La banda de Ma Rainey (Viola Davis) se reúne un soleado día de 1927 en Chicago para una jornada de grabación alrededor de la música de la llamada Madre del blues. El escenario, una olla a presión entre un puñado de personajes con episodios musicales, es la excusa para que el guión de La madre del blues –basado en la aplaudida obra de 1982 August Wilson, Ma Rainey’s Black Bottom– lance preguntas sobre la experiencia de ser negro y artista en Estados Unidos, con el mismo filo del texto original pero amplificado en el revuelto 2020.
También para que asomen extensas escenas en que suma a esas discusiones otras interrogantes arraigadas en la condición humana, como el eléctrico choque entre Cutler (Colman Domingo) y Levee (Chadwick Boseman) sobre la fe. Este último, el indomable trompetista de la banda, acude a su pasado para replicar que no hay Dios para alguien como él, un hombre con sueños pero también con heridas que no cierran.
“Levee es la fuerza motriz, es la parte destinada a cambiar la dinámica de la sala”, afirma a Culto por videollamada Domingo, en referencia el personaje de Boseman, un músico con la ambición de crear y grabar sus propias composiciones fuera de servir de banda de apoyo de Ma Rainey. En contraste, Cutler es quien mejor entiende a la artista, una de las primeras cantantes afroamericanas con una carrera en la historia de la industria musical de Estados Unidos.
El actor de Fear the walking dead y Euphoria recuerda su secuencia de mayor tensión con Boseman, un vibrante encuentro que bebe directamente de su origen teatral: “Fue una escena muy emotiva para todos nosotros. Hay un rugido de león de Chadwick en ese discurso, y es doloroso”. En la película que se estrena hoy en Netflix, Levee va acumulando otros roces con su entorno, al punto de situarse como el verdadero corazón del relato. O, como lo llama Colman Domingo, “absolutamente el disruptor que exige que su música se vea por sus propios méritos”.
Michael Potts, quien interpreta a otro de los músicos de Ma Rainey (Slow Drag), describe que durante el proceso en la cinta “todo comienza confiando en August Wilson, confías en sus palabras, porque no puedes decir nada mejor que como él lo dice, luego haces tu tarea descubriendo qué es lo que motiva a estos personajes”.
Junto a Viola Davis y Glynn Turman (Toledo), los cinco actores compartieron una cena y luego pasaron seis semanas ensayando para compenetrarse como banda. “Teníamos esa confianza en la sala para ir a esos lugares profundos, porque la obra lo requiere”, acota Domingo.
El director del filme, George C. Wolfe, se detiene en el trabajo de la estrella de Pantera Negra: “(Tal como) es muy cierto en el caso de los actores, y muy cierto en el caso de los actores brillantes, (Boseman) eliminó las capas que existían entre él y el papel. Hasta que en el momento que estábamos filmando, él se había ubicado completamente dentro de sí mismo, Leeve, y fue capaz de estar completa y totalmente disponible y vulnerable para el personaje”.
En la previa al debut del largometraje, la industria ya reconoce como uno de los mejores del año el trabajo de Boseman, fallecido en agosto por cáncer, tras terminar su labor con la película. Su actuación podría darle una serie de galardones de manera póstuma, de la mano probablemente con las loas que recibe Viola Davis, en la piel de la cantante que da título a la película.
En el caso de la actriz de Viudas el desafío también era monumental, al ubicarse en el rol de una artista de la que casi no existen registros discográficos, distinto a otros casos posteriores del blues, el gospel o el soul nacidos en Norteamérica, con iconos hasta la actualidad transformados en símbolos de los derechos civiles y la igualdad racial.
El lugar correcto
Frente a la mirada global de la película, Glynn Turman sostiene que “responde a la pregunta: ¿qué van a hacer los hombres negros con ellos mismos? Esta es la película correcta, la historia correcta, por el momento correcto, en el lugar correcto”, mientras sus compañeros asienten.
“La rabia de Leeve se basa en que como un niño fue testigo de la violencia en contra de sus dos padres”, afirma el director, quien luego explica: “Más que cualquier otro personaje de la película, él es emblemáticamente del futuro. A medida que filmábamos y luego al editar, (concluí que) él es Estados Unidos. Él es esta promesa de lo que podría ser, pero es acechado por las heridas del pasado. Quería que ese personaje se sumara a su conversación”.
Por última vez, Colman Domingo despide al actor que dio vida a ese personaje y la mayor lección que le dejó: “Necesitamos traer un poco de nosotros mismos al trabajo. Dejar que el trabajo se haga cargo de uno mismo, y también que parte de uno se haga cargo del trabajo”.
Bajo perspectivas similares, el realizador amplifica la mirada sobre la contingencia que puede tener una cinta basada en un relato de principios del siglo XX, además estrenada en una plataforma de streaming: “Creo que Estados Unidos está en esta conversación sobre el pasado, cuánto vamos a reconocer del pasado y cuánto de ese pasado informa sobre el presente”, comenta.
Después acota: “Levee es un perfecto ejemplo de lo que le pasa a un personaje cuando no hay opción de confrontar y sanar para seguir adelante”.