Hará falta una profunda evaluación para dimensionar con exactitud la magnitud del daño de los incendios provocados el domingo por encapuchados en dos iglesias ubicadas a metros de la Plaza Italia, mientras allí miles de personas conmemoraban, en forma pacífica, un año del estallido social.
Sin embargo, hay una dimensión de la pérdida que se superpone a lo material, como indica a La Tercera la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés. “Es lamentable ver afectados dos importantes inmuebles patrimoniales. Más allá de su materialidad, estas iglesias albergan en su interior la historia y la memoria de la ciudad y de su gente, y esa es la pérdida que más nos duele”, dice.
“Nuestros equipos ya están avanzando en el diagnóstico, pero hay cosas que definitivamente no podrán ser rescatadas ni restauradas, por lo que se sumarán a la lista del patrimonio material que muere en manos de quienes no tienen interés en resguardarlo, ni mucho menos en resguardar la democracia”, agrega.
Ambas iglesias son inmuebles de conservación histórica, en albañilería y ladrillo. La Parroquia de La Asunción tiene, además, zonas de adobe, fue construida en 1876, y se ubica en Vicuña Mackenna 69, esquina Barón de Coubertin. En tanto, la iglesia San Francisco de Borja, en la calle Carabineros de Chile 160, fue erigida en 1872. Ambas fueron saqueadas por encapuchados en noviembre y enero pasados, respectivamente, para alimentar barricadas con sus bancas e imaginería religiosa.
Este domingo, ambas iglesias recibieron ataques con fuego. Dos incendios fueron provocados en la capilla de Carabineros, y Bomberos logró sofocarlos, el último, cerca de las 22.00 h. El siniestro de La Asunción, en cambio, fue controlado a las 21.00 h, por 14 unidades de Bomberos. Sin embargo, una hora antes, las llamas habían provocado el derrumbe de la torre y la aguja del templo. Así, la torre campanil y las campanas se perdieron. “Hemos lamentado terriblemente la pérdida de las pinturas del cielo, las que estaban bajo el envigado de cubierta”, detalló ayer en la mañana Emilio de la Cerda, subsecretario del Patrimonio Cultural.
El arquitecto lideró a un equipo de la secretaría técnica del Consejo de Monumentos Nacionales en una inspección de los daños estructurales a través de un vuelo de dron, puesto que aún no es posible ingresar: la PDI sigue haciendo peritajes.
“Este no es un ataque a una jerarquía de una iglesia, no es un ataque a un símbolo de poder, es un ataque a una comunidad viva”, enfatizó el subsecretario.
En tanto, De la Cerda reconoció que “en San Francisco de Borja están los vitrales más antiguos de Chile, y eso se perdió”. Cedida a Carabineros en 1975, originalmente la construcción del templo fue encomendada por Las Hijas de la Caridad, y era la capilla del Hospital San Borja. Allí había 29 vitrales de origen francés que conformaban un conjunto único y llegaron a Chile firmados en 1875 por el taller bordelés de Gustave-Pierre Dagrant. Sumaban una extensión de 45 metros cuadrados, pero cuando la iglesia fue vandalizada en enero, se perdieron entre el 50% y el 60% de esos obras, según la Subsecretaría del Patrimonio.
“Estaban catastrados, había un proyecto para retirarlos, y ahora se ha perdido gran parte de esos vitrales”, declaró Emilio de la Cerda.
El retiro era parte de un plan de Carabineros, el Ministerio del Interior y la Subsecretaría del Patrimonio, pero no se alcanzó a concretar su resguardo.
No obstante su tenebrosa apariencia luego de los ataques, el subsecretario destacó que “los templos están en pie, sus muros y parte de su cubierta. Las pérdidas son muy graves, pero no están en el suelo y por lo tanto es posible recuperarlos”.
En entrevista con La Tercera, Emilio de la Cerda anunció que guiarán a los administradores de las iglesias para “un retiro razonado de los escombros, con el propósito de rescatar las piezas de valor patrimonial que puedan encontrarse y ayudar en una reparación simbólica futura”.
La visita, aclara, tuvo un trasfondo profundo: “Fuimos a acompañar a las comunidades ligadas a los templos que fueron atacados y destruidos. El patrimonio no es un conjunto de ladrillos o maderas, sino una relación con una comunidad viva que le da sentido a estos bienes culturales”.
Por ello, indica, con estos incendios “se pierde un importante testimonio de nuestra historia. Para construir futuro, el respeto del otro y de las diferencias debe estar en el centro. Estos ataques son un daño a la sociedad en su conjunto”.
El dilema de Plaza Baquedano
Ya el año pasado, después de los primeros rayados en el conjunto escultórico de Virginio Arias, surgieron voces abogando por retirar la estatua del general Baquedano de la Plaza Italia. El Consejo de Monumentos Nacionales, que tiene la tuición sobre ese monumento público, realizó una sesión extraordinaria en enero, después de que desconocidos intentaran volcarlo con cuerdas. Los especialistas decidieron no moverlo, pero sí reforzarlo y retirar los elementos que podrían desprenderse.
El viernes pasado, manifestantes pintaron de rojo la escultura, y al día siguiente amaneció repintada con su color original. “Lo volveremos a hacer, si es que nuevamente hay conductas de desprecio a la historia, a los héroes”, declaró el intendente metropolitano Felipe Guevara el sábado. Y así sucedió: el domingo la estatua fue cubierta de rojo y le instalaron un ojo gigante, por los cientos de lesiones oculares del año pasado, y en la madrugada del lunes, la intendencia le restauró su color. Aunque ninguna autoridad se ha referido a la erosión que pueden provocar cuatro capas de pintura en tres días sobre el metal de la estatua, el Consejo de Monumentos Nacionales dijo que analizará una nueva solicitud del Ejército de retirar el monumento. El tema será analizado por los expertos en una sesión extraordinaria, probablemente el 28 de octubre.