La mirada de Claudio Parra en dos actos.
Escena uno: el músico está en la Cineteca de la Universidad de Chile, caminando entre varias bóvedas destinadas a custodiar el voluminoso material de Los Jaivas que ha guardado durante 57 años, desde fotografías hasta grabaciones de conciertos. De pronto, echa a correr una cinta con un espectáculo de 1983 en un teatro de Moscú, con el quinteto en su máximo punto de vitalidad. Parra se observa a sí mismo casi cuatro décadas después, con una contenida melancolía en su rostro, recordando ese mismo ejercicio de enfrentarse a su yo juvenil que hizo George Harrison cuando en el documental de Martin Scorsese revisaba antiguos shows de The Beatles.
Escena dos: el fundador de Los Jaivas está en París siguiendo las huellas de la agrupación en esa ciudad y llega hasta la casa que habitó su hermano Gabriel Parra cuando dejaron de vivir en comunidad. La residencia ya no existe. En un espacio vacío, el tecladista comienza a rememorar el garaje, el antejardín y el estudio de grabación, aunque de pronto se sorprende: el techo de la antigua residencia está marcado en una pared contigua, como una silueta espectral que ha seguido ahí incluso tras la demolición del sitio.
“Es como un fantasma, es como la presencia de un espíritu”, imagina Parra, en natural referencia al primer miembro del grupo que falleció.
Ambos momentos destacan en “Los Jaivas, Todos Juntos”, el documental que se estrenará vía streaming el sábado 7 de noviembre a las 20.30 horas (www.puntoticket.com), producido por Invercine & Wood y cuya idea original fue del conductor Sergio Lagos.
Pero además, tales secuencias encarnan el espíritu de un proyecto cuyos ejes son el recuerdo, el archivo y los viajes de retorno a los lugares que forjaron la leyenda, aunque para ilustrar lo que subyace a todo aquello: la historia de hermandad y perseverancia que representan tanto los integrantes de Los Jaivas como sus familias.
Aunque no es el registro audiovisual que cuente la historia definitiva del quinteto, sí es hasta la fecha la mejor producción en torno a su legado, repleta de imágenes, grabaciones y entrevistas inéditas –sus mentores partieron trabajando con mil horas de material-, y abordando aristas poco exploradas, como el papel que jugaron sus fotógrafos o asistentes técnicos en la conformación de la “familia Jaiva”, o el rol esencial de las mujeres y los hijos de los músicos en los días en que vivieron fuera de Chile.
“No se puede abarcar en poco tiempo todo lo que hemos hecho en nuestra carrera”, reconoce el bajista Mario Mutis ahora en conversación con Culto.
Luego sigue: “Pero sí a través de este registro nos propusimos hacer algo positivo. Hay una generación, que tiene entre 10 y 20 años, que conoce a Los Jaivas, pero no sabe su historia. Aquí se trata de mostrar la base de lo que hicimos, nuestra motivación y nuestra rigurosidad. Es un reflejo de nuestra unión también, de las dificultades que logramos superar, porque hoy los grupos no duran nada. A la primera se separan”.
Hoy retirado, Eduardo Parra también transmite entusiasmo con el documental que lo muestra como quizás el Big Bang de todo esto: fue quien desde el origen incentivó a sus compañeros a fotografiarse siempre y a guardar cualquier objeto relativo al quinteto, desde recortes de prensa hasta afiches de recitales. Eso sí, con el paso de los años fue su hermano Claudio quien tomó la posta de manera meticulosa, ganándose el apodo de “archiduque” –por su obsesión por el archivo- gracias a la memorabilia inagotable que acumula en su residencia capitalina.
“Yo creía cuando partimos que había que documentar todo lo que se pudiera. Pero así y todo, Claudio me deja con la boca abierta en la manera en que trata el archivo y lo cuida. En este documental hay muchas declaraciones inéditas que no recuerdo haber visto, de Gabriel o el Gato, lo que siempre es emotivo”, expresa Parra.
Y cuando el recuerdo no estuvo en manos de Los Jaivas, ellos tuvieron que ir hacia el recuerdo. Otro acierto de “Todos juntos” es ver a sus sobrevivientes visitando su antigua casa en Zárate, Argentina, donde se reencuentran con los vecinos que los cobijaron tras el Golpe militar, además de recorrer los bosques desde los cuales cogían el cáñamo que luego convertían en zampoñas o trutrucas.
También viajan a la casona que ocuparon en París, donde aparecen algunas de las imágenes más evocadoras, entre comilonas familiares, partidos de fútbol y festejos navideños, protagonizados casi todos por los hijos de los músicos que ya empezaban a crecer.
Son los minutos donde los recuerdos los toma Mónica Monsalve y Aurora Alquinta –viuda e hija de “Gato” Alquinta-, y también Juanita Parra, hija de Gabriel que ocupó su vacante tras su fallecimiento. Es también un simbolismo: en los años en Francia, cuando los chilenos eran una banda de nula resonancia, fueron las mujeres quienes debieron salir a la calle a vender artesanía para solventar la vida de todos.
“Sin ellas, esto no se podría haber mantenido así”, dice Juanita Parra en el documental.
Finalmente, todos coinciden que el proyecto es una forma de cerrar una deuda con la historia de una banda mayúscula. El propio Sergio Lagos lo sintió así: se le ocurrió la idea en 2013, pocos meses antes de que los hombres de “Mira niñita” festejaran sus 50 años en un show multitudinario en el Parque Forestal que terminó con reclamos por parte de los vecinos del sector.
“Me tocó ver en Londres los 50 años de los Rolling Stones y la Reina de Inglaterra les entregó todo, la chapita, los aviones, los estadios; en cambio aquí Los Jaivas tuvieron la opción de conseguirse apuradísimos el Forestal y después tuvieron que pedir disculpas porque la fiesta estuvo muy buena”, dice el animador.
La productora ejecutiva, Macarena Cardone, acota que la cinta también se puede leer como una travesía de los propios Jaivas por concluir las fases pendientes de su trayectoria.
“Los viajes que hicimos a Francia o Argentina fue recuperar esa memoria con ellos. No queríamos interrumpir lo que allí sucedía, cuando los veíamos conectar de nuevo con la experiencia que fue vivir en esos países”.
Lagos siente que Los Jaivas son por lejos la mejor historia de Chile. Y como buena historia, no sólo tiene un relato en el mundo real: “Si esto fuera el tarot, y por cómo han sobrevivido hasta hoy, no me cabe duda que ellos serían la carta del triunfo”.