Luis Miguel Gallego Basteri nació en San Juan, Puerto Rico, el 18 de abril de 1970. La historia es más o menos conocida: hijo del cantante español Luis Rey y la italiana Marcela Basteri, la familia se asentó en México una década después y, ante una poco exitosa carrera musical del padre, Luisito se empecinó en impulsar y sacar adelante a toda costa la carrera de su hijo.
En sus comienzos, los Gallego contaron con el apoyo del actor Andrés García y el entonces jefe de la policía, Antonio Durazo Moreno. “Durazo fue quien lo apoyó en su carrera artística”, consigna el periodista César Hernández en un reportaje aparecido en Infobae, “consiguió que el presidente López Portillo lo invitara a cantar en la boda de su hija Paulina”.
“Luis Rey era un gran negociante, pidió boletos para invitar a los ejecutivos de la disquera y que vieran cómo cantaba su hijo”, contó.
Con apenas once años, Luis Miguel se forjó como un ídolo al figurar en el programa Siempre en domingo de Televisa, aunque desde un inicio su carrera estuvo plagada de mentiras y omisiones, pues el mismo Luisito Rey ocultó su nacionalidad y el origen de la familia.
“Sabemos que sus papás nunca se casaron; es muy difícil tener una estabilidad familiar cuando no es algo que él haya visto en casa”, comentó la periodista Jessica Sáenz en la citada nota. “Para él era muy difícil tener una vida normal, su padre era el que decidía todo, el dominante; su mamá solamente tenía que obedecer”.
Ese patrón de conducta aprendido en su infancia se seguiría replicando en la vida adulta del cantante.
“La fama lo ha llevado a estar rodeado de gente físicamente, pero a tener el corazón vacío”, complementa la periodista Rocío Maldonado. Según ella, Luis Miguel “se ha blindado de tal manera que hasta sus empleados no lo pueden ver a los ojos porque no quiere generar empatía con nadie”.
“El haber luchado contra ese padre opresor, pero al mismo tiempo ahora ser un padre ausente, pareciera que no le interesa después de que tuvo un pésimo papá”, agregó Maldonado.
Pero su biografía tiene otros ingredientes además del padre maldito: una madre desaparecida, una familia dispersa y un ídolo que sucumbe frente al éxito. “Ese ídolo estaba a merced de todas las formas posibles de evasión: alcohol, parranda, noche y mujeres, mujeres por doquier. Así fue la vida de Luis Miguel en sus comienzos, una vida que él por años se esforzó en mantener oculta, a discreción, porque lo que importaba era el artista en cuanto a su música, no el hombre real que estaba tras ese cantante que movía a un continente entero con su voz”, escribió el guionista y escritor, Simón Soto, en una columna publicada en Culto.
El quiebre
Bajo la estricta tutela de Luisito Rey, que duró siete años, el joven Luis Miguel grabó nueve álbumes de estudio y logró presentarse en festivales importantes como Viña del Mar —en Chile— y San Remo —en Italia—. Ese temprano éxito se debió a la ambición de Luis Rey, quien a través de su hijo quiso vivir su propio sueño de fama.
Según Maldonado, fue producto de “la frustración de no ser más que una estrella de un solo éxito”.
“Quiso proyectar, desahogar todo el éxito que él no logró, a través de su hijo; y después encontró que no solo iba a lograr el éxito que él no había podido sino que iba a conseguir el dinero que jamás había imaginado”, comentó la periodista.
Luis Miguel, la serie emitida en 2018 por Netflix y de la cual ya fue anunciada una segunda temporada para 2021, evidenció que Luisito Rey cobraba y administraba a su manera las ganancias de su hijo, generando una relación familiar ríspida y compleja, a causa de sus gastos en vicios y mujeres.
El padre controlaba con mano de hierro todos los aspectos de la vida del hijo, desde sus shows hasta sus primeros encuentros sexuales. Incluso, según afirmó en el programa Bienvenidos de Canal 13, el exdirector del Festival de Viña, Sergio Riesenberg, Luisito le daba cocaína al menor para que soportara la exigente agenda de presentaciones. Culpable o no, tras una violenta discusión, rompieron su vínculo profesional y filial.
El quiebre llegó al cumplir 18 años y tras descubrir los turbios movimientos financieros del padre. Luis Miguel se independizó poniendo su carrera en manos del argentino Hugo López, con quien “empezó de cero”.
“Me da una entrevista en su casa para decirme que él acaba de cumplir 18 años, que a partir de ese momento él iba a empezar a manejar su carrera”, recordó el periodista Víctor Hugo Sánchez.
Luego dijo: “De repente me empezó a contar cosas muy privadas, muy de lo que él estaba pasando, incluso estaba llorando y él y en ese momento me dice: ‘daría toda mi carrera, todo esto por tener a mi familia en una cena de navidad, con mis papás, con mis hermanos’. Se me salieron las lágrimas”.