No, no es sushi pedido por delivery ni simples encomiendas los paquetes que han llegado a la puerta de la casa de Alfredo Castro (1955). El actor ha comenzado a recoger bordados, pinturas, grabados y dibujos que el público le ha enviado tras el estreno de la película Tengo miedo torero.
“Una cosa increíble -dice Castro al teléfono con Culto-. Porque siento que el público reaccionó muy bien por afecto y admiración a Pedro Lemebel. Esta película provoca que un escritor como él, que fue una figura tan importante en la lucha de la comunidad gay, se convierta también en un símbolo de la lucha de todas las personas desplazadas de Chile”.
La anécdota ilustra el nivel de recepción que ha tenido el filme de Rodrigo Sepúlveda, que en ambos días de exhibición (el fin de semana del 12 y 13 de septiembre) alcanzó las 55 mil conexiones por dispositivo encendido, según informaron desde la productora Macondo Konzerte.
Tras esa masiva respuesta, durante estos días soleados de primavera, el equipo que participó en la realización del celuloide se encuentra preparando la postulación del filme para que sea el largometraje que represente a Chile en la carrera por los premios Oscar 2021.
“Me parece que la película cumple con todos los requisitos para presentarse, y por sobre todo, me parece que representa un sentir de un país entero -explica Castro-. La película no solamente narra una historia, sino también un acontecimiento político muy importante. Me parece que simbólicamente, que en este momento de estallido social, el nombre de Pedro Lemebel y la figura de La Loca del Frente estén liderando un poco las manifestaciones, el descontento general de la gente. Y no solo del público LGTB, sino de toda la comunidad representada por La Loca del Frente como quien representa los márgenes, ¿no? A todas las personas abusadas, que se sienten pasadas a llevar por el sistema, menospreciadas”.
-¿Qué le parece la recepción que ha tenido la película?
-Yo he recibido puros elogios de la película, estoy contento. En los largos años que llevo trabajando, nunca una película había tenido una repercusión que tuvo esta.
El también fundador del Teatro La Memoria recuerda un momento clave en que notó la repercusión del filme. Fue en junio, cuando se estrenó el trailer de la película, y en una semana semana logró 110 mil visitas. “Como yo no manejo Twitter, la productora me dijo que era importante que tuviera un Twitter y me abrieron uno a nombre mío. Al final del día pedí agradecer porque fue mucha la cantidad de personas que visitó ese trailer”.
A Castro le llamó la atención un detalle. “La emoción que la gente sentía. La gente lloraba con un trailer que duraba escasamente 1 minuto y medio, y eso es algo muy raro como reacción”.
La Loca y Lemebel
La historia es conocida, el mismo Pedro Lemebel citó a Castro en un restorán en 2005 donde le pidió que asumiera el rol de La Loca del Frente en un primer intento de llevar el libro homónimo a la pantalla grande. Cuando le llegó esa propuesta, Alfredo Castro sí conocía la novela. “La leí en cuanto salió [2001], yo creo que la leyó medio Chile”.
-¿Cuál es su relación con la lectura y los libros?
-Yo leo mucho, sí, porque creo que es una afición que ayuda -por lo menos en mi caso- a tener más material cuando llega el momento de actuar, de dirigir. El hecho de pensar que hay gente que sabe mucho más que uno y lo ha dejado impreso en un libro, o que comparte el mismo imaginario que uno, comparte las mismas historias que a uno le interesan, leerlas en mano de otra pluma me parece que a uno lo potencia.
-¿Recuerda qué fue lo primero que pensó cuando Pedro Lemebel le pidió encarnar a La Loca del Frente?
-Me sentí honrado, sentí una emoción grande porque Pedro Lemebel es una figura muy importante para mí y para mi generación, y para las generaciones nuevas es una figura importante por la lucha social que dio, aparte de su escritura y su talento. Cuando me llamó a ese bar y me dijo que quería que yo fuera la Loca del Frente para mí fue una conmoción porque es muy raro que eso pase, que un autor tenga tan claramente definido quién le gustaría que fuera el protagonista del rol más importante de la novela.
-¿Usted pudo conversar con Pedro Lemebel en el proceso de construcción del personaje?
-No, no. La reunión fue hace 15 años atrás, luego Pedro falleció, yo nunca tuve oportunidad de conversar con él. Sí pude hablar con un muy buen amigo de él, que no es Pancho Casas -quien fue su compañero en Las yeguas del Apocalipsis-, sino que con otro, que me pudo aclarar qué cosas de la novela eran parte de la biografía de Pedro, y qué es lo que era ficción, y también los datos importantes para no caricaturizar y no hacer un personaje risible, ridículo, que siguiera siendo la mofa de la heterosexualidad.
-¿Qué recuerda de Pedro Lemebel?, ¿cuál fue su relación con él?
-Yo asistí a muchas de las presentaciones que Pedro hacía de sus libros, de sus crónicas, vi cómo la gente lo adoraba, y seguía sus crónicas y publicaciones. Luego me invitó a su programa de radio, hablamos largamente ahí. Piensa que pertenecíamos a la misma generación, vivíamos en el mismo barrio, Bellavista, nos cruzábamos, no éramos amigos, pero yo sí sentía una profunda admiración por él. Era un autor que escribía desde el cuerpo, desde los acontecimientos que a él le sucedían, es muy difícil separar su vida de su obra. Leer las crónicas de Pedro era hablar con Pedro Lemebel, definitvamente, temas tan contingentes siempre, ¿no?
-¿Qué es lo que más le costó de armar este personaje?
-Siendo un rol de un travesti, gay, siendo una comunidad que ha estado tan golpeada por los malos chistes, por las malas producciones en torno a ellos, que se ríen de ellos, que se mofan, que los humillan, que han sido golpeados en la calle, perseguidos, lo que más me costó fue cómo otorgarle dignidad a este personaje, que era lo que Pedro Lemebel luchó 40 años de su vida. La lucha de Pedro Lemebel fue por la pertenencia, porque esta comunidad se visibilizara dentro de una dignidad que le corresponde. Entonces, era muy fácil la caricatura, está hecho como para que un actor caricaturice, se ríe y haga una trivia ridícula, banal, insuficiente. Entonces, me preocupé de que el rol tuviera todas las capas de lectura posible, que fuera lo más humana, creíble y verosímil. Que conmocionara al espectador, y yo creo que lo logramos con Rodrigo Sepúlveda. Hay gente que la quiere ver por segunda vez, por tercera vez, porque la película emociona mucho, y lo que emociona es que un ser humano de una vulnerabilidad y pobreza tan grande tenga tanta dignidad. Así debe ser en la vida real también.
Petersen y La Jauría
Ha sido una de las series chilenas más comentadas del año desde su estreno vía Amazon Prime Video, en julio pasado. La Jauría llegará próximamente a la televisión abierta, en las pantallas de TVN. Alfredo Castro fue uno de los miembros del elenco, y su rol fue el de Alejandro Petersen, un sicoanalista de la PDI que tuvo una gran influencia en la formación de la comisario Elisa Murillo (Daniela Vega).
-¿Cómo fue la experiencia de construir ese rol?
-En largas conversaciones con Lucía Puenzo, la directora, me pasó que yo tuve dos lecturas con ella y con Dani Vega -quien era mi compañera de actuación-. Luego tuve que ir a filmar a México, entonces me llevé los textos, las anotaciones, y en México pude meterme con totalidad a leer los guiones y armar lo que habíamos hablado con Lucía, que era este personaje muy especial. Un ser que estaba abandonado por la sociedad, que vivía en completo encierro, alcohólico, oxígeno dependiente, que había tomado la justicia por sus manos, me pareció un rol tremendamente interesante, atractivísimo a pesar de que tuviera pocas escenas. En general, no soy un actor que ande contando las escenas en que participo, me importa más la calidad que tenga el rol y la fortaleza de las escenas que tenga. Me pareció que este Petersen era un rol importante y hermoso. Eso sí, yo tuve filmaciones solamente con Dani Vega, no interactué con nadie más de la serie.
-¿Se basó en alguien en particular para el papel?
-No fíjate, yo nunca me baso en nadie para hacer los roles, salvo en Tengo miedo torero, que estéticamente me basé en la descripción que el mismo Pedro Lemebel hace en su novela de la Loca del Frente, que es una travesti vieja, pobre, con muy poco pelo, mal teñido, sin dientes. Yo ahí tomé ese referente y tomé la foto de una travesti argentina que cumplía un poco con esta descripción. Pero en el caso de Petersen, no.
-La serie toca temas contingentes como el feminismo, el abuso sexual a menores. ¿Cree que deben haber más series o artefactos culturales que aborden estos temas?
-Yo creo que sí porque fíjate que mi concepción de que la cultura es algo tan importante en una sociedad porque es un elemento de cohesión social, es capaz de unir a una comunidad, a un país, a una región en torno a temas, en torno a problemas sociales muy importantes, y tomar un punto de vista. Creo La Jauría lo hace en todo el suspenso y el horror que va significando en cada capítulo para que la gente un poco comprenda el horro que significa el abuso a menores y a lo expuesta que está la gente joven, hombres y mujeres, a este tipo de sicópatas, ¿no? Me pasa lo mismo con Tengo miedo torero, que es importante que la comunidad entera se de cuenta de lo vulnerable que es la comunidad LGTBQ+ y a los peligros que está expuesta esta comunidad. Es una película histórica, Chile no ha cambiado mucho desde esa época, entonces, me importa porque la cultura es importante. Refleja una identidad, guarda memoria, reabre las imágenes del año 86, el peligro que se vivía, a lo que se estaba expuesto, lo que fue la dictadura, y es importante para que nunca más se repita eso.