En medio de la confusión de estos días, del mareo doméstico, de la cotidianidad cuesta arriba y de los diversos malestares diarios, la voz templada y apacible de Bebel Gilberto al otro lado del teléfono actúa como un paliativo para algunos de los males de 2020.
“Es un día hermoso aquí en Río de Janeiro”, advierte la artista con genuino entusiasmo desde su tierra de infancia, a la que regresó a vivir hace dos años. Uno de los múltiples hogares de una vida y carrera nómades, con temporadas en México, Londres y Nueva York, la ciudad donde nació hace 54 años y regresó en 1991 para proyectarse desde allí como una de las voces más universales de la música en portugués, protagonista del cruce entre bossa nova y electrónica y colaboradora de figuras tan diversas como David Byrne, Caetano Veloso y el japonés Towa Tei, con quien dio forma a algunos de los himnos que impulsaron la fiebre de fin de siglo por el lounge y el “chill-out”.
Pero la autora de Tanto tempo vive y canta por cosas mucho más grandes que las etiquetas, las modas pasajeras o la música de fondo de restoranes y salas de espera del mundo. Lo suyo difícilmente se podría reducir a bossa nova contemporánea o incluso música brasileña. Lo vuelve a demostrar en Agora, el álbum que lanzó este mes y que entra de inmediato entre lo mejor de su discografía. Un trabajo maduro y confesional, más arriesgado y nostálgico que su luminoso antecesor (Tudo, 2014), donde su inconfundible voz se pasea con soltura por sutiles orquestaciones electrónicas y pasajes cercanos al dream pop, el afrobeat y el jazz cubano. Un disco, además, cargado de pérdida y sanación, de duelo y reflexión, que ve la luz en medio de la confusión global, las duras cifras del Covid-19 en Brasil, las giras canceladas y luego que solista perdiera -con solo meses de diferencia- a sus padres: la reconocida cantante Miúcha y el mayor ícono de la bossa nova, João Gilberto.
“Es la vida. No tengo mucho que hacer al respecto, no tenía escapatoria. Y no quería suspender todo, porque creo que los sonidos que estoy creando ahora pueden ser apropiados para los tiempos que estamos viviendo. Fue una de las razones por las que pensé que este álbum tenía que ser publicado en este momento, porque refleja mucho de lo que he estado sintiendo, que incluye, por supuesto, mucha tristeza, muchos instantes de soledad, de estar enfrentada a mí misma. Y creo que de todo eso salió un sonido que se ajusta a lo que están viviendo muchas personas”, comenta.
Confeccionado junto al talentoso productor Thomas Bartlett (Sufjan Stevens, St Vincent), experto en sacar el lado más descarnado de sus colaboradores, Agora incluye una canción dedicada al padre, O que não foi dito, creada mientras la cantante cuidaba de João Gilberto en sus últimos días de vida, con salud deteriorada y graves problemas financieros. “Lo que no fue dicho, está escrito / voy a cuidar de ti, porque lo necesito”, canta Bebel sobre el proceso, que derivó en su mudanza definitiva a Brasil.
-¿Cuánto influyó la muerte de sus padres en estas nuevas canciones?
La mayoría de las canciones ya las había compuesto. Pero claro, ambos estaban enfermos en ese momento, mi mamá tenía un cáncer muy fuerte y obviamente me afectó mucho. Me tuve que venir de vuelta a Brasil. Pero no fue tanto su muerte, fue más bien el proceso.
-¿Se siente distinto sacar un disco en este contexto?
El disco está terminado desde octubre del año pasado, pero estábamos planificando el lanzamiento con mucho cuidado, mucho cariño, mucho tiempo. Me dio mucha angustia haber tenido que cancelar todo esto porque teníamos todo arreglado, una linda gira mundial con más de 60 shows ya anunciados, varios de ellos sold out. Es muy duro todo pero así está el mundo, y me siento privilegiada porque tengo agua limpia, salud, comida y a mi perro. No me falta nada.
-Uno de los temas nuevos más llamativos es Bolero, que canta en español. ¿Cómo nace esa idea?
Siempre tuve ganas de cantar en español. Esto fue una inspiración del corazón. Hay artistas que cantaban en español que me han inspirado mucho, como Mercedes Sosa. Y Violeta Parra, que si no fuera por ella yo no estaría aquí ahora.
-Ella presentó a sus padres, ¿no?
Sí, en París. Fue un cupido chileno. Esa historia es real y cuando fui a Chile pude conocer a su hija, Isabel, muy encantadora ella. Me encantó la familia Parra.
-¿La música de Violeta Parra la ha inspirado también?
Sí. Cuando Mercedes grabó con Milton Nascimento había una canción que escuché cientos de veces en mi adolescencia, que me marcó: Volver a los 17. La vida es eso finalmente, un viaje que vuelve a los 17. Con mis amigos que hacemos música solemos decir “esto es totalmente Volver a los 17”, usamos esa canción como referencia porque fue una música muy influyente.
-El primer single de su nuevo disco, Na cara, parece una denuncia, porque encara a alguien que “vive de mentiras” y le exige soluciones. ¿Está dedicada a alguien en particular, a algún político tal vez?
A todo el mundo, a varios.
-Más de alguien lo ha interpretado como un mensaje al presidente Jair Bolsonaro. ¿Cómo ha visto el manejo de la pandemia por parte de su gobierno?
Esto es una tragedia. Nuestro presidente está loco y estamos viviendo una pesadilla, realmente. Porque no es solamente la crisis generada por la pandemia, es la crisis económica, la crisis política, son muchas cosas. En un momento como este necesitábamos que nuestro presidente nos calmara, nos guiara, nos dijera cosas que hicieran sentido. Lo que él dice no tiene sentido y cuando dice que está enfermo yo creo que es un fraude. Va a decir que está bien, que fue la cloroquina, porque quiere vender la cloroquina, cosas que aquí ya sabemos.
-¿Cómo sobrelleva esta situación?
Esta es una crisis mundial, una crisis de confianza que quizás, incluso, era necesario que ocurriera. Pero creo que este es un momento de transición, de sufrimiento, de batallas. Definitivamente es un momento muy difícil y que quedará por mucho tiempo. Me imagino con 90 años todavía hablando de lo que fue el 2020, tengo esa certeza.
-¿Piensa volver a Nueva York?
Oh, si pudiera tomar un avión me iría mañana, el problema es que tengo dos pasaportes, brasileño y estadounidense, y con ellos no puedo ir a ninguna parte. Ni siquiera puedo ir a la playa. Estoy cerca de la región de Los Lagos, estoy bien, en una casa muy bonita. No tiene playa ni piscina pero tengo una vista linda y está todo bien.