La resurrección de la música en vivo
Aleste retomó la cartelera en directo en Santiago tras ocho meses de inactividad. Así es un concierto bajo Covid-19.
En mayo, cuando todo era pesimismo en la industria musical, Alfredo Alonso vaticinó como director de entretenimiento de la productora Bizarro, que los shows volverían en el último trimestre. Dicho y hecho. Como una profecía autocumplida, materializó la reactivación al atardecer del sábado en el teatro Nescafé de las Artes, en su condición de guitarrista y líder de Aleste, la banda chilena que hace 27 años tuvo su momento con el one hit wonder Hay un límite, síntesis de rock pop pegadizo inspirado en Bon Jovi y Mr. Big.
Aleste tiene un nuevo álbum con su alineación clásica de Rodrigo Espinoza en la voz, Ricardo Viancos en bajo, Juan Pablo Nieto en teclados y Lito Zerené en batería, a diez años de su último gran concierto, un show con poco ensayo en el teatro Teletón donde hubo más reporteros de farándula que famosos. La sensación del sábado era muy distinta. Asistentes, músicos y técnicos integran una trama que semeja al convaleciente de una larga enfermedad retomando su vida.
Hace seis meses se hablaba de túnel sanitizador, distancia social y recintos adecuados a la mitad o un tercio del aforo. No hubo túnel, pero si el correspondiente chequeo de temperatura y señalética desplegando recomendaciones como el uso de mascarilla y respeto por la distancia, más diversos datos como la sanitización del lugar acorde a “las normas de MINSAL con productos aprobados por el ISP”. ¿Detalles? En los baños de varones no se intercalaron los urinarios como sucede en malls.
Según la organización del evento, la info de cada asistente (teléfono y rut) quedó registrada en la compra del ticket. Si bien el público no fue recibido con la habitual dosis de alcohol gel al ingreso de un espacio concurrido, había dispensadores en el foyer donde no se permitió la venta de alimentos y bebestibles. El teatro Nescafé de las Artes, con capacidad para 983 personas, recibió 300 asistentes con butacas habilitadas una por medio en un horario fantástico -19 horas-, para disfrutar un concierto.
“¿Hay algún noventero acá?”, pregunta Rodrigo Espinoza, cuando Aleste lleva un par de temas. El sonido, las luces y la pantalla gigante funcionan inapelables y el grupo luce en mejor forma que en 2010. Aunque la historia diga que son ejemplo de un único éxito, Aleste tuvo otros singles con la misma fórmula contando Como la primera vez y Tiempo blanco. El público, que sumaba familiares incluyendo la legendaria Yuri, reaccionó paulatinamente hasta olvidar los asientos y disfrutar con todo el bis, reservado para Hay un límite. “Dejaste libre esa pasión reprimida”, cantó Rodrigo Espinoza con voz intacta, un verso con una connotación distinta en estas circunstancias. Por primera vez en largos meses, la música en vivo volvió a parpadear.
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