Emily in Paris es una de las más recientes apuestas de Netflix en cuanto a series, pero antes que todo, vamos a los datos técnicos. Su primera temporada debutó en octubre y fue escrita por Darren Star (Sex and the City, Beverly Hill 902010). Consiste en 10 episodios de 30 minutos cada uno, y su protagonista es Lily Collins, actriz y modelo de 31 años, hija del músico Phil Collins.

¿De qué se trata? Collins interpreta a Emily Cooper, una joven que trabaja en una empresa de marketing con sede en Chicago, que realiza una alianza con una sucursal en París, Francia. La jefa de Emily, Madeline, era la elegida para viajar a la ciudad de las luces, lo que implicaba un ascenso para Emily en Chicago. Sin embargo, Madeline finalmente no toma este cargo y envía a Emily como representante estadounidense en la empresa en París.

La emoción se deja ver inmediatamente en la joven que se vale continuamente de las redes sociales -sobre todo una aplicación que emula instagram- y sin meditarlo mucho ni esperar la opinión de su novio, decide aceptar el trabajo y mudarse a Francia por, al menos, un año.

“Pero si no hablas francés”, le dice Doug, su pareja. “Finge hasta que lo logres”, responde la optimista Emily, anticipando que el desconocer el idioma será un punto en su contra en el proceso de adaptación en su nueva vida.

La serie avanza tan rápido, que no transcurren más de cuatro minutos cuando ya vemos a Emily llegando a su nuevo departamento, publicando selfies en sus redes y alucinada con las calles que recorrerá de ahora en más.

Así mismo, inmediatamente se muestra que la recepción de sus colegas en la oficina francesa es más bien fría, si es que no malintencionada. Con miradas despectivas, siendo aislada para almorzar y ganando un apodo burlesco en su primer día, ella se da cuenta que su estadía no será tan de ensueño como pensaba.

Ahora, no todo es decepción. En el camino conoce una chica que instantáneamente le ofrece su amistad en una ciudad que puede ser -muy- hostil, conoce a un seductor vecino, y uno de sus colegas da tímidas muestras de humanidad. Así mismo, continúa su relación a distancia con un novio que -al menos al comienzo- la apoya en su nuevo rumbo y se prometen visitas.

En suma, Emily in Paris es una historia liviana, bastante predecible y cargada de prácticamente todos los clichés propios de las comedias románticas norteamericanas, y como tal, es un contenido ideal para quienes buscan un escape a los dramas profundos y las temáticas sesudas.

Sin embargo, mientras la serie lidera las preferencias de los usuarios en Estados Unidos -afirmándose en el primer lugar en Chile-, en Francia, su lugar de filmación, tuvo una recepción similar a la que tuvo la protagonista de la historia en su oficina: fría y despectiva.

Elaine Sciolino, periodista del New York Times desde París, escribió una columna en la que detalla que mostró extractos de los 10 episodios entre varios franceses de un amplio rango etario. “La respuesta abrumadora fue ‘ridiculizar’”, relató Sciolino.

“Ridiculizar que Emily Cooper se encontraría inesperadamente responsable de enseñar a una empresa de marketing de lujo parisina cómo mejorar su plan de Instagram y Twitter. Ridiculizar que Emily llega a cada escena con un par de tacones de aguja diferente y un conjunto llamativo que no podría caber en las calles de París, o en su presupuesto. Ridiculizar que quien interpreta a la directora de la firma, insulta y menosprecia públicamente a Emily con una malevolencia ingeniosa, no, como muchos franceses podrían hacer, a sus espaldas”, detalló la columnista del New York Times.

“Y lo más ridículo de todo, es que Emily no habla francés y confió en una aplicación de traducción en su teléfono celular”, añadió Sciolino, quien sorpresivamente concluyó su crítica calificando Emily in Paris como “un refrescante escape a la pandemia” y a partir de su experiencia personal como estadounidense corresponsal en Europa, aprendió que “algunos clichés son ciertos”.

En The Independent UK, en tanto, prefirieron aplicar guillotina y calificarla con una escueta estrella -de un total de cinco-. “Aquí hay una lista parcial de todas las personas que no disfrutarán de la nueva serie de Netflix, Emily in Paris: franceses, hablantes de francés, expatriados que viven en Francia, cualquiera que haya estado en Francia, cualquiera que haya estado expuesto a cualquier cultura ambientada en Francia, cualquiera que haya visto una imagen de la Torre Eiffel, cualquiera que haya comido un croissant. Si pertenece a alguna de estas categorías, me temo que Emily in Paris no es para usted”.

Por su parte, Indiwire critica la falta de diversidad racial y queer, pero concluye su comentario con una comparación muy de estos tiempos: “Es extraño, pero Emily in Paris es como desplazarse por Instagram. Es una excelente manera de perder el tiempo mirando imágenes bonitas sin profundidad, tomadas por personas hermosas con la capacidad de hacer y llamarlo trabajo. Si eso es lo que estás buscando, será para ti. Si estás pensando que esta es una especie de Sex and the City, lo siento, no es así”.

Desde Decider, en tanto, abrazan este conjunto de clichés y llaman a dar una oportunidad a la narrativa de su guionista: “[Darren] Star ha demostrado durante las últimas tres décadas que puede crear personajes bastante completos y ponerlos en situaciones divertidas, aunque a veces un poco ligeras. Nos cautivó lo informal que fue la serie. No fue necesariamente lento, pero seguro que fue fácil. Ese ritmo, en lugar de ralentizar la historia, realmente lo ayuda. Tal como Emily -la estadounidense emprendedora- tiene tiempo para respirar y explorar la vida en un París más relajado y romántico; los espectadores tenemos tiempo para disfrutar del viaje con ella”, escribió Joel Keller.

Emily in Paris está disponible en Netflix.

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