Plastic Ono Band: no creo en los Beatles
Por Nuno Veloso
A Lennon siempre le llamaron la atención los charlatanes. Ejemplos claros son el Maharishi Mahesh Yogi y Magic Alex. Pero, cuando los publicistas de Arthur Janov, el psicólogo creador de la terapia Primal Scream le enviaron una copia de su primer libro, las cosas fueron en serio. Ese sería el catalizador para el disco más intenso de toda su carrera.
John y Yoko invitaron a Janov a volar desde Norteamérica a su residencia en Tittenhurst Park y comenzaron así sesiones de terapia juntos. La idea central de la terapia de grito primal era poder sentir todo ese dolor acumulado en la vida desde la niñez, y el resultado fue tan inspirador que ambos construyeron dos álbumes prácticamente gemelos a raíz de su experiencia.
Llamados de igual forma –Plastic Ono Band- ambos discos debut –de John y Yoko- hicieron su aparición el 11 de diciembre de 1970. Fueron grabados en las mismas sesiones y con los mismos músicos: John, Klaus Voorman en bajo –el amigo de los Fab4 que dibujó la portada de Revolver- y Ringo en batería. La única excepción fue “AOS”, una canción en vivo en la placa de Ono que contaba con el alucinante Ornette Coleman. A simple vista, ambas portadas parecen ser iguales. Una observación detenida revela de inmediato que, en el de Lennon, el músico aparece recostado en Yoko y que, en el álbum de ella, es Lennon quien le sirve de apoyo. En la parte posterior de las placas, una foto de infancia de cada uno completa el cuadro.
Si la placa de Yoko es un torrente de fricción –"Why" es noise punk a la vena, con una de las mejores interpretaciones de Ringo, el bajo groovy de Voorman y la guitarra ácida de Lennon espejeando los chillidos de Ono, que parecen una eléctrica desenfrenada por sí solos- el álbum de John es austero e intimista. En sus letras –no solo en los gritos-, el ex Beatle vuelca todo el dolor que se ha colado en su vida, partiendo con la muerte de su madre. Es este acontecimiento el que inspira las dos canciones que engloban el álbum: la potente "Mother" y la melancólica "My mummy's dead".
Fue en medio de una segunda etapa de terapias con Janov –esta vez en Los Angeles- que, hablando sobre cómo la gente que siente dolor usualmente busca la religión, a John se le ocurrió una frase definitiva: "God is a concept by which we measure our pain" (Dios es un concepto con el que medimos nuestro dolor). Así nació la canción "God", un réquiem para el fin del sueño de los Beatles pero también un descargo contra todos los ídolos. Es, literalmente, un anti credo compuesto por Lennon. "I don't believe in Bible… I don't believe in Hitler, I don't believe in Jesus… I don't believe in Elvis, I don't believe in Zimmerman, I don't believe in Beatles". En cambio, decide creer solo en sí mismo y en el aquí y en el ahora: "I just believe in me, in Yoko and me and that's reality", confiesa. Esta es su declaración de independencia de la banda más grande de la historia, y le dice a sus fans que simplemente lo superen: "I was the walrus but now I'm John. And so dear friend you just have to carry on. The dream is over".
En la misma línea, la sucia y roquera "I found out" es una crítica a los hippies y la también friccionada "Well Well Well" habla de la ansiedad por cambiar el mundo. El fingerpicking que decoraba sus gemas del White Album como "Julia" y "Dear Prudence" se actualiza en la delicada "Look at me" –una canción sobre las expectativas que el resto tiene sobre uno- y la ralentizada "Isolation", edificada sobre el piano sobrio de John, trata sobre cómo todos somos víctimas del dolor, empatizando incluso con quienes nos han herido: "I don't expect you to understand after you caused so much pain. But then again you're not to blame. You're just a human, a victim of the insane" (No espero que entiendas luego de que has causado tanto daño. Pero no hay que culparte pues solo eres humano. Eres una víctima de la locura"). "Remember" inspiraría la "Somewhere apart" de Robyn Hitchcock quince años después.
Tanto choque con el dolor no significa que Lennon haya perdido el idealismo. De hecho, los dos himnos que nacen aquí –"Love" y "Working class hero"- pavimentarán el camino para su disco más soñador: Imagine. "Un sueño que sueñas solo, es simplemente un sueño. Un sueño que se sueña juntos es realidad", dijo alguna vez Yoko. Y los gurús de negro –aún no se cambiaban al blanco-, en estos debuts al unísono comenzaron a construir una nueva realidad juntos al hacerse cargo de su sufrimiento. A modo de anécdota, tras haber terminado el disco, Lennon le envió una copia a Janov y el psicólogo se lo mostró a la vez a un grupo de sus pacientes. En una entrevista con Mojo en el año 2000, recordó ese momento: "Todos entendieron lo que John estaba haciendo. Era una nueva dirección para él y el nivel de simplicidad era sorprendente". Pues el nivel de genialidad también.
Imagine: una por otra
Por Andrés Panes
Aprendí a la mala, echando a perder "Viaje sin rumbo" de Tiro de Gracia de tanto escucharla, que las canciones no hay que trillarlas. Por mucho que te gusten, siempre es una posibilidad saturarse y perder el deleite. En los peores casos, puede transcurrir bastante tiempo antes de volver a disfrutarlas, así que procuro evitar las reproducciones innecesarias de ciertos temas para que el goce no se vea amenazado. Pongo un caso: si doy una vuelta por el dial, nunca me quedo en una radio que esté tocando "Imagine" de John Lennon, seguramente el mejor ejemplo de cómo se pierde la sensibilidad por culpa de la sobreexposición.
Portadora de la quintaesencia del idealismo y flotante como una partícula suspendida en el aire, "Imagine" es una obra maestra a la que nunca se le ha permitido reposar. Incluso advierto la tendencia de ningunearla entre mis colegas más deseosos de parecer cool. A mi juicio, la insensatez se debe al aturdimiento que produce haberla machacado por décadas al punto de basar en ella buena parte del mito en torno a Lennon, que en realidad nunca fue un santo, sino más bien un tipo bien intencionado con el talento de conectarse con lo mejor de sí mismo través de la música. Por eso, aunque entiendo que es un himno del amor y la paz, "Imagine" para mí es el sosiego momentáneo de un hombre lleno de conflictos.
El disco homónimo que la contiene es prácticamente el único contexto en el que la escucho. Fuera de ese hábitat, incluso me resulta un pelín cínica, pero puesta dentro del conjunto a modo de apertura resulta perfectamente plausible como una suerte de prematura compensación por la extravagante ocurrencia que viene minutos después, algo común en una discografía llena de momentos impredecibles; errática dirán algunos, jugada y muy entretenida diremos otros.
Lo digo porque a "Imagine" la sigue la cantinera "Crippled Inside", en la que Lennon hace pedazos la ceremoniosidad y la parsimonia evocando de forma lúdica al folclor gringo. En el dobro, un instrumento típico del country, lo acompañaba su ex compañero de banda, George Harrison, secuaz también de la maliciosa "How Do You Sleep?". Controversial por naturaleza, la flecha dirigida a Paul McCartney nunca me ha parecido tan venenosa como la pintan. Era parte de los dimes y diretes típicos entre personas jóvenes con una lista de conflictos por resolver y grandes tribunas a su disposición, lo mismo que se ve hasta el día de hoy cuando las celebridades se agarran de las mechas por las redes sociales. Hay un video, en los extras de la última reedición de Imagine, donde Lennon y Harrison tocan "How Do You Sleep?" y, a pesar de sus rostros impávidos, de alguna forma traslucen que se sienten como niños chicos haciendo una diablura juntos.
El disco tiene partes donde los bordes están perfectamente redondeados, con canciones para derretirse de amor como “Oh Yoko!” o para pedir perdón como “Jealous Guy”, en las que asoma el Lennon vulnerable y liberado de su característica ironía, pero la verdad es que mi pasaje favorito es el filoso bloque formado por “I Don’t Wanna Be A Soldier Mama” y “Gimme Some Truth”. Monumental, la primera lleva el sello Spector y constituye una declaración de rebeldía frente a las expectativas que la sociedad nos impone, con un mensaje que la llevó a ser adoptada por el grunge en los noventa mediante un cover de Mad Season. Urgentísima, la segunda es un grito que pide luz en medio de la oscuridad, con un Lennon hastiado del pandemonio de opiniones que se genera en tiempos de crisis. Sobra decir que cualquiera de las dos se traslada y adapta con facilidad a diversas realidades actuales, en la enésima muestra de lo universal que Lennon podía llegar a ser. De ahí que la fijación con “Imagine” me parezca totalmente comprensible, pese a que estoy lejos de compartirla. Por mi lado, espero nunca sentir indolencia ante una canción tan magnífica y, pese a que no soy un apóstol del formato largo, estoy convencido de que en este caso el amparo está en volver al disco entero y recordar que su extrema dulzura fue posible gracias al amargor de otras.