Claudio Vergara
En una municipalidad cualquiera, tres hombres de la tercera edad coinciden mientras esperan un número para sacar licencia de conducir, lo que aprovechan para hablar de sus propios destinos: su lejanía con las generaciones más jóvenes, sus momentos de soledad, la incomprensión del mundo externo, una sociedad que ya no los abraza como antes, una vida activa entre remedios, médicos y tratamientos.
Esa es en cierto modo la columna vertebral de Viejos de mierda, la obra estrenada en 2016 por Tomás Vidiella, Coco Legrand y Jaime Vadell -escrita por Rodrigo Bastidas- y que se ha convertido en uno de los sucesos más grandes en la historia del teatro chileno. La primera parte podría pasar en alguna oficina pública chilena, aunque con menos frecuencia: ante la pandemia del Covid-19, el público en edad de riesgo se sigue cuidando de filas y conversaciones con extraños.
Pero la segunda parte es un fiel retrato de cómo el confinamiento ha puesto un renovado acento sobre la vida adulta: la soledad, el abandono y los conflictos que precisamente vive el sector de la población más proclive a la agresividad de la enfermedad. ¿Fue premonitorio que Viejos de mierda hablará de estos tópicos hace ya cuatro años?
“La obra ha sido premonitoria, habla de temas que hoy se han puesto en primerísima plana”, reafirma Vidiella, invitado junto a Legrand al capítulo de ayer de Conversaciones LT que se emitió a través de las plataformas de La Tercera. Luego sigue: “Es sorprendente que una obra sea tan premonitoria de lo que va a pasar. Nosotros no sabíamos qué iba a suceder esta pandemia, nadie sabía en el mundo, y de repente sucede y nos encontramos que estábamos hablando de lo mismo”.
El cómico va incluso más allá: cree que estos meses de encierro escriben un cambio de era en la historia humana y en su caso los califica como positivos, quizás en línea con la sensibilidad de Viejos..., que intenta dar una visión alentadora y estimulante acerca de la longevidad.
“(Para mí ha sido) maravilloso (este tiempo), porque yo pienso en positivo. Hay otros que piensan que yo soy un tipo medio complicado, pero no, yo simplemente veo la vida en positivo y creo que solamente vamos a heredar la tierra aquellas personas que estemos dispuestos a los cambios. Aquellos que se sientan muy macanudos con sus éxitos o con su poder que sean felices, pero para enfrentar un mundo que ya no va a existir. Lo digo porque después de sentirnos seres superiores, inteligentes, arrogantes, de sentirnos seres tecnológicos, de ser los jaguares de Sudamérica, hoy nos percibimos como seres vulnerables, tenemos miedo a la muerte, a infectarnos, al futuro, tenemos miedo de todo, sin entender lo que es el miedo”.
Vidiella coincide: “Afortunadamente digo ‘que rico es sentirme tan bien a veces’; hay días que me deprimo también y ando gateando por el suelo porque soy un ser humano, pero me alegro con cosas y me amargan otras”.
Dentro de esa suerte de cambio de paradigma que subrayan, el propio montaje también se ha adaptado a los tiempos: desde hace varias semanas que dejó la vida real debido al coronavirus para convertirse en un suceso online, con nueva fecha agendada para el 31 de octubre, a las 21.00 horas, con entradas disponibles por Puntoticket.
“Hay que entender que sí necesitamos de la tecnología si queremos seguir prolongándonos en lo que estamos haciendo. Pero generalmente la gente que no conoce mucho de esto, entre ellos me indico primero, tiene un poco de miedo, un poco de rechazo a esta condición distinta de comunicarse, pero la cara de imbécil que tengo es producto hepático, por lo tanto me he ido preocupando para hacer muy pronto una compañía única en Chile que tenga su propia plataforma. Y eso estamos a punto ya de lograrlo, y eso nos va a permitir hacer distintos espectáculos en vivo y en directo”, dice Legrand.
Pese el ímpetu por el futuro, en el mismo diálogo pone fecha de vencimiento a su carrera: “Después de los 75 años (hoy tiene 73) creo que no voy a hacer nada más que darme el espacio para estar con mi familia, fundirme en un acto maravilloso que es el menos oneroso: estar con ellos, lo que no he hecho durante 50 años”.
Como cierre, la otra contingencia inevitable. Ambos tienen sus respectivos puntos de vista en torno al estallido social y cómo también puso el tema de la vejez en el debate. “Lo terrible es darse cuenta que este país está dividido en dos, entonces hay un grupo de seis personas sentadas en la mesa y las seis opinan distinto; para ponernos de acuerdo todos y poder salir adelante es algo que casi veo imposible”, dice el actor.
El hombre tras el “Lolo Palanca” acota: “Esta reacción que hubo tan fuerte no creo que se haya provocado por los 30 pesos del metro, y tampoco por los 30 años de gobiernos intermitentes; creo que han sido los más de 500 años de conquista basado en el poder de las armas, y además en la imposición de nuevas creencias religiosa que crearon la gran herida en la memoria de nuestros pueblos originarios. Y eso se fue heredando generación tras generación al amparo de nuestra sangre mestiza que nos caracteriza. Y no solo eso, además se enquistó en el inconsciente colectivo y se viralizó a través de las redes sociales mostrando toda la mugre que hemos sido capaz de esconder debajo de nuestras alfombras. Este es el momento para poder reaccionar, diluir la rabia y empezar a trabajar para crear espacios amplios, y una vez que nazca la confianza seremos testigos de la paz, pero primero se debe pedir perdón. Solo a través del perdón podremos fabricar un país más justo y más mejor”.