Netflix estrena Parasite de Bong Joon-ho
La premiada película del director surcoreano vive a contar de hoy una segunda vida gracias a su llegada al catálogo de Netflix.
El 2019 fue un año de estrenos importantes, aunque los Premios Oscar fueron decisivos para destacar la última y galardonada película de Bong Joon-ho, Parasite, una de las imprescindibles de aquella temporada donde se hizo ganadora de cuatro estatuillas doradas, incluyendo Mejor película, Mejor director y Mejor guión original.
Parasite es la historia de una familia que se inventa una ficción para salir de la pobreza y termina invadiendo el mundo de los privilegiados, aunque no todo resulta según lo planificado.
La idea llegó desde una experiencia de su director: cuando el surcoreano Bong Joon-ho estudiaba en la universidad, trabajaba como tutor del hijo adolescente de una familia adinerada. El cineasta accedió a un mundo de lujos que no conocía y pensó que ahí había material cinematográfico, algo que finalmente concretaría en Parasite.
“Imaginé qué pasaría si trajera a mis amigos a esa casa”, contó en una entrevista con Vanity Fair, sobre un trabajo que duró bastante poco. “Me despidieron dos días después, porque hablábamos mucho”, dijo allí entre risas, aunque la experiencia quedó grabada en su memoria.
Lucha de clases
En Parasite, los cuatro integrantes de la familia Kim viven en uno de los famosos semisótanos surcoreanos conocidos como banjihas, que se han transformado en la respuesta “asequible” para cierto segmento de la población ante la escasez de viviendas y los altos precios de arriendo en Seúl.
El olor a humedad, la estrechez del espacio y el desorden de la vivienda operan como una metáfora de sus vidas: están abajo, pero no tan abajo, aún quedan esperanzas por salir a flote.
La historia avanza cuando un buen día uno de los Kim conoce a la pudiente familia Park, habitantes de una casa de exclusivo diseño, amplia y casi vacía. Entonces ambas familias comienzan a relacionarse por la única razón por la que suelen cruzarse las clases sociales en las sociedades más rígidas: el trabajo.
Poco a poco, los Kim engañan a los Park hasta convertirse en sus empleados. La manipulación tensa el relato y subvierte los roles. “A primera vista, podría leerse como una sátira social en la que una familia pobre se aprovecha de un clan adinerado, pero esa lectura es peligrosa”, advirtió el director en la prensa previa a los Oscar.
Luego siguió: “En realidad, los pobres de mi película son personas con talento y dignidad. Es la falta de empleo la que los empuja a aprovecharse de los ricos. Además, la familia burguesa también puede verse como un grupo de parásitos: son incapaces de realizar las tareas más elementales y requieren de sus sirvientes para hacer cualquier cosa”.
Las formas trabajan
Otro foco interesante de Parasite son sus sets. Según el director, allí se juega el 80% de una película.
En el filme, Bong Joon-ho no solo quiso representar el modo de vida de dos familias diametralmente opuestas, desde las carencias de luz natural o comodidades de los Kim, habitantes de un hogar caótico y a veces inundado y sucio, al esnobismo y la exclusividad de su contraparte, poseedores de colecciones de arte, empleados para las labores domésticas y luz natural a raudales.
La altitud de ciertos espacios en ambos hogares también entrega información valiosa. Bong Joon-ho parece decirnos que las cosas bajo tierra, como el hogar de los Kim o el subterráneo de los Park, son espacios oscuros que la sociedad no quiere ver ni mostrar, como una elaborada metáfora sobre la pobreza.
No es casual que los Park ni siquiera sepan qué ocurre bajo su alfombra, así como las clases altas no saben cómo viven las clases bajas.
Parasite, una película sobre la lucha de clases convertida en un éxito mundial, ya está disponible en el catálogo de Netflix.
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