En menos de 40 días, viajes relámpagos a Venecia, Telluride, Toronto y Nueva York. Alfombras rojas, encuentros con prensa de todo el mundo, además de saludos inesperados de estrellas como Hugh Jackman y sus compatriotas Gael García Bernal y Guillermo del Toro.
Hace dos años la agenda de Yalitza Aparicio (26), pese a estar recién debutando en el cine, lucía como un rompecabezas imposible, que sólo se complejizaría a medida que se acercó la temporada de premios que la catapultó como la primera actriz indígena en ser nominada a los Oscar.
A mitad de octubre de 2018 estaba presentando Roma en el Festival de Londres, y hubiera resultado inviable acceder a cualquier conversación demasiado extensa con ella.
24 meses después la intérprete mexicana atiende el teléfono a la hora planificada y da luces de cuáles son sus nuevos pasos. “Aquí andamos filmando un rato”, dice a Culto, aunque luego evita con gracia entregar más detalles: “Pues ya verán de qué se trata, cuando salga. Ya saben que a mí me gusta experimentar… en todo”.
Una respuesta en sintonía, por lo demás, con el hermetismo que rodeó por un buen tiempo a la película de Alfonso Cuarón situada en los agitados años 70 de México, donde interpretó a Cleo, la nana inspirada en la mujer que cuidó al director en su infancia.
Al menos desde inicios de año la actriz viene trabajando en secreto su incorporación en otro proyecto, Peace peace now now, serie documental sobre mujeres que han sobrevivido a conflictos armados y que la une con Daniela Vega, productora ejecutiva y conductora de uno de los cuatro episodios realizados por la compañía chilena Alto Andes Films.
Una iniciativa en que, reconoce, empalman de manera inmejorable sus búsquedas actuales y el activismo que ha impulsado desde que encabezó el último largometraje de Cuarón.
“A Daniela tuve el honor de conocerla en (el festival de) Los Cabos y hablamos un poco sobre qué era para nosotras el empoderamiento de la mujer, y compartimos algunos pensamientos. Y después me dijo: te voy a invitar a algo que tengo. Cuando me explicó más en qué consistía, y estuvimos trabajando a distancia, la verdad es que vi una gran oportunidad para hablar desde otra perspectiva de cosas que han sucedido y que están sucediendo en el mundo, pero que no queremos ver”, detalla la nacida en Tlaxiaco, Oaxaca.
Así como la actriz de Una mujer fantástica grabó el primer capítulo de la docuserie en Colombia, en un pueblo cercano a Cartagena de Indias habitado sólo por mujeres, tras la violencia del narcotráfico y los grupos paramilitares (y la cantante Shirley Manson hizo lo propio en 2019 en Chile con uno enfocado en víctimas de la dictadura), Aparicio viajará en dos semanas a Guatemala para contar la historia de las abuelas de Sepur Zarco. Junto a la realizadora Pepa San Martín (Rara), se adentrará en los testimonios de las mujeres indígenas que sufrieron violaciones sistemáticas y esclavitud a manos de militares en los años 80.
Un caso que ya estaba en los registros de la protagonista de Roma. “Me sorprendía el hecho de que no tenía tanto impacto como otros temas que suceden alrededor del mundo, porque es de un sector que es menos visibilizado ante la sociedad. Así que poder relatarlo y que la gente lo conozca y sepa lo que pasó, me permite también tener esta oportunidad de decir: hay cosas que nunca se deben olvidar”.
-¿Cómo describiría que es este momento para ser mujer en Latinoamérica?
Yo creo que nos encontramos en un momento clave donde nos podemos unir y exigir nuestros derechos, además de poder encontrar esa posibilidad de ser escuchadas, que es algo que nos ha hecho falta desde hace mucho tiempo. Creo que es importante durante toda esta travesía, y en lo que consisten estos proyectos, dejar una cosa muy en claro: que no es que estemos buscando sustituir a los hombres, o ser superiores a ellos, porque es algo que se ha malinterpretado en muchos lugares. Se piensa que el ser feminista, el buscar un empoderamiento, el poder alzar la voz por las mujeres, implica esto. Pero, al contrario, implica una equidad de género, donde se nos den esos mismos derechos, donde se vea ese respeto por ambos lados. Porque no sería nada favorable que en unos años después los papeles se inviertan y ahora sea otro sector el que sufra de discriminación.
-Durante estos meses previos al capítulo, ¿ha podido reflexionar sobre su propia historia y su activismo en temas indígenas?
Claro que sí. Me he dado cuenta que es triste saber que a pesar de que llevamos años en busca de derechos, en busca de respeto, pues simplemente pareciera que no nos quieren escuchar. He tenido la oportunidad también de sensibilizarme más ante otras situaciones o comprender algunas cosas que están sucediendo, y que sabes que no todo lo puedes resolver. Y aunque no puedes resolver todas las cosas, puedes aportar tu grano de arena y hacer que siga este cambio. No porque te sientas muy pequeña ante estos problemas, te debes quedar sentada. Al contrario: debes buscar la forma de ir contribuyendo en algo para el cambio.
La vida después de Roma
Antes de ser dirigida por Alfonso Cuarón, Aparicio –profesora de formación– lo más cerca que había estado de actuar en algún proyecto era “mentirle a mi mamá o a los maestros”, como bromeó con el presentador Jimmy Kimmel a inicios del año pasado.
Del factor casualidad que hubo detrás de su participación en la cinta de Netflix –su hermana, embarazada, la incentivó a ir al casting en su reemplazo– vino la escalada de atención mediática. Y con ello, también la resistencia y discriminación de un sector de la sociedad, y más recientemente la complejidad para encontrar roles que se ajusten a lo que persigue como actriz y activista.
“Ha sido un cambio radical en mi vida, he aprendido también a crecer profesionalmente, a superar mis propios miedos, a superar estos retos que se me enfrentan día con día, y a darte cuenta que no es bueno quedarse callado, que no es bueno conformarse con las cosas que la sociedad te está diciendo que te pertenecen simplemente por tu perfil, por tus orígenes, sino que tú también tienes el poder de hablar y que puedes ocupar esa voz para cosas favorables”.
-¿Cuáles diría que eran sus mayores miedos antes de hacer Roma?
Mi mayor miedo era el tener que expresarme ante el público, o compartir las cosas que yo pensaba y sentía. Simplemente a veces estás en un punto donde las personas no te escuchan, o no ves los resultados de un cambio, un cambio que tú esperas o con el que sueñas. Y eso lleva a que te sientas oprimido y no compartas estos pensamientos. Creo que es algo que superé durante este tiempo y que, si bien no va a haber un cambio como yo quisiera de la noche a la mañana, sé que se están cambiando las cosas poco a poco y no nos estamos quedando estancados. Así que eso me ha ayudado a superar este miedo y a darme cuenta que las voces de cada persona cuentan, y que es importante escuchar.
-El reconocimiento y la popularidad también implican la pérdida de privacidad. ¿Cómo analiza esa doble cara?
Pues implica un trabajo sobre lo que estás realizando. El hecho de que tengas personas que te están siguiendo, que te admiran, o que quieren ver qué continúa después de Roma, realmente es algo que ha hecho que yo me ponga a trabajar y a informarme sobre lo que está sucediendo, o tener en claro mis ideales. Al mismo tiempo me ha hecho tomar ciertas elecciones sobre los proyectos que continúan. Porque si estoy luchando por lograr una inclusión en el cine, por lograr esta inclusión en la sociedad, no puedo quedarme estancada con lo que ya se ha venido viendo en la sociedad. Y si implica más tiempo y más trabajo, la verdad, no importa. Yo estoy feliz de tomarme el tiempo que sea necesario, y si es posible sentarse a hacer estos proyectos que sean diferentes, con todo gusto los haré.
-¿Eso lo menciona porque quizás ha tenido la oportunidad de interpretar algún rol que a su parecer cae en estereotipos?
Sí, eso es lo que ha sucedido en algunas ocasiones.
-¿Con proyectos de México, Hollywood o algún otro lugar?
Desde diferentes puntos. Pero es entendible porque sabes que es algo a lo que no se estaba acostumbrado, y que se está trabajando en hacer una inclusión. Y no solamente es trabajo de ellos, sino también es trabajo de los actores, y en este caso es mi trabajo tomarle tiempo y dedicación a los guiones que están llegando y ponerme a analizar si es algo que quiero que vea la gente o es algo que siento que no va con la lucha que estoy realizando.
-El año pasado participó en un videoclip junto a Mon Laferte (“Plata ta tá”), ahora está en un proyecto junto a Daniela Vega. ¿Le gustaría seguir trabajando con las dos?
Mi opinión sobre ellas dos es que son unas mujeres admirables, que al igual que yo se han enfrentado a muchas cosas. He tenido la oportunidad de conversar con ambas, y ellas me dan esa fortaleza para seguir adelante. Daniela Vega, cuando estuvo en los Oscar, me comentaba que también sufrió este tipo de críticas que yo sufrí, y me dijo algo que se me quedó muy grabado en la memoria: que no somos rostros nuevos, porque siempre hemos estado. La única diferencia es que no nos habían dado la oportunidad de estar en una pantalla. Creo que tiene mucha razón. Sí somos rostros diferentes a los que están acostumbrados a ver, pero siempre hemos estado aquí y somos parte de la sociedad.
“Si tengo la oportunidad de seguir colaborando con alguna de las dos, feliz de la vida, porque cada vez que tengo la oportunidad de platicar con ellas, siempre hay algo nuevo que aprendo, y encuentro estas palabras de fortaleza que me hacen continuar adelante y decir: tienen razón. En aquella ocasión recuerdo que le dije a Daniela: tienes razón, tú lo viviste, vine yo, también lo viví, esta discriminación o este rechazo que había de la sociedad, pero podemos estar trabajando para que la sociedad comprenda que también tenemos la oportunidad de estar aquí. Y que cuando llegue el momento de que otra persona se encuentre en esta misma posición, no tenga que sufrir por lo que ya sufrimos ambas".