Cuando empieza la miniserie The queen’s gambit (Gambito de dama), Beth, su personaje principal, tiene nueve años y en unos pocos días su vida cambia por completo.
Primero muere su madre, en un accidente automovilístico que puede que no haya sido tan accidental y del que ella salva ilesa. Luego, al llegar al orfanato que se convierte en su nuevo hogar, es introducida a los calmantes químicos, y poco después, cuando la mandan al subterráneo a limpiar los borradores de pizarras, descubre el ajedrez, al ver al conserje del lugar jugando sólo, bajo una pequeña y triste ampolleta.
El viernes 23 Netflix estrenó esta miniserie, donde sigue la vida de Beth Harmon, una niña prodigio del ajedrez que, además, desde pequeña tiene problemas con el abuso de sustancias y, más tarde, de alcohol. La producción de siete episodios está basada en una novela de Walter Tevis, quien también escribió El audaz y El color del dinero, donde se adentraba en el mundo del pool, y que fueron adaptadas a exitosas películas.
En siete capítulos, The queen’s gambit apuesta sobre todo por poner su foco en el juego y en esta chica que desde muy joven destaca en un mundo masculino, aunque no gasta demasiado tiempo en esta parte del enfoque: después de los primeros torneos, ya todos parecen haberse acostumbrado a que si te encuentras con Beth, probablemente vas a perder.
El foco, en cambio, está puesto en la mente de su protagonista y en cómo encuentra algo donde no sólo es muy buena, sino que se vuelve su vida y su única obsesión. En sus noches cargadas de pastillas, Beth se imagina jugadas. En muchos de los momentos en que bebe demasiado está leyendo sobre el deporte o analizando movimientos.
Anya Taylor-Joy, quien se hizo conocida con la película The witch y que con el look pelirrojo que tiene en esta serie se parece a ratos a Emma Stone, interpreta a Beth en gran parte de la historia, y es uno de los puntos altos de una serie.
Tiene en sus manos un personaje lleno de particularidades sin ser una “rara”, una chica que mantiene sus emociones al límite y que tras descubrir su propio genio sabe que no hay otro camino posible, debe jugar ajedrez y ser la mejor del mundo.
The queen’s gambit también encanta con su producción ambientada en los años 60 y destaca por su guión inteligente, que no exagera, que se toma su tiempo, y que logra mostrarle a un público amplio la emoción y tensión que puede generar una partida de ajedrez. Hay muchos momentos de juego, de movidas rápidas y lentas, y es absolutamente emocionante de ver. Una apuesta segura y que se aleja de lo que usualmente Netflix ofrece.