Juan Carlos Meléndez (Copiapó, 1959) contesta las llamadas con tono melancólico y angustiado. Hace algunas semanas hizo público que, en los próximos meses, dejará definitivamente el país para radicarse con su esposa y sus dos hijos menores en España. Ella, de origen andaluz, le dio una especie de ultimátum hace dos años: en 2021 partiría a Europa con los niños aunque tuviera que hacerlo sola.
A tres meses del plazo fatal, el comediante apodado “Palta” por Alfredo Lamadrid a inicios de los ochenta —porque “tenía cara de paltón, de cuico”—, no le quedó otra que empezar a despedirse.
“Ha sido muy fuerte la verdad, muy fuerte lo que estoy viviendo, estoy con dolor”, dice a Culto mientras gira la cámara de su celular y reafirma el estado de su voz. La mesa y los sillones de su casa comparten espacio con cajas arrumadas, electrodomésticos listos para ser vendidos y varios otros elementos en proceso de desintegración. “Ya está todo desarmado (suspira) ¡Es terrible, terrible!”.
La decisión, explica luego, es por el futuro de sus hijos de 4 y 9 años. “Allá la educación es gratis, la calidad de vida es otra, pero el arraigo es muy fuerte, uno ama a su país, tiene sus cosas. Es duro”, confiesa como volviendo a lamer una herida que no tiene intenciones de cicatrizar.
Entre chatarra y humor
Como a todos en el gremio del espectáculo, Meléndez vio reducido a cero sus ingresos. Con shows intermitentes desde octubre producto de la situación social del país y con una pandemia que desde marzo ha imposibilitado los eventos masivos como parte de las medidas de distanciamiento social, el comediante tuvo que cambiar momentáneamente de rubro. Ahora junta chatarra.
Su nuevo oficio consiste en reciclar material de acero, fierros, latas, aluminios y elementos inoxidables que luego vende por kilo para generar parte de los ingresos que antes obtenía de los escenarios. Aunque esta vez no se queja ni lo menciona. Ahora quiere hablar de sus rutinas, que hace un par de meses logró un acuerdo con una ticketera para llevar sus shows al streaming y el éxito del par de funciones que hizo septiembre. El ritmo de la conversación entonces agarra tonos más luminosos.
-Palta, ¿te acomoda hacer un show sin ver a nadie?
-Es muy extraño, porque no hay respuesta del público y uno se incomoda a veces. No sé si el chiste está resultando, pero es parte del trabajo de uno que la gente se ría. Uno lanza las cosas que piensa y la respuesta que va teniendo el chat te da un parámetro. Los comentarios generalmente han sido positivos.
Arriba del caballo
Su tercera aventura en esta fórmula antes desconocida para él, se llama Chile es talla, una obra en que personifica a la estatua del General Baquedano ubicada en el epicentro de las manifestaciones en Santiago.
Grabado con la técnica del croma, Meléndez se ubica virtualmente en la piel del monumento, rígido arriba del icónico caballo que lo acompaña y, debido a las circunstancias, luciendo una rígida mascarilla. “Tiene toda esa magia, da la sensación de que estoy en la Plaza Baquedano… o Plaza Italia… o Plaza de la Dignidad, pues compañero”, bromea para describir un espectáculo que ha sido reseñado como “imparcial” por sus organizadores.
El espectáculo lo volverá a unir con los comediantes Papo Dintrans y Juan Luis “Jajá” Calderón, quienes fueron sus compañeros en el desaparecido estelar de Pedro Carcuro De Pé a Pá. “De esa época no estábamos juntos los tres”, dice. “Papo me irá a visitar con el personaje de “su excelencia, el presidente” y la de un encapuchado sorpresa”, adelanta, “aunque debajo de la capucha se esconde un alcalde que está en todas partes”.
El guión está construido como una especie de “resumen” de los últimos meses vividos en Chile, dividiéndolo en seis meses de protesta y otros seis de pandemia. “Luego de este virus, Baquedano volvió a estar al centro de todo y está chato, no quiere más, está con crisis de pánico”, describe. Calderón, personificando a la Doctora Cordero, se encargará de hacer un “psicoanálisis” al monumento y también a su caballo que ha vivido en carne propia las jornadas de protestas.
Eso sí, el humorista se apura en comentar que su versión de Baquedano “está cansado de la violencia, es un mensaje que mandó ahí. Hago un llamado a manifestarse pero ya no podemos justificar la violencia”.
¿Palta Constituyente?
Antes de aceptar pasar a engrosar la lista de los miles chilenos en el extranjero, Juan Carlos Meléndez pensó en ser diputado en 2016 e involucrarse de lleno en esa misma clase política que durante casi cuarenta años de carrera le dio sustancia para sus rutinas.
Aunque aquella aventura terminó con él sin un cupo en el Congreso —quedó séptimo con el 5.7% de los votos en su natal Copiapó—, le dejó clara una cosa: jamás volvería a ser parte de un partido político o candidato a nada.
“Ya me ofrecieron ser constituyente pero yo no quiero. Por ningún motivo. Con la militancia lo pasé muy mal, tenía una mirada muy romántica pero cuando entré y vi la interna es atroz. No tengo cuero de chancho para soportar traiciones. La traición es una permanente en la política y yo no tengo ese carácter”.
-¿Cómo ves lo que pasará en Chile después del plebiscito?
-Creo que después de las elecciones debería calmarse. La violencia va a estar demás. Yo no la justifico, pero antes de la pandemia los jóvenes de la primera línea lograron el objetivo de cambiar esta constitución, que era el anhelo más grande de los chilenos. Fueron seis meses de rabia justificada por una acumulación de treinta años de abusos, canalizadas por esta “generación del CAE” que dejó de creer en toda la clase política. Vieron a sus padres y ellos mismos vivían endeudados por la educación. Ahí uno lograba entender pero ahora es lumpen, no son más de doscientas personas que van solo a romper cosas y causar daño, no hay afán ideológico ahí.
Chile es talla se estrena el sábado 17 de octubre a las 22:00 horas por sistema Dale Ticket. Las entradas tienen un valor de $5.750 (recargo incluido).