El relato es estremecedor. El editor Alexis Díaz Belmar seleccionó 64 fotografías tomadas entre 1983 y 1990, para hacer una reconstrucción visual del proceso que dio paso a la transición democrática en nuestro país.
El libro Plebiscito en Chile, 1988. Álvaro Hoppe Guiñez, es publicado por Haikén Ediciones y Galería Zebra y tiene 192 páginas. Fue lanzado este miércoles, con un conversatorio virtual, pero el proyecto nació hace más de un año. “De repente vino el estallido, las demandas sociales y un nuevo plebiscito. Eso nos dio un contexto social, histórico y político de pertinencia y les dio urgencia a estas imágenes. Es una oportunidad de que la foto sea un vector histórico”, asegura Alexis Díaz.
“Ya sabemos cómo terminó la historia del plebiscito de 1988, así que podemos poner mucha más atención ahora. Las fotografías no solamente son imágenes bonitas, sino que podemos pensar desde ellas”, dice el editor. Destaca, además, que Álvaro Hoppe “es un representante de la fotografía del documentalismo social chileno de los años 80”, y que su trabajo se caracteriza por ser “humanista, con una mirada subjetiva de sucesos históricos relevantes”.
El relato es cronológico y abre con extractos de la Constitución del 80. Luego se despliegan imágenes de las manifestaciones de 1983, del caso Degollados, del funeral de Rodrigo Rojas De Negri y el de Ronald Wood, ambos en 1986, con seis semanas de distancia. Avanza después a las campañas del Sí y del No, y llega al propio 5 de octubre.
“Como fotógrafo, iba con el mismo entusiasmo y respeto a las manifestaciones del Sí y del No. Lo que busca uno es realizar fotografías que digan cosas potentes. Todas las fotografías uno las hace con cariño y afecto, aunque no empatice con la gente”, reconoce Álvaro Hoppe (1956).
“Siempre intenté demostrar humanidad como fotógrafo, y mostrar esperanza, alegría, dolor y tristeza. El asunto ético es dónde y cuándo uno muestra estas imágenes. En ese Chile dictatorial, la realidad era en blanco y negro, éramos pocos fotógrafos y había pocos medios de comunicación. Por eso hice muchas fotografías simbólicas. Yo parto como documentalista y después me voy especializando en el fotoperiodismo”, explica el autor.
En aquellos años, trabajaba en la revista Apsi. Por ética, estuvo dispuesto a perder sus imágenes, antes que arriesgar la vida de quienes allí aparecían. “Poco a poco empecé a ver situaciones más fuertes. Nunca vi una cosa tan dramática como un muerto, pero sí vi carabineros disparando en manifestaciones, no sé si eran perdigones. En 1986, se dio el caso de que tomé fotografías en una manifestación en Lo Hermida, donde veo carabineros disparando y fogatas. Tomo una liebre en Tobalaba, y tres civiles me envuelven y me piden los rollos fotográficos, así que los velé”, recuerda Hoppe.
“Me trataron de comunista, que me iban a degollar, fue terrible. Al final me llevaron a la posta y ahí me defendió la gente de la salud. Recordarlo me produce mucho dolor. Por suerte no pasó a mayores”, agrega.
Un punto de inflexión, confiesa, lo marcó el asesinato de Rodrigo Rojas De Negri, en 1986: “Fue fuerte para toda una generación; él era tan ingenuo, venía de un país democrático. Ahí pensé ‘Esto me puede ocurrir a mí, me pueden agarrar, quemar, desaparecer’. Fue tan fuerte, que tuve que ir al siquiatra y tomar pastillas para seguir, y empecé a ser más precavido, avisaba donde iba”.
Alexis Díaz justamente destaca esa fotografía del funeral, en la Basílica del Salvador. “Había tanta gente que resulta apoteósica. Uno puede sentir el dolor en esa imagen. El hecho de morir quemado, en esas circunstancias, sigue conmoviendo a todos los fotógrafos”, dice. Igualmente destaca una fotografía que Hoppe tomó en 1988, de un camión del No: “Se ve la represión al fondo; la gente está arrancando. Es un acierto como de Cartier-Bresson; hay muchas fugas y muchas lecturas. Es muy fuerte visualmente”.
El volumen se distribuirá a través de librerías como Flash y Qué Leo, y en Haikenediciones.com, con despacho. Asimismo, se donarán dos ejemplares digitales únicos a la Biblioteca Pública Digital. Además, esta selección de imágenes de Álvaro Hoppe se convertirá, si las condiciones sanitarias lo permiten, en una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo, a mediados del próximo año.
“No nos queda otra que participar, ir a votar”
Alexis Díaz aclara cuáles son los elementos que caracterizan el trabajo de Álvaro Hoppe: “Uno es la potencia misma de la imagen por el hecho histórico que se está retratando, lo otro son los elementos compositivos, pues él pone en tensión elementos del ámbito popular, urbano, cotidiano, y a veces con aspectos también más políticos. Además, su trabajo se identifica por el uso de la palabra; hay muchas fotografías que tienen textos, en pancartas o rayados de murallas”.
En el libro hay tres ejemplos decidores: un rayado que reza “I love CNI”, en una población; Nicanor Parra, en sala de clases, escribiendo en el pizarrón “¿Para que se repita la película? NO” y una imagen que Hoppe tomó cerca de la Cepal. En la publicidad de un paradero, aparece una boca femenina entreabierta con la leyenda “Cero problema”, y en la vereda del frente, el rayado “Sí a Chile”. Entre ambos, un motociclista mira a la cámara.
“Esta imagen para mí tiene varias lecturas, lo importante es qué le pasa al lector”, dice Álvaro Hoppe, y recuerda una curiosidad: “Ese motociclista tiempo después se consiguió mi teléfono y se interesó mucho en esa foto, yo pensé que le gustaba en total la foto, pero me pidió un detalle; un póster grande de él en esa moto”.
El fotógrafo también destaca otro trabajo suyo, que realizó un par de días antes del plebiscito, en el Paseo Ahumada, donde se ve a un caballero sentado en una pileta, bandera en mano. “Había multitudes por el No, y ahí estaba este personaje, con la bandera chilena y no más UF, un tema que sigue estando hoy día. Y la pileta, que estaba frente al Banco de Chile, ahora ya no existe”, comenta.
El volumen incluye reveladores textos. Pablo Azócar hace un análisis político, social y cultural de la época; la investigadora Ángeles Donoso, de la U. de Nueva York, habla del campo fotográfico de la época, tanto en lo artístico como en lo social, Roberto Farriol propone una mirada que cruza tres imágenes en particular, desde un escolar durmiendo en una micro, de 1983, hasta Nicanor Parra en el pizarrón. “Es impresionante esa lectura, porque hoy se dice que Chile despertó”, comenta Hoppe.
Asimismo, se incluye una entrevista con el fotógrafo, y un texto donde Alexis Díaz profundiza en la tensión entre lo documental y la autoría en el trabajo del autor.
“Por supuesto que uno se preocupa de la luz y todo eso, pero uno tiene claro que hay que hacer fotografías que digan más que la propia imagen, y con todas las prohibiciones que había en esa época, me encantaba ver fotos que se publicaban en La Segunda y La Tercera donde estaba claro que algo quería decir el fotógrafo. Hay fotografías que no se domestican, y el lector las puede interpretar”, aclara Hoppe.
¿Cómo ve la masividad de la fotografía hoy en día, con los celulares y la inmediatez de las redes sociales?
Hoy todo es fotografiable; lo privado pasó a ser público, se toman fotos en la casa y se muestran; hay un narcisismo terrible en esta época y la fotografía puede ser promiscua, desechable. Pero bien ocupada, la fotografía también es súper potente. Con esa que conocemos de la Plaza Italia, que recorrió el mundo, te das cuenta del sentido democrático de la fotografía. Como todo es inmediato hoy día, que esa persona haya tomado esa foto es muy importante, debe haber otras fotografías de mayor calibre estético, pero ésa es la imagen que quedó. Gracias a esta democratización podemos saber de ciertas violaciones a los derechos humanos de hoy en día; hoy no te van a desaparecer, pero lo que les sucedió a Nicole Kramm y Gustavo Gatica es horrible.
Antes de trabajar en revista Apsi, lo que primero fotografió usted fue su barrio, Bellavista y Plaza Italia, ¿qué piensa de cómo está hoy el sector?
Bueno, es una ciudad latinoamericana. En Chile, antes del estallido, todo era aparente, y ahora vemos rayados muy potentes, y eso lo encuentro fantástico. Todo lo que es violencia, no. ¡No a la violencia! Pero no estoy contra la manifestación, para nada. Hay cosas muy potentes de fotografiar.
¿Por qué considera importante publicar este libro a pocos días del nuevo plebiscito?
Toda esa esperanza que hubo el año 88, la alegría, yo la tuve, un montón de gente la tuvo. El primer año también, pero vimos que el comandante en jefe Pinochet seguía estando cinco años después del 90, y que después está de senador designado… En el fondo, en este momento el plebiscito también es una suerte de esperanza, no nos queda otra que participar, ir a votar".