Se titulará Un río de sangre, y se instalará a pasos del epicentro de las manifestaciones, entre el puente Pío Nono y el Teatro del Puente. El artista chileno radicado en Nueva York Iván Navarro (1972) fue comisionado para desarrollar una obra que abrirá la programación de Santiago a Mil, el 4 de enero. La instalación tendrá acceso gratuito durante el festival, hasta el 22 de enero.

“Que yo trabajara en el río Mapocho fue un pedido especial de Santiago a Mil”, comenta Iván Navarro. “Y creo que no sería el momento de llegar a Chile y hacer una exposición que no tuviera nada que ver con el momento social”, agrega.

El artista, que ha representado a Chile en la Bienal de Venecia, y a quien le han comisionado obras públicas para el One World Trade Center y el Grand Paris Express, exhibe constantemente en las escenas más activas del arte contemporáneo. El viernes pasado inauguró en Sao Paulo su exposición ExFinito; un laberinto de espejos, luces y electricidad. Aunque pensaba viajar a Santiago desde allí, desistió frente a la extensión de la Fase 2. Así que seguirá trabajando a la distancia en el proyecto. “Felizmente la gente de Santiago a Mil ha hecho un trabajo súper bueno de producción”, recalca.

Un río de sangre es el resultado de un proceso creativo que Iván Navarro lleva un año desarrollando, con abundantes experimentaciones e investigaciones. “La idea primitiva era pensar la ciudad como si fuera nuestro cuerpo”, cuenta.

La referencia inicial fue un recuerdo. Para el terremoto de 1985, cuando tenía 12 años, vio un río de vino salir de una botillería, y se le figuró un río de sangre. “Esa anécdota me llevó a pensar en la canción de Violeta Parra Un río de sangre, y a la idea de los fragmentos que quedan desperdigados en la ciudad después de una catástrofe”, explica.

En septiembre, hizo un bosquejo, en una actividad de Antenna: estrenó un grabado que era un mapa extendido de Santiago donde rebautizó las calles con nombres de partes del cuerpo humano. También alimentó el proceso creativo la lectura atenta de la novela Mapocho de Nona Fernández.

La instalación Un río de sangre consiste en una torre metálica que se montará en la ribera del río, tocando el agua, y un puente horizontal que llegará a la baranda del Parque Forestal. El acceso será individual y cada persona tendrá una vista panorámica de la ciudad, que podrá resignificar observando un impreso del mapa con las calles rebautizadas. “Dice uña, pelo, pestañas, pies, fémur, son todas las partes del cuerpo que te puedas imaginar”, explica el artista.

Dibujo del arquitecto Osvaldo Sotomayor, que está a cargo de la construcción de la estructura. Iván Navarro trabajó con las restricciones de la emergencia sanitaria; ya que hay limitaciones de aforo, de hecho, el mirador puede funcionar como “un espacio personal de meditación”.

“Espero que cada persona entre a esta escultura y llegue a un mirador, en solitario”, dice Iván Navarro. “Y que ahí te enfrentes al caudal del río, y tengas la experiencia de acceder a un espacio que nunca habías tenido acceso antes, aunque sea un lugar tan familiar. Es lo que más me interesa, el privilegio de tener un punto de vista de la ciudad que nunca antes habíamos tenido”, agrega.

El mirador, en efecto, estará a siete metros del lecho del Mapocho, “exactamente la misma altura”, apunta Navarro, desde la que cayó el menor de edad empujado -o impulsado- por un carabinero en el puente Pío Nono, hace dos meses. “La gente va a poder tener la noción exacta de la altura desde donde ese niño cayó al río”, asegura el artista.

La memoria está en el centro del proyecto de Navarro. “Es pensar el Mapocho como un testigo de todos los cambios que van ocurriendo a través de la ciudad. El río es una constante circulación de agua, que va rodando basura, neumáticos, animales y piedras, y todas esas cosas, mientras se van golpeando en el caudal del río, van cambiando de forma. El río es una metáfora de la ciudad, y la ciudad siempre ha estado afectada por desastres gigantes, entonces desde un punto de vista humano Santiago es una especie de cementerio fragmentado, de pedacitos de cuerpos que se van encontrando en distintas partes, como cuando se busca a los desaparecidos de una dictadura, y lo único que se van encontrando son fragmentitos, y a partir de esos fragmentos se trata de reconstruir el cuerpo, cosa que es prácticamente imposible”.

Trabajar con el río, profundiza el artista, “es trabajar con esa metáfora de los fragmentos del cuerpo que están repartidos por la ciudad. Y teniendo al río como testigo principal de todas esas situaciones, porque muchas veces los fragmentos de esos cuerpos llegan a ese río. Me acuerdo cuando durante la dictadura se encontraba el brazo de una persona, más allá en el Zanjón de la Aguada se encontraba una pierna, y era de la misma persona, a veces se encontraban pedazos de distintas personas. El río tiene la verdad de lo que ha ocurrido, y todos los que hemos vivido en Santiago nos hemos enfrentado al río de alguna forma, en algún minuto de nuestras vidas”.

Iván Navarro prescindirá esta vez de la electricidad; la obra debe funcionar de día, por el toque de queda. “Sin embargo, este trabajo sólo es distinto de lo anterior en lo formal, en los materiales. El contenido y la construcción de la obra es muy similar a lo que he hecho antes. Nada está por un afán decorativo o formal. Por ejemplo, la torre va a estar pintada de un color rojo profundo, rojo sangre, por el título de la obra”, asegura.

En este mapa, las calles de Santiago fueron rebautizadas por Iván Navarro como “todas las partes del cuerpo que te puedas imaginar”.

¿En qué medida la lectura de su trabajo es necesariamente política?

Es política en el sentido de que permite que las personas hagan conexiones con su entorno. No es una escultura, una torre roja, sino que es una obra que solamente funciona con la participación de las personas y eso ya es un acto político porque invita a que las personas interactúen con tu trabajo, tengan su propia interpretación del asunto y puedan ser un engranaje más del trabajo. El hecho de que una pintura, por ejemplo, tenga un contenido político no la convierte en una obra política. Lo importante es cuando la obra se convierte en un engranaje político. Por eso son interesantes los artistas que se han desarrollado durante el estallido y que se han trasformado en figuras políticas fundamentales para la generación de jóvenes de ahora. Eso es porque tienen un papel político, no porque hagan grafitis con contenidos políticos, sino que es porque se hacen parte de una situación comunitaria, y eso es político.

¿En qué trabajos está pensando?

En Las Tesis, que sólo funciona políticamente. Un libro que recopile todas las performances de ellas, sería un libro con un contenido político, pero no sería una obra política. Ésa es la diferencia y eso las hace a ellas fundamentales