De todas las citas y eventos virtuales que han proliferado durante la pandemia, los encuentros vía Zoom del elenco de Mujer Maravilla 1984 fueron una de las instancias que más se repitieron. ¿La razón? La persistencia del estudio Warner Bros. por tratar de mantener la superproducción en su calendario 2020, pese a que no pudo estrenarla en su fecha original, en junio. Pero el ejercicio permanente de la misma dinámica no anula la calidez entre sus participantes, como si la buena química del set se hubiera mantenido intacta en la frialdad de una videollamada.
En medio de uno de los últimos de esos encuentros –al que accedió Culto a inicios de diciembre–, Pedro Pascal (45) habla de su experiencia “emocionante y aterradora” encarnando a Maxwell Lord, el villano de la historia ambientada en los años 80.
Más tarde pregunta qué tipo de lenguaje está permitido en la actividad, al revivir su reacción cuando el experimentado productor Charles Roven (El caballero de la noche) lo llamó en 2018 para contarle que deseaban se uniera al blockbuster: “¿Me estás jodiendo? ¿De qué oportunidad estás hablando?”.
Aunque ningún actor preferiría estar detrás de su computador en vez de asistir a la avant premiere convencional en la previa al debut de su primera superproducción, Pascal siempre soñó con estar del modo que fuera compartiendo a la par con nombres del calibre de sus compañeros de reparto: Gal Gadot, la misma Mujer Maravilla, seguida por la directora Patty Jenkins, la dupla que le dio vida a la exitosa película de 2017. También junto a Chris Pine y Kristen Wiig, dos figuras de la primera línea de la industria.
Es el tipo de experiencias a las que el intérprete nacido en Santiago en 1975 se ha habituado en el último par de años en Hollywood, desde que la serie Game of thrones catapultó su carrera a un punto en que ha convertido casi en una rutina compartir protagonismo con estrellas como Matt Damon, Denzel Washington y Ben Affleck.
El último pináculo de su trayectoria es el número uno que alcanzó entre el 20 y el 27 de diciembre pasado, como el nombre más buscado del portal de cine y series IMDb. El rótulo de “actor más popular del mundo” que se ganó mientras estrenaba tres producciones casi en simultáneo: el final del segundo ciclo de la serie The Mandalorian, la secuela de Mujer Maravilla y la cinta familiar Superheroicos, en Netflix.
Su última colaboración con grandes nombres es junto a Nicolas Cage, quien se interpreta a sí mismo en The unbearable weight of massive talent, una comedia de acción que filmaron en Budapest y Croacia a fines de 2020. En la historia, Pascal encarna a un fan que le ofrece un millonario pago a Cage para que asista a su cumpleaños, pero la invitación no tarda en revelarse como un engaño y el actor de Contracara debe recurrir a sus personajes para salir indemne.
Una trama hilarante a la que Paco León, conocido en el país por la serie La casa de las flores (Netflix), terminó sumándose gracias, en buena parte, a que el chileno lo recomendó a la producción.
“Aquí hacíamos de primos y fue muy fácil crear esa familiaridad. Nunca olvidaré cómo me ayudó con el inglés y lo generoso que fue como compañero”, señala a Culto, evocando dos momentos del rodaje: “Recuerdo las risas improvisando con una secuencia donde le obligaba a comer cereales Froot Loops. O una vez que me cambiaron una línea de texto repentinamente, y yo que lo había memorizado casi fonéticamente, entré en pánico y él rápidamente consiguió un papel y un bolígrafo, y raudo me tranquilizó, escribiéndome el nuevo texto. Para él, un detalle sin importancia; para mí, algo que no olvidaré nunca”.
León conoció a su compañero antes de un estreno en Madrid hace un tiempo y esa experiencia, más lo que sabía de su trabajo en España, bastó para que Pascal sugiriera su fichaje. “Uno de los muchos talentos de Pedro es como director de casting. No ha sido la primera vez que recomienda a un actor o actriz y que el director y la producción se lo agradecen”, dice el español.
Años antes de esa anécdota, de las portadas en Variety o de Mujer Maravilla, el chileno también llegó gracias a una recomendación a realizar su primer largometraje. La directora Julia Solomonoff buscaba candidatos que hablaran un muy buen inglés para el elenco de su ópera prima, Hermanas (2005), la historia de dos mujeres separadas por la dictadura argentina que se reencuentran en Texas en los 80.
En una época en que todavía ocupaba su apellido paterno, José Pedro Balmaceda Pascal apareció en su radar a través del productor Fernando Gastón, cuñado del actor (pareja de su hermana Javiera Balmaceda, quien hoy trabaja en Amazon Studios como jefa de series originales en español para Latinoamérica). “Hablaba perfectísimo inglés, era alguien con una cara muy especial, muy fotogénico, con una especie de misterio. Tuvimos una conversación en que recuerdo que, para convencerme, no habló ni una palabra de español, hizo todo en inglés con acento texano”, detalla la cineasta argentina.
Si bien el rol era pequeño, la realizadora buscaba que el papel resultara memorable, dado que era el único personaje con el que la protagonista se conectaba de modo especial. El resultado la convenció totalmente. “Sentí que tiene un sentido del humor o picardía que no es tan común en los actores gringos. Creo que Pedro tiene lo mejor de los dos mundos: una disciplina y un entrenamiento americano muy fuerte y, al mismo tiempo, una inteligencia, una capacidad crítica y una sensibilidad más latinas”.
Solomonoff buscó volver a colaborar con él en su película Nadie nos mira (2017), la historia de un actor latino que se radica en Nueva York, pero el intento no prosperó. Eso sí, agrega que después vio a Pascal en un montaje de El rey Lear en Broadway hace un par de años. “El éxito de Pedro me alegra profundamente y de alguna manera también me enorgullece como una hermana que reconoció algo en él al principio, que floreció, creció y es mucho mayor que lo que quizás imaginamos. Eso estaba ahí, en su mirada, en su presencia”.
La intensidad de Pascal
Cuando el impacto de su actuación en el cuarto ciclo de Game of thrones aún hacía vibrar a los fanáticos –así como la brutalidad de la muerte de su personaje, Oberyn Martell–, el intérprete chileno firmó a mediados de 2014 contrato con WME, una de las principales agencias de representación de Estados Unidos.
Una de las funciones de la compañía es acercarle ofertas laborales, pero, en simple, es lo más parecido a un pasaje a las grandes ligas de Hollywood y se transformó en un episodio clave en su ascenso. Algunas de las figuras que trabajan con la empresa son Gal Gadot, Christopher Nolan y Oscar Isaac, uno de sus mejores amigos (Sarah Paulson, que lo ayudó a obtener al papel de Game of thrones, es otra de sus más cercanas en el circuito).
Con el protagonista de Inside Llewyn Davis, a quien lo une una amistad desde 2005, compartió su celebración de Año Nuevo, como se vio en una viralizada imagen. Ambos se vinculan desde experiencias similares: siendo de origen latino (guatemalteco en el caso de Isaac), lograron saltar a las grandes vitrinas, luego de incursionar en el teatro y encontrar muchas decepciones en su paso por castings.
Pero la historia de Pascal también incluye la carga de haber optado por permanecer en Estados Unidos. En 1976, su familia se fue al exilio luego de que su padre, José, médico y en ese entonces de 27 años, empezara a ser buscado por la Dina (al clan también pertenecía el ex MIR Andrés Pascal Allende). Vivieron en Dinamarca, San Antonio (Texas) y Orange County.
Cuando en 1995 casi todos retornaron al país, el actor de Narcos decidió no volver y persistió en seguir su carrera en el extranjero. Primero estudió en California, en el Orange County High School of the Arts, y luego ingresó a actuación en la Tisch School of the Arts de Nueva York. Un camino que no permitía anticipar que su madurez profesional recién la conseguiría en torno a los 40 años.
El director William J Saunders lo conoció en un momento en que el chileno seguía probando suerte, luego de pequeños papeles en series como Buffy la cazavampiros, NYPD Blue y La ley y el orden. “Tenía tanto control de su intensidad. Podía ser juguetón, maníaco, misterioso, amenazante o benigno, pero esa intensidad siempre estaba ahí, haciendo que una mirada casual fuera potente”, apunta el realizador, que lo dirigió en la película Sweet little lies (2011).
“La trayectoria profesional de Pedro Pascal definitivamente es inusual, pero no es algo sin precedentes”, opina Adam B. Vary, escritor jefe de Entretenimiento de Variety, citando algunos nombres que despegaron tardíamente: Chris Pratt, Jon Hamm y James Gandolfini. A partir de las tres conversaciones que mantuvieron para la portada de octubre de la revista especializada, también concluye algo tal vez menos frecuente entre los astros de la pantalla: “Está claro que está sorprendido por su éxito. El sueño para él era ser un working actor (alguien que siempre tiene trabajo pero que nunca alcanza al estrellato); lograr este nivel de fama y oportunidades aún le sorprende”.
Pese al giro de su carrera, Pascal no se ha mudado de casa en Venice Beach, California, y sigue en contacto con su clan chileno, incluidos 34 primos hermanos y su padre. En 2019, una marca de ropa masculina lo tanteó para ficharlo como rostro, pero él declinó porque su agenda estaba copada con el montaje de El rey Lear en Broadway. La compañía finalmente optó por otro actor nacional.
“Lo que lo diferencia del resto es su gran humildad y lo bien que trata a todo el mundo en el set, independientemente del departamento en el que estén”, indica Dacio Caballero, su doble de riesgo en Mujer Maravilla 1984. “En un mundo en el que trabajamos pretendiendo ser otras personas es agradable encontrar a alguien tan auténtico”, añade.
Paco León, que nunca había saltado a la industria estadounidense hasta antes de compartir con Pascal, concede que sus logros semejan un faro, pero “para todos los actores, no sólo para los hispanohablantes que desean abrirse paso en Hollywood. Él es un superdotado como intérprete y tiene una humanidad que se le rebosa en cada trabajo. Lo que ha conseguido es la consecuencia de mucho trabajo, mucho talento y algo de suerte”.