Desprendida de cualquier afán nostálgico o revisionista, tan presente en el año de la pandemia, Lily Collins (31) viaja hasta inicios de los 90. Evoca una historia “en un estudio, aquí en Los Angeles”.
Con dos años, cuenta por videollamada, conoció a Gary Oldman, su actual compañero de elenco, en ese momento en la piel del conde Drácula en la película dirigida por Francis Ford Coppola.
“Mi papá estaba en el set de Hook y fuimos al set de Drácula porque estaban en el mismo estudio”, dice la actriz a Culto, sobre sus primeros días en Hollywood junto a Phil Collins, su padre, la leyenda de Genesis.
Anécdotas junto a titanes que de alguna manera la prepararon para uno de los mayores retos de su carrera: trabajar bajo las órdenes de David Fincher en Mank, su onírico y bello acercamiento a la época en que el guionista Herman J. Mankiewitz lidiaba con su alcoholismo y la feroz creación de El ciudadano Kane junto a Orson Welles.
Dentro de un relato donde circulan desde Welles a figuras gigantescas de la industria del cine de los años 30 como los productores Louis B. Mayer y David O. Selznick, Lily Collins encarna a la asistente del protagonista, Rita Alexander. Una suerte de cable a tierra tanto para Mank como para el espectador. O, como describe la actriz, una mujer con la que el guionista representaban “almas gemelas a modo de amistad”.
Acerca de su vínculo con Oldman, a quien define como una “especie de mentor”, señala: “Como actor y como humano, realmente lo respeto y lo admiro, así que hay muchos sentimientos genuinos y emocionales que pude aportar. Y creo que eso realmente entró en juego”.
El largometraje de Fincher –uno de los cineastas más exigentes para un actor en Hollywood, en parte por su afán de repetir cada toma decenas de veces– le da su siguiente papel en el streaming después del fenómeno que vivió con Emily in Paris, su popular y cuestionada serie sobre una joven ejecutiva de marketing estadounidense que llega a la capital francesa (ya renovada para un segundo ciclo por la plataforma). Un rol que la puso en una órbita mayor en Hollywood y aporta, desde otra vereda, en la creciente atención sobre Mank, que llega el 4 de diciembre a Netflix.
-¿Cómo se acercó a su personaje en Mank? ¿Estudió mucho o fue algo más intuitivo?
Ambos. Hay muy poca investigación que se puede hacer sobre Rita, o que yo pude encontrar. Existen un par de fotos, un par de anuncios acerca de ella. Pero, al final del día, tuve que confiar mucho en las decisiones que tomamos respecto a su maquillaje y vestuario, que dictaron cómo se movía y la estética de Rita en comparación con alguien como Marion Davies (Amanda Seyfried). Pero también lo hice con el dialecto y hablando con David (Fincher) y Gary (Oldman) sobre lo que ella representaba dentro de la brújula moral de la película, y en su servicio al propósito en la audiencia. Tuve que apoyarme en la intuición, como dices. Es una especie de mezcla de investigación sobre ella, sobre las mujeres de la época en Inglaterra y Estados Unidos, y al mismo tiempo mucho de intuición.
-¿Recuerda alguna escena del rodaje de Mank que haya sido especialmente difícil?
Hay tantas partes emocionantes en una película de Fincher, tanta coordinación. Y cuando piensas en hacer varias tomas, muchas veces se debe a que hay muchos factores que influyen para que sea algo tan sólo perfecto. Hubo una escena que recuerdo que viene justo después de que recibo una carta, en que Mank se burla o hace algo que provoca que me vaya. Vuelvo y claramente estoy llorando y emocionada, me repongo, digo lo que tengo que decir y llego a la puerta. La iluminación es muy específica y el ángulo de la cámara es específico. Estoy entregando este pequeño momento emotivo en el que estoy diciendo cómo son las cosas. Y lo hicimos varias veces. Porque hay formas tan diferentes de actuarlo, tantos niveles diferentes de frustración, ira, enojo.
“Lo hicimos de muchas maneras distintas, pero al mismo tiempo hubo una coordinación con el movimiento de la cámara, la forma en que la iluminación golpea. Hay tantas cosas que tienen que entrar en la misma toma a la vez. Así que terminé dándome cuenta de cuánto se necesita realmente para crear una toma perfecta. Y fue muy interesante jugar con los grados de emoción en un pequeño momento, en una línea. Puedes decir una línea de 30 maneras diferentes. Y la forma en que la leas te dará algo completamente diferente, por lo que en la sala de edición él decide cuál quiere usar. Hubo momentos en los que él decía: ok, ¿qué pasa con esto? Esta es tu perspectiva. Y yo decía: oh, Dios mío, nunca hubiera pensado en eso. Así que es muy divertido actuar así”.
-Después de trabajar con él, ¿cuál es su opinión sobre el lugar que ocupa David Fincher en la industria y la importancia de sus películas?
David domina la grandeza. De quienes reúne, ya sea el equipo o el elenco, él realmente saca lo mejor de ti creativamente, y creo que lo ves en el resultado de sus películas. Él simplemente crea este tipo de obra maestra visionaria, ya sea Mindhunter, La chica del dragón tatuado, Red social, El club de la pelea, Mank por supuesto, Siete pecados capitales. Hay tantas películas de él de las que puedes tomar una captura de pantalla y decir: guau, están sucediendo tantas cosas, hay tanta atención a los detalles. Y la quietud que él permite en sus filmes también es bastante rara. No existe esta energía de ritmo súper rápido que creo que tienen muchas películas hoy en día, que con la forma en que están editadas le dicen a la audiencia cómo sentirse. La quietud que él permite que tengan sus actores realmente creo que lo dice todo. Y es algo que en esta (Mank) tuvimos que esconder, porque es una película de época, donde en aquellos días tenían más momentos así.
-Mientras filmaba esta película, ¿pudo reflexionar sobre cómo era Hollywood en ese momento y cómo es ahora? ¿Cree que hay similitudes importantes?
Si. Creo que el trabajo interno evolucionó la política de la realización de películas, (pero) existen algunas similitudes. Hay una magia en la realización de películas que me encanta, y creo que hoy en día la puedes encontrar de muchas maneras en el cine. Hay una especie de profunda nostalgia del viejo Hollywood que extraño, pero creo que si trabajas con los cineastas adecuados y ellos prestan la atención adecuada a los detalles y esas formas específicas, pueden ser muy evocadores. También el proceso de realización de películas, al menos para las mujeres, ha cambiado mucho. Poder crear tu propio contenido y salir, producir, escribir y dirigir, tener más control, es algo de lo que ahora estoy agradecida. Eso obviamente no ocurría en ese período.
-Mank trata, en parte, sobre el control creativo en el arte. ¿Qué tan importante es en su carrera tener el control creativo y participar como productora, como en Emily in Paris, frente a sólo actuar?
Creo que depende. Emily in Paris fue mi primera experiencia como productora, y fue muy emocionante. Hubo un elenco y un equipo maravillosos para hacer eso. Los otros productores, Darren (Star, creador) y los directores estaban muy dispuestos a enseñarme y educarme sobre lo que eso significa, e incluirme en muchas conversaciones importantes, simplemente iluminarme sobre lo que ese papel implica para mí. Creo que al actuar en algo y producirlo estás usando dos sombreros diferentes, y hay mucho en qué pensar. Pero es algo que, en el futuro, me emociona mucho hacer más. Y también me gusta producir cosas en las que no estoy. Tengo tantas historias de las que me encantaría formar parte, pero no necesito estar frente a la cámara de la manera que sea para poder dar voz a los cineastas y las historias que son importantes. Eso es algo que definitivamente estoy emocionada de hacer más. Pero en algo como Mank, David se rodea de lo mejor de lo mejor, así que sabes que estás en buenas manos. Y estoy feliz de ir al set y aprender y mirar, y ver cómo se hacen las cosas. Es como la mejor escuela de cine posible.
-Dentro de la era del streaming, Mank probablemente está en una esquina, y Emily in Paris, en otra. ¿Qué piensa sobre el futuro del entretenimiento y las oportunidades que tienen como actores y productores?
Con Netflix he podido hacer bastantes cosas. To the bone, sobre un tema del que mucha gente se alejaría o tendría miedo de hablar. Luego Emily en París, después Mank, incluso Okja. Y también ver documentales y películas y series extranjeras. El streaming te permite tener acceso a todo esto increíble que probablemente no tenías antes, cuando no existía este tipo de enfoque de tentáculos en que te puede gustar esto, pero también esto otro. Y está la capacidad de actuar en cosas que son tan distintas, pero que tienen puntos de vista tan específicos, con directores en particular, con temas diferentes, y hay una plataforma que está dispuesta a darlo a conocer a las audiencias de todo el mundo y otorgarle voz a cosas que quizás antes no la tenían. Es reconfortante saber que la audiencia se involucrará con lo que has hecho, y que no desaparecerán, que es lo que le podría ocurrir a algunas cosas si no contaran con esta plataforma. Así que pienso que especialmente ahora, durante la cuarentena, cuando la gente quiere reír, sonreír, evadirse y sentir nostalgia, tener una plataforma y un lugar al que ir es realmente como un regalo diario para entregar, porque es simplemente un recurso increíble.