Algo inquieta a Gioconda Martínez. Actriz con exitoso pasado en la televisión, celebrada por su humor picaresco e ingenuo en una teleserie noventera, ahora parece desencajada en el presente de Santiago. Tanto, que ocupa un viaje a su natal San Felipe como pretexto para dar un giro radical en su carrera.
Allí, a dos horas de la capital, donde es lo más parecido a una estrella local, busca su propia reinvención embarcándose en la adaptación de La Araucana, de Alonso de Ercilla, junto a los integrantes del grupo de teatro del centro cultural de la ciudad.
“Es una comedia sobre una mujer intentando borrar su pasado”, indica el director Bernardo Quesney sobre el personaje principal de su tercer largometraje, Historia y Geografía. “Quiere hacer un teatro nuevo, moderno, más serio, y por eso utiliza San Felipe como excusa y por eso mismo ocupa un texto tan difícil como La Araucana”.
En el filme, la lectura que se genera en torno al poema sobre la Guerra de Arauco es tan relevante como el conflicto de la protagonista (Amparo Noguera) con su hermana Atenea (Catalina Saavedra), residente de la ciudad de la Quinta Región. “Son dos polos, una viene desde el entretenimiento y otra siempre ha representado una cultura de resistencia en la zona. Toda la película son estas dos fuerzas”, señala Quesney.
Inicialmente programada para comenzar su rodaje en abril, la nueva cinta del realizador de Desastres naturales (2014) y Efectos especiales (2011) se ajustó a las complejas reglas que impone la pandemia y se terminó filmando en diciembre en San Felipe, con un elenco que incluye a Pablo Schwarz, Naldy Hernández y el haitiano Steevens Benjamin (Perro bomba).
La producción a cargo de Equeco (la compañía local que debutó en 2017 con La mentirita blanca) también semejó un ejercicio de resistencia, con un equipo reducido en el set y tiempos más extensos para terminar las grabaciones. Semanas en que, reconoce el director, “siempre estábamos con la incertidumbre de si la película se cancelaba o no”, producto de los cambios en las restricciones sanitarias en el país.
“Estaba todo el equipo encerrado en una locación, teníamos poco contacto con la realidad. Eso nos ayudó mucho a protegernos de la pandemia, junto con la aplicación de todos los protocolos y cuidados necesarios”, especifica Noguera.
La cinta poseía una ventaja no menor en un momento de adversidad para el medio audiovisual: Quesney –además escritor de la película junto al guionista Simón Soto– conocía a la perfección el lugar porque es oriundo de San Felipe y previamente había realizado un exhaustivo trabajo con algunos actores no profesionales que sumó al reparto también conformado por Paulina Urrutia y Paloma Moreno (quienes filmaron sus participaciones en Santiago).
Si bien el elenco sufrió pequeños ajustes con la llegada del Covid, Amparo Noguera siguió al frente de la comedia. Una elección que el director explica: “La protagonista tenía que venir marcada por algo que uno reconociera inmediatamente (carrera en teleseries), aunque esto no tiene nada que ver con la vida de la Amparo”.
Del mismo modo, la cinta conservó su eje principal: una fotografía del errático camino de Gioconda, decidida a encabezar a un singular grupo que lleva a escena la obra de Ercilla y que además cuenta con el arrojo suficiente para ponerse a sí misma en el rol de Pedro de Valdivia.
“Estamos en un momento en que cosas que hace diez años daban risa, ya no dan risa, y la película también juega con ese ejercicio. La protagonista es conocida por su humor estilo Morandé con Compañía, y ya no pega con el público. En su afán de reinventarse, toma aún más malas decisiones utilizando este relato mítico y hablando sobre pueblos originarios, más que sin respeto, sin estudios”, detalla el cineasta, añadiendo: “La idea es cómo este taller analiza y revisita un texto y hay diferentes visiones sobre el mundo mapuche desde la lejanía de San Felipe”.
Desde que empezó a trabajar en la idea inicial de su nuevo largometraje, el realizador pudo asistir a talleres liderados por los directores Werner Herzog y Lucrecia Martel y a otras instancias similares enfocadas en la actuación. El resultado fue un entendimiento cabal de los ejercicios y las dinámicas propias de ese ámbito. “Esas situaciones las comprendo, porque también tuve que estudiar sobre teatro, pero si tú las miras desde afuera, tienen un contenido incómodo muy chistoso”, dice Quesney.
Para acentuar ese componente, durante el rodaje buscó la improvisación en gran parte de las escenas, en particular con el personaje principal. “Yo inventaba situaciones en el momento y ella (Noguera), que tiene una cabeza increíble, mejoraba mucho lo que estaba escrito”, sostiene el director.
“A mí me daban mucho miedo todas las escenas, porque hacer comedia es difícil. Trataba de concentrarme en esa situación y no pensar en el resultado. Si me decían, ‘tienes que ser Pedro de Valdivia’, yo iba a tratar de actuar de él, con acento español, como a mí mejor me pueda salir”, cuenta Noguera.
Entre reflexiones sobre la inmigración, la identidad y la historia, se filtra la comedia de Quesney, también realizador de una treintena de videoclips de artistas como Dënver y Javiera Mena. “Él tiene un sello y ese sello a mí me parece súper valioso, sobre todo en estos momentos. Evidentemente es una mirada aguda, quizás una comedia negra pero de mucha profundidad acerca de su país y de su gente. Es una película muy graciosa pero súper dura, pega unas críticas tremendamente verdaderas y contundentes”, asegura la actriz.
Aún sin fecha de estreno, el filme tendrá buena parte de 2021 para completar su postproducción y trazar una ruta hasta llegar a salas locales. “Estamos todos sanos y hay una película, algo que de verdad todavía me cuesta creer. En julio no tenía idea cuándo se iba a hacer”, cierra el director.