia, además de mostrar la diversidad de sus facetas”.

Enterado de la noticia, el director del Programa de la U. de Stanford en Chile y presidente del directorio del Centro de Estudios de Historia Política de la U. Adolfo Ibáñez, manifestó a La Tercera: “Me enorgullece mucho ser parte de una tradición tan importante de premios de historia”. Horas después, entrevistado por Radio Duna, proclamó el “orgullo de ser magallánicos” junto a su hermano Fabián Jaksic, que hace dos años recibió el Premio Nacional de Ciencias Naturales.

Atípico

No es la suya una trayectoría muy corriente. Descendiente de croatas y chilotes, Jaksic Andrade nació en 1954. Según reporta la biografía presentada al Premio Nacional, su familia se trasladó en 1965 a Santiago, donde completó la carrera de Mecánica Industrial en la Escuela Industrial Superior de Puente Alto. En 1971, ingresó a la carrera de Filosofía de la Universidad de Chile.

Tras el golpe de 1973, abandonó el país, residiendo en Argentina entre 1974 y 1975, donde trabajó como operador de maquinaria industrial. Pudo volver a Chile en 1975 y retomar los estudios de Filosofía, pero al año siguiente lo expulsaron de la “U”. Una nueva salida del país lo llevó a EEUU, donde hizo estudios de postgrado en la Universidad Estatal de Nueva York (Buffalo).

Volvió a Santiago en 1978, siendo condenado a cuatro años de servicio militar en el Regimiento Buin por “remiso”. Antes de cumplir tal período, volvió a Buffalo, donde se doctoró en 1981. Académico en las universidades de California-Berkeley, Wisconsin-Milwaukee y Notre Dame, fue formador de generaciones de estudiantes en historia chilena y latinoamericana. A distancia de su país y como miembro de la Comisión de Derechos Humanos y Libertad Académica de la LASA (Latin American Studies Association), redactó un informe sobre la situación mapuche bajo la dictadura de Augusto Pinochet, participando más tarde en actividades de las que salieron obras como The Struggle for Democracy in Chile (1991) y El modelo chileno. Democracia y desarrollo en los noventa (1999).

La distancia y otros factores que se han sumado con los años hacen de Jaksic, al decir de otro premio Nacional de Historia, alguien “ajeno a la comunidad epistémica” de los historiadores. Al gremio, si se quiere: no participa de los Grupos de Estudio de Fondecyt, no se le ve mucho en los circuitos de historiadores y no es común ver a uno de los suyos como miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua y miembro correspondiente de la RAE.

Obra de alcances variados y multiformes, la de Jaksic ha discurridos por caminos singulares, como el de la historia de la filosofía chilena e hispanoamericana: el autor hizo su tesis doctoral sobre el papel de la filosofía en los movimientos de reforma universitaria en Chile, texto que se convirtió en Academic Rebels in Chile. The Role of Philosophy in Higher Education and Politics (1989). En 2013, la obra fue traducida al castellano, actualizada y aumentada. Igualmente, ha publicado en el Inter-American Journal of Philosophy y en el Philosophical Forum, participando en obras colectivas como Filosofía e Identidad cultural en América Latina (1988) y permaneciendo activo en organizaciones dedicadas a la historia de la filosofía.

Otra se sus preocupaciones se da en el ámbito de la “hispanidad”, la “latinidad” y la civilización hispánica. A este respecto, su colega Claudio Rolle destaca el libro Ven conmigo a la España lejana (2007), “sobre una generación de humanistas norteamericanos que quieren comprender al mundo del Imperio español porque están preocupados de entender cómo los imperios crecen y decaen”.

Pero acaso la vertiente más celebrada de su trabajo se relaciona con Andrés Bello. Ya en 1997, una antología de textos del fundador de la “U” le fue publicada por Oxford University Press. Para entonces, ya trabajaba en Andrés Bello: la pasión por el orden (2001) que tuva nuevas ediciones en 2008 y 2010, y anuncia otra.

Al decir de Isabel Torres, del Departamento de Historia de la U. de Chile, este último es un trabajo de “rigurosidad y profundidad”. Su autor, agrega, ha entendido la obra del venezolano “en su significado, en su impacto, en lo que quería decir. Los trabajos que ha hecho [Jaksic] sobre Andrés Bello son realmente notables”. A este respecto cabe también destacar su rescate de fuentes manuscritas en Cuadernos de Londres (2017), además de cartas e imágenes inéditas, y la reedición de El Censor Americano en 2019, originalmente publicada en 1820.

“Tiene muy buenas contribuciones en grandes problemas historiográficos, entre ellos la formación de Estado y el liberalismo en el siglo XIX”, declaró ayer Eduardo Cavieres, premio Nacional de Historia 2008. En tanto, un “derrotado” en esta pasada, el penquista Armando Cartés, entregó sus parabienes: “Espero que el premio lo estimule a seguir aportando con nuevos trabajos sobre nuestro pasado común”.