Qué nuevo se puede decir de Mulán. Sus valores develados en 1998 son más que conocidos, así como las fórmulas aplicadas por Disney para modernizar a una de las protagonistas más famosas de sus clásicos animados.
Mulán es una “princesa” Disney que escapa a la norma. Primero porque no es una princesa, sino que es hija de una familia campesina en un pueblo de China, y segundo, porque a diferencia sus compañeras Blancanieves, Cenicienta, Bella y Ariel, el final no transcurre en un altar con un príncipe y la consigna: “Y vivieron felices para siempre”.
No, Mulán tiene otros motivos para emprender su viaje: salvar a su padre de pelear en una guerra cruenta, y ser ella misma. Un paradigma que además rompió con la dinámica “padres que se sacrifican por sus hijos”. Esta vez, Mulán haría todo lo necesario por su familia.
Estrenada en 1998, la versión animada de Disney de Mulán -que hacemos esta distinción porque existen innumerables adaptaciones de esta historia- muestra a una chica común y corriente, pero que desde un comienzo se muestra como ingeniosa, extrovertida y valiente. Valores que no son particularmente apreciados en una mujer china.
Al presentarse ante la casamentera, queda de manifiesto que el destino de Mulán no es ser una esposa sumisa y servicial, lo que no implica que sea irrespetuosa y rebelde. Todo lo contrario, se preocupa por la salud de su padre, se refiere a su familia con respeto, y es capaz de todo con tal de cuidarlo, incluso ir a la guerra disfrazada de hombre.
Otro punto clave es que, como mencionamos en un comienzo, Mulán es una joven común y corriente, sin una fuerza extraordinaria, conocimientos en artes marciales, ni poderes sobrenaturales. Por lo que es en conjunto con los otros tantos hombres chinos reclutados, que aprende diversas habilidades de combate.
Es con su ingenio y valentía, que ella logra -además de salvar a su padre- evitar que los Hunos ataquen al Emperador de China.
Si bien en simultáneo con su travesía desarrolla un vínculo más que amistoso con el General Shang, esta relación no es en ningún momento el foco principal de la historia. Es más, hacia el final de la cinta, dan a entender que se emparejan, pero no lo dicen explícitamente.
¿Por qué estamos hablando de Mulán de 1998? Porque fue en esta cinta animada que Disney tomó el relato chino entre sus manos y lo difundió internacionalmente, con canciones de Lucero y Christina Aguilera, ¡y la voz de Eddie Murphy como el dragón Mushu!
Se quiera o no, y aunque se entiende por sí misma, la producción del 98′ es la base comparativa para uno de los más recientes estrenos de Disney, y una de las nuevas adquisiciones de Disney Plus: Mulán 2020.
El filme protagonizado por Liu Yifei y dirigido por Niki Caro, tuvo varios traspiés previo a su debut oficial.
En un comienzo, la cinta fue pospuesta en agosto de 2019 luego que Yifei se expresara en favor de la represión policial contra los manifestantes en Hong Kong. Temiendo que dichas declaraciones tuvieran repercusiones negativas en la taquilla, Disney decidió posponer el estreno de la cinta para 2020.
Sin embargo, a partir de diciembre ocurrió lo que ya todos sabemos: una pandemia de coronavirus originada en Wuhan, causó estragos en todo el mundo, obligando a cerrar cines, teatros, y cancelar todo tipo de evento masivo. Las películas de alto presupuesto quedaron a la deriva.
Tras varios meses, Disney decidió dar a conocer Mulán a través de su servicio de streaming -Disney Plus- en septiembre, lo que se concretará para Latinoamérica a partir de este viernes 4 de diciembre.
Para bien y para mal, las comparaciones son inevitables.
Mulán live action nos presenta a una joven que vive en un pueblo al interior de china, junto a sus padres, su abuela y su hermana menor. Desde temprana edad, su progenitor le enseñó técnicas de lucha y uso de sable, claro que en privado, ya que no es lo que se espera de una mujer.
Al cumplir la mayoría de edad, ella debe aprender los modales y el aspecto de una dama digna de ser esposa y madre. Sin embargo, su espíritu librepensador, de alguna forma, boicotea su presentación en sociedad: algo dentro de ella le dice que no es ese su destino.
Tras aquel fracaso social, Mulán se enfrenta a otro desafío: el Imperio chino convocó a un hombre de cada familia para sumarse al ejército. Con dos hijas, el patriarca es la única opción para responder a tal llamado, pero su avanzada edad es un pasaje seguro a la muerte.
Mulán no lo piensa mucho antes de decidirse a tomar la armadura y espada de su padre e ir a la guerra en su lugar. Desde este punto, encontramos las mayores innovaciones en relación a la narración que todos conocemos.
A medida que avanza el entrenamiento, Mulán se da cuenta que tiene una fuerza interior inusual incluso entre sus compañeros hombres, característica que siempre reprimió dadas las tradiciones chinas.
Bien puede ser una metáfora sobre el empoderamiento femenino contra un sistema patriarcal. Pero estos poderes con dejos Jedi que Mulán demuestra, se sienten más fantasiosos que la cinta animada, a pesar de ser una actriz de carne y hueso quien la interpreta. En esta versión la retratan como “la elegida” o una mujer que escapa a toda norma.
Uno de los mayores puntos a favor del filme del 98′, es que su protagonista era un joven común y corriente, que aprende tácticas de pelea y lo conjuga con su ingenio y valentía. Nos hizo sentir que cualquier niña con agallas podría lograr la hazaña de Mulán.
En cuanto a su relación con otros personajes, un gran cambio fue la división del General Shang en dos personajes: el Comandante Tung y Chen Honghui. Mientras el primero es el superior de Mulán dentro del pelotón, el segundo es su compañero y posterior interés amoroso.
En su momento, los productores explicaron tal cambio a raíz del movimiento #MeToo, ya que no les pareció adecuado una relación entre un Comandante y su subalterna. Aunque se aprecia el trasfondo de tal decisión, en la versión animada no se siente de tal forma, ya que Mulán no teme enfrentarse a Shang aunque sea su superior, y su relación surge a partir de amor genuino, no de un abuso de poder.
Mushu es, quizás, el gran ausente de la cinta como el guía espiritual de Mulán. Si bien su carisma -interpretada por la voz de Eddie Murphy- estaba lejos de ser un representante de sabiduría, sí fue un gran aliado para la joven guerrera. Un personaje que en esta versión 2020 fue reemplazado por un ave Fénix silente que la guiaba en momentos de desesperación. Un símbolo de equilibrio según la mitología china.
La gran enemiga de la película es el mayor cambio: la hechicera Xian Lang, aliada del malvado Bori Khan. Una creación que tuvo un ascenso tan rápido como su final.
Xian se presentaba como un ser poderoso prácticamente invencible, que incluso intenta convencer a Mulán de que no tienen chance ante ellos. Pero a su segundo encuentro, la hechicera empatiza con la joven china y se convierte en su aliada para defender al Emperador.
Bori Khan bien podría haber luchado sin Xian Lang, y la historia no hubiese cambiado mucho.
Ahora, el final aplicó ligeros giros que constituyen una mejora en la forma de ver esta historia. Tras rescatar al Emperador y rechazar su oferta de unirse a su Guardia Personal, Mulán regresa a su pueblo para reunirse con su familia. Es como la joven que es, frente a todos su vecinos y familia, que recibe -nuevamente- una invitación formal para unirse a la guardia.
El “final feliz” que Disney muestra, ya no es “el beso de verdadero amor”, sino la posibilidad de elegir qué quieres hacer con tu vida.
Mulán 2020 está disponible en Disney Plus.