La secuencia es común: la mujer rompe aguas inesperadamente, corren al hospital, son atendidas inmediatamente, y tras gritar y llorar, aparece un bebé boca arriba, relativamente limpio, que rápidamente es envuelto en una manta y entregado a los brazos de su madre.
Al poco tiempo la madre está en casa con su bebé, viviendo las peripecias de ser madre, entre las que -de vez en cuando- se muestran dificultades como la lactancia.
Lo que suele mostrar el cine es apenas una pincelada de todo lo que implica tener un bebé. Al menos cuando se trata de partos naturales. BBC consultó con tres especialistas en obstetricia respecto del trabajo de parto y maternidad en pantalla, y cómo es en la realidad.
El médico obstetra Damián Dexeus de Barcelona, la ginecóloga cubana Josefina López, y la asesora principal de matronas, Ann Yates de Nueva Zelanda, dieron sus opiniones expertas.
Mito 1: Romper Aguas
Es común que la acción en el proceso de parto comience cuando la mujer “rompe agua” (o fuente), lo que activa el correr al hospital y el trabajo de parto. “Eso no ocurre con tantísima frecuencia. ¡Si fuera así sería sencillísimo para nosotros!”, dijo Damián Dexeus, médico obstetra y ginecólogo que se desempeña como director de la clínica Women’s en Barcelona.
"De hecho, no es infrecuente que la rotura de la bolsa de las aguas (del líquido amniótico en que crece el bebé), requiera de alguna prueba para confirmar si se ha roto realmente o no, porque la paciente nota que pierde líquido, pero no acaba de verlo claro", afirmó el obstetra.
“Esto sucede porque muchas veces no es tan simple como parece diferenciar entre el líquido amniótico y la orina, especialmente si se siente solo como humedad o un goteo de líquido, y no como el ‘manantial’ que nos presenta el cine”, agregó.
De hecho, Ann Yates, asesora principal de matronas de la Confederación Internacional de Matronas, aseguró que es más habitual que el “romper aguas” se de durante el proceso de parto.
"Es más habitual que ocurra cuando la mujer ya es consciente de que está en el proceso de parto. Es parte de una progresión natural durante el trabajo de parto", le contó a BBC Mundo la neozelandesa.
“Incluso si la mujer experimenta la rotura de aguas mucho antes del parto, antes de que el bebé esté preparado para nacer, podría significar una complicación”, añadió la matrona.
Mito 2: Posición de parto
Llegando al hospital o recinto médico, otro punto en común es que la posición de parto sea prácticamente sentadas en la camilla, lo que -si bien es común- no es la única posición para dar a luz.
"Es cierto que en Reino Unido y en Estados Unidos es habitual que la mujer esté semisentada, con los pies apoyados en la camilla y las piernas levantadas. Pero en países como España, la posición que usamos es la posición ginecológica, en la cual la mujer está tumbada, con la parte posterior de las rodillas apoyadas, y no tan incorporada. Además, para que la mujer esté más incorporada no puede haber recibido anestesia porque si no las piernas se van hacia los lados", detalló Dexeus a partir de su experiencia trabajando en Barcelona.
La posición de la mujer también se ve influenciada por la etapa de parto en que esté: dilatación, expulsión o alumbramiento, ya que cada una puede requerir una postura diferente para facilitar el trabajo de parto.
"Es difícil para las mujeres parir en ciertas posiciones y, lamentablemente, muchas de ellas tienen la expectativa de hacerlo siempre como en las películas. La visión de Hollywood, que muestra a la mujer pariendo tumbada con la espalda apoyada, no siempre es realista", dijo Ann Yates de Nueva Zelanda.
“Por ejemplo, hay partos en posición vertical (de pie), en los que la mujer está apoyada sobre un compañero o una matrona, y a veces les resulta más fácil dar a luz así. Es incluso instintivo en muchas ocasiones”, agregó la asesora principal de matronas.
Mito 3: Gritos de dolor
"Antes, los partos eran totalmente 'al natural', es decir sin ninguna anestesia", explicó la ginecóloga cubana Josefina López Menéndez, quien tiene 30 años de experiencia en La Habana y 10 años en Madrid.
"Es cierto que las contracciones son dolorosas y que cuando se prolongan mucho, la paciente se va agotando. Pero tampoco es un dolor desgarrador ni que obligue a gritar de esa manera, aunque obviamente cada persona lo tolera de una forma diferente. Si hay analgesia epidural, eso no suele ocurrir", continuó López para BBC.
La doctora Yates incluso considera que el cine “desempodera” a las mujeres en las escenas de gritos desgarradores y alaridos estremecedores. “Las mujeres son fuertes, eso es algo universal, y puede mayoritariamente sobrellevar el dolor del parto —porque es doloroso, no hay duda sobre ello— sin necesidad de gritar”.
"De hecho, en mi experiencia, la mayoría de las mujeres no están fuera de control y raramente gritan aterrorizadas durante el parto. Sí, a veces hacen ruidos —como la respiración fuerte o gestos para lidiar con el dolor de las contracciones— pero casi nunca son alaridos", concluyó Yates en este tema.
Mito 4: Hombres descompensados
Sobre todo en las comedias, es común que los hombres que acompañan a la mujer embarazada durante el parto, se les muestre desconcertados e incluso en shock ante la situación hasta llegar a desmayarse.
"No nos vamos a engañar. Hay hombres muy aprensivos que cuando llega el momento del parto se ponen del color de la pared... y más de uno se cae redondo al suelo. Pero tampoco es la norma que eso suceda", afirmó Dexeus. "El rol que se nos otorga a los padres en la sala de parto es bastante ridículo", añadió.
Ann Yates coincide en que la interpretación de Hollywood es más bien injusta, ya que considera que el rol de los padres es un apoyo fundamental para la mujer que está por parir. "Muchos hombres y mujeres que acompañan a la parturienta se complementan con ella en perfecta sintonía, y la ayudan y respaldan con todo lo que necesite", explicó la matrona neozelandesa.
“Tenemos que ser amables con quienes acompañan a la mujer en el parto. Tienen un rol importante, sobre todo si van a ser parte de la vida del niño. También necesitan apoyo”, agregó Yates.
Mito 5: Los bebés no nacen boca arriba ni tan limpios
En la mayoría de los partos reales, los bebés nacen de cabeza. En las películas y series van un poco más allá y nacen de cabeza y boca arriba. Para fines “estéticos” se comprende que se quiera mostrar el rostro de recién nacido lo antes posibles, pero en la vida real no suele ser así.
Antes de nacer, más del 90% se coloca en posición cefálica, es decir, cabeza abajo, con la barbilla apoyada en su pecho, con piernas y brazos flexionados. “La posición más natural al nacer es que los bebés estén mirando hacia abajo o un poquito hacia un lado”, explicó Dexeus a BBC.
“Muchas veces muestran en las películas y series a los bebés mirando hacia arriba, con los ojos abiertos, e incluso sonriendo! Desde luego que eso es muy atípico”, agregó.
La ginecóloga cubana Josefina López Menéndez, quien tiene 30 años de experiencia en La Habana y otros 10 en Madrid, añadió que es la posición más favorable “por los diámetros de la cabeza del niño y los de la pelvis materna” y dice que tampoco se nace “tan limpios” como se muestra en pantalla.
"Los bebés nunca nacen perfectamente limpios. No sé si esto es tanto una cuestión estética del cine o una rémora histórica muy clásica. En las salas de partos más antiguas, sí lavaban al bebé y le quitaban el vérmix —la sustancia grasosa que protege y recubre la piel del bebé al nacer— y lo devolvían totalmente aseado, pero esto ya no ocurre", explicó Dexeus a BBC.
Mito 6: Post-parto perfecto
Damián Dexeus afirmó que “el qué pasa después” es el gran olvidado del cine, aún en la sala de parto, desde el alumbramiento expulsión de la placenta, cordón umbilical y membranas de gestación- hasta la sutura de heridas y desgarros, y las contracciones postparto.
“En las películas se muestra muy por encima lo que es el maternity blues -la depresión postparto- o lo complicada que puede llegar a ser la lactancia materna, que puede ser una etapa durísima para la mujer. O la recuperación física, sobre todo si se trata de una cesárea”, comenta el ginecólogo.
“Pero también ocurre en la consulta porque siempre nos focalizamos en el momento culmen, que es el del parto, y a partir de entonces parece que todo lo que viene después se olvida. Los ginecólogos debemos dar soporte a las pacientes y estar atentos a algunos problemas en esa siguiente etapa que viene en los 30 o 40 días después”, explica Dexeus sobre la denominada “cuarentena” tras dar a luz.
“Para lo menos preparada que está la madre es para el tema de la lactancia”, asegura Josefina López. “Eso genera una lucha interna en muchas mujeres que quieren dar el pecho. El hecho de que no se hable de ello no ayuda”.
Por ello, Dexeus es enfático en la necesidad de que el cine y la televisión sean más realistas: “Todo este imaginario de las series y de las películas que nos lleva a pensar que el parto —y lo que viene después— es un camino de rosas y que es maravilloso es peligrosísimo porque no siempre es así. Es importante derribar mitos”.