El 25 de octubre de 2001, Alberto Plaza dio dos conciertos al hilo en un teatro de Cali. Eran los días en los que el cantautor chileno recorría el continente con éxitos como Bandido y Polvo de estrellas. Una vez terminado el primero de los dos recitales en la ciudad colombiana, un tipo se acercó a Plaza con un teléfono en la mano. “Diego Maradona quiere hablar contigo”, le dijo.

Fue el primer cruce de palabras entre el músico santiaguino y la leyenda del fútbol mundial, quien por esos días, lejos de las canchas y en medio de un extenso proceso de rehabilitación de las drogas -en clínicas de Cuba y Argentina-, se encontraba de paso en Cali. En esa llamada telefónica, el solista se enteró que Maradona no sólo lo conocía perfectamente a él y a su música. También, que había comprado entradas para ir a verlo esa noche pero que un problema en la rodilla lo impidió.

“Al final, me terminó invitando a una casa que tenía allá y estuvimos cantando hasta altas horas de la madrugada”, relata hoy Plaza, desde Estados Unidos, sobre su primer encuentro con el argentino, quien llegó a la música del chileno por azar, mientras se rehabilitaba en Cuba.

“Cuando estaba en rehabilitación escuchó mi canción Amigo en la radio. Así que me agradeció, porque esa canción fue la que lo empujó a salir adelante mientras hacía el tratamiento en Cuba”, cuenta el músico sobre la composición que terminó convirtiéndose en un himno personal de superación para el campeón de México 86. También, en la canción favorita que encontró el futbolista para definir su relación de amistad con Guillermo Coppola, su representante de aquel entonces y a quien Maradona telefoneó mientras guitarreaban de madrugada en Cali.

Pero la admiración del “Pelusa” por el chileno no se agotaba ahí. “Se sabía todas las canciones, se sacaba el sombrero, me besaba las manos”, recuerda este último, quien aún conserva una foto que inmortaliza esa noche en Colombia, abrazado junto al mayor ídolo del fútbol, quien aquel día lucía un extraño look con faja en su abdomen y lentes de contacto de colores.

Tras ese primer encuentro Maradona invitó a Plaza a su partido de despedida en La Bombonera, en noviembre de ese año, al que le siguió esa misma noche un evento privado en el hotel Hilton de Buenos Aires donde el chileno, invitado junto a figuras como Pelé, Javier Zanetti y Jorge Valdano, interpretó dos canciones para el festejado. “Él estaba en la primera fila, emocionado, abrazaba a sus hijas. Muy impresionante”, rememora hoy.

Si bien después de esa noche Plaza nunca más vio al Pibe de Oro, guarda con cariño esos encuentros, donde asegura haber visto a un tipo “afable y encantador” pero a la vez atrapado por sus fantasmas. “Vi una persona tratando de salir de la trampa. Una persona que estaba pidiendo ayuda. No lo decía, pero era evidente que no podía salir de ese pantano. Le ha pasado a muchos y muchos murieron antes que él”, dice.

“Siento que él fue atrapado por el monstruo de la fama”, sigue. “Y es muy difícil para cualquier persona, pero especialmente para alguien que proviene de un entorno de fragilidad, resistirse ante el acoso mediático, la fama, las mujeres. Él fue atrapado por ese monstruo y no pudo salir de ahí. Messi está protegido, Pelé lo ha hecho muy bien. Muchas grandes figuras han podido enfrentarlo, pero no todos tienen esa fortaleza. Él no la tuvo. Y muchas veces las manos que te están tirando para salir de ese pantano son también las manos que te están hundiendo”.

A casi dos décadas de guitarrear con la mano de Dios y compartir con él en su despedida de las canchas, el autor de Aventurera dice que se queda con el recuerdo del Maradona futbolista. “Llamo a recordar a ese gigante que fue en la cancha, todo lo demás es parte de lo que le puede pasar a una persona que está afectada por tanto acoso, y ninguno de nosotros está libre de errores. Yo no comparto su pensamiento ideológico, lo que hizo con su vida no es problema mío, pero me voy a quedar con el recuerdo del gigante que fue en la cancha”.