El 30 de junio de 2000 pasó a la historia como la jornada más negra en la hoja de vida de los estadounidenses Pearl Jam. La imagen de Eddie Vedder llorando de rodillas sobre un escenario dio la vuelta al mundo: en la lluviosa noche de Roskilde en Dinamarca nueve personas murieron aplastadas en medio de un concierto de la banda.

Toda esta historia fue documentada por el periodista danés Herik Tuxen, que estuvo presente en el festival e investigó a fondo lo que pasó, con testimonios de testigos y de la propia banda.

El resultado es I Pearl Jams Fodspor – Før, Under Og Efter Roskilde (Tras la huella de Pearl Jam), el único libro biográfico autorizado por el grupo, cuya publicación original es en danés.

Desde el año 2015 que el libro tiene una segunda vida en español, publicado en Chile a través de Librosdementira y Curiche, con traducción de Verónica Bravo.

La noche más triste de Pearl Jam

Varios meses antes de ese trágico 30 de junio, la noticia había sido celebrada en todo Dinamarca. Pearl Jam, la banda de Seattle que sobrevivió a trampas como la heroína, los suicidios, el estancamiento artístico y la discordia personal, se presentaría como cabeza de cartel en el festival Roskilde.

El periodista Herik Tuxen llegó temprano a la presentación y se instaló frente al escenario cuando el sonido de "Baba O'Riley" de The Who comenzó a sonar en los amplificadores. Entonces Pearl Jam hizo su entrada con los acordes de "Corduroy".

La banda había llegado hasta la lluviosa Roskilde para encabezar el cartel junto a The Cure, Iron Maiden, Oasis y Lou Reed, y como último tramo de la gira de Binatural, el sexto disco de los estadounidenses.

Doce temas después, durante "Daughter", el clima pasó de malo a horrible, la visibilidad de hizo nula y la lluvia comenzó a caer sobre el escenario. "En la siguiente pausa pude escuchar tras los primeros acordes suaves de Jeff Ament en su bajo, que el próximo tema sería el más grande éxito de Pearl Jam a la fecha: 'Alive, un himno a los headbanger", escribe Tuxen, quien se desempeñaba como coeditor de la revista GAFFA.

"Pero cuando estaban a punto de comenzar, algo ocurrió", relata el periodista, "un hombre se aproximó a Vedder desde el otro lado del escenario. Asumí que tenía que ver con problemas de seguridad, dada la peligrosa combinación de agua y cables de alta tensión sobre el escenario, pero se trataba de algo peor".

Entonces Eddie Vedder intentó calmar a la multitud y pacientemente les pidió un par de veces "dar tres pasos atrás". El vocalista anunció que harían una pequeña pausa y luego el mánager de Pearl Jam pidió que se encendieran las luces principales.

"Mientras gritábamos con impaciencia para que la banda continuara, vimos a Eddie con los ojos húmedos ponerse de rodillas —escribe Tuxen—. Lentamente nos fuimos percatando de que algo realmente malo estaba pasando. Al principio, Mike McCready saltaba sobre el escenario rezongando para que el show continuara, pero entonces alguien se acercó y le entregó noticias alarmantes. McCready le entregó la guitarra a su técnico y éste se volvió hacia nosotros y nos dijo en voz baja 'creo que ha muerto un chico'. El ambiente agradable de hacer unos instantes desapareció. Las personas que nos rodeaban entraron en pánico, se miraron desconcertadas y preocupadas, mientras un sinnúmero de policías subía al escenario. El concierto de Pearl Jam se fue disolviendo gradualmente. Aun así, no nos daban ningún tipo de información clara, sin embargo, y a juzgar por el movimiento sobre el escenario, la expresión en los rostros de los miembros de la banda y del personal técnico, comprendimos que algo horrible había sucedido".

Según el relato del periodista danés, las cosas estaban realmente caóticas sobre, enfrente y tras el escenario. "Caminé con cuidado hacia el frontis y vi cómo retiraban algunos cuerpos malheridos de entre la multitud y los ubicaban en el área de los fotógrafos. Pánico y caos. Miré hacia mi izquierda y vi a un joven mulato inconsciente. No había duda: estaba muerto. Nunca había visto una persona muerta en toda mi vida, pero sentí instintivamente que el muchacho frente a mí había dado su último aliento. No vi huellas de sangre ni de daño físico, la expresión de su rostro era de una calma profunda, no había dolor ni desesperación. Luego me entero que su nombre era Allan Tonnensen, de Varde, Dinamarca".

"Atrás del escenario vi a los miembros de Pearl Jam caminando sin rumbo. El baterista Matt Cameron pasó ante mí con pase de backstage, pero no había guardias revisando ni haciendo preguntas", escribe Tuxen. "Lo que ocurría detrás del escenario era angustiante: personas en camilla recibiendo primeros auxilios y unas cuantas ambulancias acercándose al área del backstage con sus sirenas encendidas. Discretamente me acerqué a uno de los hombres de blanco y le pregunté qué tan serio era el accidente. Afligido respondió que en ese momento estaban tratando de resucitar a cinco personas".

"En el backstage de los artistas, vi a Eddie Vedder caminando cabizbajo. Con lágrimas y una expresión de dolor y desesperación, pasó por mi lado. Lo vi correr hacia la zona de los músicos, gritando en voz alta, al tiempo que pateó un recipiente con agua", dice Tuxen.

Desde el escenario anunciaron que se había producido un serio accidente, que había vidas involucradas, pero nadie parecía tener idea de la magnitud de la tragedia. Entonces el periodista entró al sector de la prensa, donde nadie tenía una visión clara de la magnitud de la tragedia. "A esas alturas, escuchamos rumores que hablaban de cuatro a cinco muertos, pero nada era seguro. En el área de las comunicaciones, la gente estaba paralizada. Mi amigo y colega, Peter Ramsdal, me abrazó bañado en llanto. Yo, en cambio, no derramé ni una lágrima, pero sentí como si hubiera un vacío negro y profundo en mi mente y en mi cuerpo", cuenta Tuxen en Tras la huella de Pearl Jam.

Lo que se dijo

Al día siguiente, la cantidad de heridos y fallecidos copaban los medios internacionales. La tarea más importante para Tuxen fue informar del accidente en el sitio web de la revista GAFFA, incluyendo la decisión de los organizadores de continuar con el festival.

Entonces comenzó la caza de brujas contra la banda. Aparecieron fuertes ataques hacia Pearl Jam, increpándoles una supuesta reputación de generar disturbios en sus shows y presentar comportamientos desinhibidos.

Las acusaciones provenían de una agencia internacional de seguridad para grandes eventos, acusaciones que también corroboró la policía y que fueron difundidas en varios medios de comunicación. El antecedente sobre el caótico concierto que Pearl Jam había dado ocho años antes, solo sirvió para arrojar más leña a la hoguera: se había iniciado una verdadera cacería de brujas.

El diario BT publicó un artículo donde se indicaba que Pearl Jam deliberadamente instaba al público a causar desorden. Al leer el artículo con más atención, quedaba claro que se refería a un conflicto puntual con los guardias de seguridad que habían provocado al público durante un concierto en Estados Unidos, seis años atrás. "Pero ¿cuántos leyeron el artículo en su totalidad? Se trataba de rumores grotescos e infundados sobre una banda que hacía lo mejor posible por resguardar la seguridad de su público", reclama Tuxen.

El karma y la inspiración

Solo dos años después de la noche terrible de Roskilde, Tuxen fue invitado a un hotel de Manhattan donde se reunió a conversar con Eddie Vedder. Si bien la excusa era el último disco de Pearl Jam, inevitablemente la conversación derivó en la tragedia de Roskilde.

Vedder recordó que 45 minutos antes de subir al escenario del festival recibió una llamada desde Estados Unidos. La esposa del fallecido Chris Cornell (Susan Silver) había dado a luz a una niña. "Estaba tan feliz por ellos que tuve que abandonar la habitación para derramar un par de lágrimas. Chris es uno de mis amigos más cercanos (todavía no se había quitado la vida en un hotel de Detroit), lo amo intensamente, ellos habían deseado tener un hijo por mucho tiempo. Incluso había pensado decir algo sobre esto durante el concierto, sin nombrar a nadie, solamente darle la bienvenida a este mundo a esa pequeña criatura", rememoró el cantante de Pearl Jam.

"Me entraba muy conmovido y una hora y media más tarde, veía el otro lado del ciclo de la vida desplegado ante nuestras miradas", agregó Vedder.

Pearl Jam permaneció varios días en Dinamarca luego del accidente. Afortunadamente, según explica Tuxen, recibieron asistencia psicológica de una de las pocas personas en el mundo que había experimentado algo parecido.

El 3 de diciembre de 1979 fallecieron once personas durante un concierto de The Who, en Cincinatti. La relación de Vedder con Pete Townshend, mucho antes de Roskilde, ha sido tremendamente estrecha, tanto que Eddie considera al legendario guitarrista como su mentor.

Al mismo tiempo que la fama del vocalista aumentaba, las dos bandas aparecían actuando juntas y Vedder y Townshend se fueron haciendo amigos cercanos. Cuando el guitarrista de The Who y el cantante de la banda, Roger Daltrey, se enteraron de lo sucedido en Roskilde, reaccionaron rápido y tomaron el primer vuelo directo a Kastrup (Copenhague), para proporcionar apoyo en la emergencia, algo que, ciertamente, solo las personas que han estado en la misma situación pueden entregar. Vedder le contó a Tuxen que la asistencia fue de gran ayuda.

"Algo que fue súper importante para mí, que nos ayudó a seguir adelante, fue esa conversación que tuve con Pete Townshend en Copenhague, el día después del accidente. Casi no podía hablar, pero le dije a Pete que no podía entender el karma de esta situación. Siempre hemos hecho todo lo que está en nuestro poder para brindar entornos seguros y proteger a nuestros fans durante los conciertos. Me parecía increíble que nos sucediera justamente a nosotros. Pete me respondió: 'Tal vez les ocurrió justamente a ustedes, porque pueden enfrentarlo, tal vez ese sea el karma: le ocurrió a tu banda por el respeto que ustedes transmiten, porque realmente se preocupan por el bienestar de otras personas'. Una reflexión que me hizo cambiar de parecer en 180 grados. Pero en ese momento no creía que podíamos superarlo y no, no podemos: nunca seré capaz de superarlo".

Cuando los de Vedder regresaron a Seattle, estaban en la encrucijada de cancelar los conciertos. "Nos llamábamos constantemente por teléfono, porque sentíamos que no podíamos hablar con otras personas sobre lo que había sucedido. Era imposible comer, concentrarse, no podíamos huir de la pesadilla", aseguraba Vedder.

Según el hombre de “Black”, “cuando hicimos nuestro primer concierto en agosto, me dirigí al costado del escenario y vi la presentación de Sonic Youth, que era la banda que abría. Estaban tocando ‘Teenage riot’ y fue la primera vez que sonreí después del accidente. Esto me dio razones para creer que hay una fuerza y una alegría en la música por la que vale la pena seguir”.