Distintas edades, diversas generaciones, estilos disímiles, pero todo confluyendo en un solo oficio: la producción musical.
Eso es parte de lo que une a Cristián Heyne, Natisú y Francisco Victoria. Todos creadores con identidad definida en la escena local, pero que en paralelo han desarrollado una labor detrás de los micrófonos, en la artesanía fina de una canción o un álbum, trabajando como productores de aventuras ajenas.
Bajo ese papel, los tres se unieron en Ethereal, una de las instancias más atractivas de la actual Feria Pulsar -organizada por la SCD- y que se presenta como una residencia virtual en la que junto a dos artistas muestran de forma abierta todo el curso de una canción, desde que se empieza a pulir como demo hasta su resultado definitivo.
Mientras Heyne funciona como el gran tutor -la idea partió desde su proyecto multidisciplinario Estudionegro X-, Victoria y Natisú hacen el trabajo de taller con dos músicos seleccionados, Paco Miranda y Manuel Nube. Todo el detalle se puede seguir durante esta semana (partió el lunes) a través de la página https://ethereal.estudionegrox.net/
“Es algo que queríamos hacer hace bastante tiempo, pero después vino la pandemia y lo evaluamos. Pero al final hacer un disco en estas condiciones de distancia es como hemos hecho discos en los últimos diez años: con videollamadas, ingenieros que están en el extranjero, músicos que están afuera en una gira. Así que lo impulsamos, con la diferencia que ahora exponemos el proceso, mostramos cómo se hace un álbum desde cero, por varios días, no es sólo colgar un video grabado en YouTube”, detalla Heyne, el productor esencial de las últimas dos décadas del cancionero nacional, con huella en trabajos que van desde Glup! y Gepe hasta Fernando Milagros y Pedropiedra.
Natisú agrega: “Me gusta develar los momentos más frágiles de las canciones, ese momento pivote donde aún no se decide para qué lado va a ir la canción. Hay harta mística errada con respecto a este proceso, la gente cree que tienes que saber de teoría o tener la mejor tecnología, pero la producción musical es más conceptual, tiene que ver con algo filosófico más que técnico”.
Victoria, en el último tiempo productor de sucesos como Princesa Alba, adhiere: “Lo más estimulante de producir una canción es entender qué es lo que el artista tiene para decir. Eso es lo que importa, hasta dónde puede llegar una canción”. Además, el artista cree que es bueno botar el secretismo que hay en torno al trabajo de productor: “En otras disciplinas los procesos creativos se exhiben sin mayores problemas, porque se trata de momentos con mucho valor. Nadie sabe por todas las vicisitudes que pasa un artista para obtener la canción que quiere”.
Heyne, de hecho, saltó al mundo de la producción a fines de los 90 tras masticar la rabia como músico: “Lo que me motivó a trabajar en eso fue lo mal que quedó mi primer disco con Christianes, que no lo hice yo. Nunca me gustó”. Por lo mismo, el proyecto Ethereal también lo ve como una manera de mostrar el aporte de otro costado de la arquitectura creativa.
“(Producir) es una actividad vinculada con la industria de la música, industria que cada vez tiene menos que ver con la música. Y que funciona de forma súper irreflexiva, producir por producir. Y como estamos en un momento en que el dueño de Spotify, que es la principal fuente de ingresos, ahora plantea a los artistas que tienen que cambiar su forma de trabajo y tienen que producir canciones cada tres meses, eso me parece bastante provocador e inorgánico. Finalmente la gente crea y compone en función de sus necesidades. No puedes estar creando sólo en función de tener una canción un mes tras otro. Entonces es poner un foco en cómo estamos llevando los actuales procesos”.
“Y así como es inorgánico ir a un mall a pasear, también es inorgánico estar produciendo música según los códigos de Spotify. La industria de la música no parte ahí. La música no es la industria de la música. Que El baile de los que sobran se haya convertido en lo que fue, eso no es consecuencia de la industria de la música”.