En la realidad, The New York Times ayer en su crítica llamó a la película “tan predecible como se esperaba” y “es fácil imaginar que en el escenario todo resultó encantador”. En la ficción, el mismo periódico al inicio de la historia de El baile (The prom) dedica palabras mucho más rudas al musical en cuestión, Eleanor!, un montaje de Broadway que reactualiza la figura de Eleanor Roosevelt, recomendando a quienes quisieran verla “cómprese unos metros de soga gruesa y ahórquese”.
Acerca del desempeño del protagonista, Barry Glickman (James Corden), en su rol de Franklin D. Roosevelt, el medio plantea en la trama que “quizás sea la actuación más insultante y errónea, ofensiva y ridícula, que este crítico haya tenido la dolorosa mala suerte de soportar”.
La pésima recepción de la recién estrenada obra en Nueva York es uno de los detonantes de que Dee Dee Allen (Meryl Streep), Angie Dickinson (Nicole Kidman), Trent Oliver (Andrew Rannells) y Glickman, actores desmedidamente narcisistas en busca de una causa que abrazar para darle un nuevo impulso a sus carreras, viajen hasta un pequeño pueblo de Indiana para ayudar a una adolescente lesbiana que desea ir con su pareja a su baile de graduación, pese a la resistencia de parte de su colegio.
De vuelta en la realidad, se abre una interrogante: qué tiene en mente hacer James Corden luego de las duras críticas que ha recibido por su papel en El baile, el musical de Ryan Murphy que se estrena hoy en Netflix. Su rol de un actor gay de Broadway le ha reportado no sólo algunos de los peores comentarios de su trayectoria, sino que encarna una de las más virulentas respuestas de la crítica a una actuación en los últimos años en Hollywood.
La revista Vanity Fair, que la tildó de “insultante”, desarrolló: “(Corden) pierde todo potencial de matices y, por lo tanto, nunca encuentra ni una pizca de verdad en el papel. ¡Y esto está en una película que se supone se trata sobre empoderar a las personas queer!”.
El mensaje de tolerancia e inclusividad que abraza la cinta –en general anclado a importantes dosis de sátira a lo largo de la historia– es uno de los puntos que, por contradictorio, ha terminado de molestar en torno al papel del presentador de TV. En el mismo sentido, Ryan Murphy es uno los directores que más ha impulsado historias afines con la comunidad LGBTI en la industria (de las series Glee a Hollywood y Ratched) y a actores gay interpretando personajes de igual orientación sexual, una de las discusiones que este 2020 ha vuelto a abrir El baile, dado que Corden es heterosexual.
Pero probablemente la crítica se habría atenuado si el hombre detrás del Carpool Karaoke no fuera uno de los dos personajes principales y sus dotes actores fueran algo más generosos. Sin ir más lejos, hace un año estuvo al centro de un título recibido con dureza: la desastrosa versión cinematográfica de Cats, donde compartió con Judi Dench, Idris Elba y Taylor Swift, y se llevó algunos de los golpes más fuertes.
Frente a la debacle de esa película, el nuevo filme de Ryan Murphy tiene a su favor una acogida bastante más amable, que podría catapultarla –a diferencia de Cats– al radar de los Globos de Oro. Netflix ya empuja una campaña de premios para que la producción acumule nominaciones en las categorías de musical o comedia, y de encontrar una buena respuesta, quien luce como una carta siempre confiable es Meryl Streep, candidata en 32 ocasiones al galardón.
Pero quizás lo más sensato sería distinguir a Jo Ellen Pellman, la revelación de 24 años que interpreta a Emma, la joven que lucha por ir su fiesta escolar pese a lo que opinen autoridades de su escuela como la señorita Greene (Kerry Washington).
Lejos de las exageraciones y la destemplada vocación por la caricatura de personajes como el que encarna James Corden, el despliegue en pantalla de la joven es una muestra de carisma contenido y un futuro más que prometedor.