Pese a su escasa afinidad con la tecnología, las redes sociales y las transmisiones en vivo por Instagram, un mundo que aún considera “misterioso y, sinceramente, poco interesante” (“prefiero leer un libro o escuchar una ópera”, dice), es probable que Rufus Wainwright (47) haya sido el artista pionero de los conciertos por streaming desde el living de la casa.
El 25 de noviembre de 2019, días antes de que se reportaran los primeros casos de una hasta entonces desconocida clase de neumonía en la ciudad china de Wuhan, Wainwright subió a Youtube el primero de una serie de videos caseros que lo muestran cantando en la intimidad de su hogar en Laurel Canyon, California, sentado al piano y vistiendo sólo una bata. Aunque el mérito, aclara, es del empresario artístico alemán Jörn Weisbrodt, su mánager y su marido desde 2012, quien por esos días decidió empezar a registrar y difundir estos breves retazos domésticos. “Fue algo ocasional, como momentos de mis ensayos matinales, como un vistazo dentro de nuestra casa”, cuenta el músico estadounidense a Culto. “De alguna forma, estaba prediciendo la catástrofe”, agrega con ironía.
Casualidades aparte, durante los doce meses siguientes Wainwright se tomó en serio las posibilidades creativas que brinda el confinamiento, el que ha pasado con su esposo y la hija de ambos. Desde allí, el artista que encandiló a la crítica hace dos décadas con su pop preciosista y barroco, su magnética voz y discos como Poses y Want one, lanzó en julio Unfollow the rules, un deslumbrante y maduro regreso a la cantautoría tras ocho años dedicado a la ópera (Prima Donna, 2015) y a la adaptación de sonetos de Shakespeare (Take all my loves: 9 Shakespeare sonnets, 2016), que lo tiene nominado al Grammy como Mejor Álbum de Pop Tradicional y entra sin problemas entre los mejores títulos de 2020.
En paralelo, ante la buena respuesta de sus seguidores, intensificó el ritmo de shows telemáticos y comenzó a repasar toda su discografía desde su casa, subiendo una canción al día en sesiones que bautizó como “Quarantunes”. Algo de eso mostrará en su regreso (virtual) a Chile, país que visitó por única vez en 2013: como parte de la programación del festival Santiago a Mil, el 12, 19 y 26 de enero presentará al piano y vía streaming una selección de su repertorio, seguida de un conversatorio con el público local.
“He tenido que evolucionar muy rápidamente para volverme un artista digital, apenas empezó lo del Covid. Finalmente, es la única forma de continuar siendo un personaje público”, explica el solista sobre estos shows, que incluirán sus éxitos y algunos covers. Entre los últimos, su célebre versión de Hallelujah, de Leonard Cohen, su canción más escuchada -por lejos- en Spotify y, según cuenta, un hit absoluto entre sus fans sudamericanos. “Y estoy aquí para complacerlos”, asegura con un ademán teatral.
“Me entusiasma mucho sentir que estoy de nuevo de gira, maquillarme una vez más. Lo veo como una re-introducción (al público chileno) porque ha pasado bastante tiempo desde que estuve allí por última vez. No puedo esperar a estar de vuelta en persona pero esto es una forma de suavizar el golpe”, agrega sobre los conciertos, que también podrán ser vistos desde Argentina y Perú y cuyas entradas están a la venta en el sitio de Santiago a Mil.
Su agenda en vivo para 2021 incluye otros conciertos por streaming, incluso algunos en los que estará acompañado por músicos. ¿Esto es una forma de asumir que no tendrá recitales “normales” durante este año?
Tengo algunos shows vendidos para junio, julio, incluso en mayo creo que tengo un par. Puede que se logren hacer o puede que no. Personalmente, si tuviera que apostar mi plata, yo diría agosto. Al menos un regreso de cierta forma, no sé si 100 por ciento, pero en agosto intuyo que puede empezar a haber cosas. Pero no sé.. tampoco tengo mucha plata que apostar (ríe).
¿Le acomoda este formato para presentar en vivo su música? Si bien puede que no sea lo ideal, parece tener su lado positivo. Todo se siente más real, la voz se escucha más nítida, conocemos además algo de su vida doméstica.
A decir verdad me siento muy satisfecho con el resultado, porque era muy escéptico al principio. Nunca he sido una persona muy de computador, ni de Instagram ni de “live streaming”, pero ahora que me he visto empujado a ese mundo estoy verdaderamente agradecido de que vivíamos en esta era en que podemos usar esos recursos. Todavía me da un poco de miedo, pero ahora lo siento más agradable.
¿Fue extraño sacar un disco tan esperado como Unfollow the rules y no poder presentarlo en vivo con una gira en condiciones normales?
Muy extraño. Estaba preparado para subirme al bus y recorrer todas las ciudades del mundo, a recibir aplausos todas las noches, pero eso no pasó. Puede que sea asquerosamente optimista, pero aunque suene extraño decirlo creo que debido al Covid ahora realmente me va a encantar salir de gira. Hasta hace poco estaba muy cansado de todo eso y no lo estaba apreciando lo suficiente. Ahora creo que será distinto.
¿Es de los artistas preocupados de la crítica? Porque su último álbum tiene probablemente las mejores reseñas y puntuaciones desde Poses o Want one.
Sí, al parecer el disco ha funcionado bien. Y no me sorprende, debo decir. Creo que tiene mucho que ver en eso el productor, Mitchel Froom, que en mi opinión es uno de los mejores productores que hay, muy apasionado por la música, cree en mi música pero al mismo tiempo quería que el disco sonara claro, directo, sin demasiadas cosas extra. Y sí, a veces puedo ser acusado de “sobre adornar” (ríe), de hacer las cosas demasiado pomposas, y eso creo que está bien, pero este disco lo intentamos hacer realmente refinado, con canciones que compuse en estos últimos años y que son bien firmes, se mantuvieron por años. Lo veo como un material más maduro.
Ha dicho que este disco cierra un capítulo en su carrera. ¿Qué significa eso?
Lo considero como una especie de marco, como un sujetalibros en la biblioteca de Rufus, porque hice el disco en Los Angeles, donde partí, con algunos de los mismos músicos y los mismos estudios de mi primer disco. Y traté de revisitar el concepto de ser un cantautor, que es finalmente buena parte del legado que me dejó el trabajo de mis padres (los cantantes folk Kate McGarrigle y Loudon Wainwright III), así que hay una cierta cosa sólida en este material, porque no traté de reinventar la rueda. Want one, Want two, Songs for Lulu, fueron discos bastante únicos, más oscuros quizás. Pero este disco soy yo tratando de ser el mejor cantautor que puedo ser, que creo que es algo necesario para el mundo en este momento.
¿Cuál diría que es el rol de un cantautor en este momento?
Yo diría que este es nuestro momento para los artistas. Es el período en el que la energía creativa, el foco y la compasión realmente pueden hacer una diferencia en la vida de las personas. Creo que de esto saldrán muchas cosas interesantes y de hecho ya han salido algunas, musicalmente hablando. La gente se ha visto forzada a enfocarse en lo que están diciendo y lo que quieren alcanzar, porque hay una cierta desesperanza, que es algo lamentable pero a la vez muy inspirador, porque hay que salvar el mundo.
Ha sido un año especialmente acontecido en Estados Unidos, de reivindicaciones históricas, movimientos sociales y cambios en la Casa Blanca. ¿Cómo ha visto todo eso?
Son tiempos difíciles en Estados Unidos pero son dificultades temporales. Mucho de lo que vemos ahora ha estado ahí todo este tiempo y quizás no le estábamos poniendo suficiente atención. Pienso que es algo duro pero también algo muy real.
¿Es optimista de lo que viene a futuro?
Sacamos a Trump. Eso no es poca cosa. Ojalá que ahora con la elección de enero en Georgia podamos ganar el Senado, eso me haría muy feliz. Pero sacamos a Trump de la Casa Blanca, déjame disfrutar de eso esta Navidad.
Si Unfollow the rules es el cierre de un ciclo, ¿qué podemos esperar del capítulo dos de su carrera?
Bueno, varias cosas. Mi marido es alemán así que nos gustaría vivir de nuevo en Europa en algún momento, y me encantaría hacer un disco en francés. El Covid me dio tiempo también de pensar en proyectos a los que me gustaría empezar a darle forma, más teatrales, un par de musicales. Estoy interesado en Broadway, en hacer música para películas. Hay una mezcla interesante entre mis experiencias teatrales en el mundo de la ópera y ahora con algo más pop, que creo que puedo transformar en algo bastante único pensando en el escenario. Y estoy nominado al Grammy, que me encantaría ganarlo. No quiero sonar infantil, sólo trato de decir la verdad (ríe), pero creo que haría este año algo un poco mejor, lo que no es tan difícil.