Antes de conocer el origen chileno de Los Ángeles Negros, el trío neoyorkino Beastie Boys pensaba que eran un grupo mexicano. Cuando los samplearon en su disco Hello Nasty (1998), lo cierto es que más allá de las nacionalidades, los escogieron porque “tenían mucho funk”.
En el tema “The move” de los raperos más cotizados de la época en el mundo, se oye parte del estribillo de la canción “El rey y yo”, grabada por los chilenos para su disco Y volveré (1969). “Es asombroso”, contó la banda de Mike D, MCA —el fallecido integrante responsable de encontrar el tema— y Ad-Rock entrevistada hace varios años por Wikén.
El hallazgo tiene relación con que efectivamente tras la música romántica de los sancarlinos, una capa debajo del mote de “cebolla”, hay una historia que tiene su origen en el funk de James Brown.
Base rítmica
Tras su formación en San Carlos, promediando el final de la década del 60, el fallecido guitarrista Mario Gutiérrez y el cantante Germaín de la Fuente vieron alejarse a sus compañeros de banda. El cuarteto original que había salido del liceo público de aquel pueblo del sur chileno se había roto, pero su historia seguía escribiéndose a paso firme.
Si Los Ángeles Negros habían nacido como una banda de rock con un cantante de boleros, al momento en que encararon la grabación de su segundo trabajo —el seminal Y volveré—, el director de Odeón los puso en contacto con tres nuevos músicos que tomarían el puesto de bajista, baterista y tecladista en el grupo.
Nacho Concha y Luis Ortiz, bajo y batería, formaron lo que se conoce como base rítmica del conjunto. Ambos venían de acompañar a Miguel Zabaleta de Los Red Juniors en un tour canadiense.
Fanáticos de la música de James Brown, en sus noches libres en Norteamérica se iban a los clubes de música negra para observar de primera mano cómo se tocaba esa música.
“Anotaban algunas claves en servilletas”, relata Jorge Leiva, uno de los directores del documental Ángeles Negros (2007).
Ortiz y principalmente Concha —que acompañó a Mario Gutiérrez en Los Ángeles Negros hasta 1992—, desarrollaron el “ímpetu funk” que vino a modificar, en aquellas sesiones grabadas en Santiago, la fórmula original del conjunto: una banda de rock con un cantante de boleros.
En abril de 2008, la edición chilena de la revista Rolling Stone situó al segundo álbum de Los Ángeles Negros, Y volveré, en el séptimo lugar dentro de los 50 mejores discos chilenos de todos los tiempos. “El disco grabado en 1969 en los estudios EMI de la calle San Antonio, encierra la secreta ecuación musical de Los Ángeles Negros, aquella que hoy suena tan cotidiana, y que junta en una misma banda a un cantante de boleros con una banda de rock: guitarra, bajo, batería y teclado”, se lee en la nota que acompaña al disco.
Luego sigue: “Un apurado disco para EMI fue la antesala de Y volveré, que tuvo un segundo ingrediente para su sello final. Tres nuevos músicos se sumaron al cantante y al guitarrista de la banda de San Carlos. Tres músicos profesionales, recién llegados de una larga estancia en Canadá y obsesionados con James Brown. Ellos le dieron un escondido componente de funk a las canciones que terminaron de dibujarlas como inmortales”.
El diagnóstico es compartido por el músico Álvaro Henríquez en el documental Ángeles Negros.
En medio de un concierto de Los Bunkers donde ambos figuran como invitados, Henríquez conversa en camarines con Germaín de la Fuente. “Para mí inauguraron un estilo. No solamente el estilo que ve toda la gente, que es romántico, terrible, etcétera, sino que la base rítmica era funky. No era bolero, sino que era...”, dice el líder de Los Tres —que abrió el show de James Brown en Chile el año 2005— y rápidamente imita el pulso de la batería de “El rey y yo”:
La escena es capturada por el documental de Pachi Bustos y Jorge Leiva.
“Yo siempre pienso, ¿alguien habrá escuchado James Brown, por ejemplo, o algo así, ese tipo de música más negra? Porque yo siento que la música de ustedes no era típica. Era una música súper especial”, concluye el músico, pero el registro no muestra la respuesta del cantante de Los Ángeles Negros.
“Les copiaría todo”, dice Jorge González en el citado documental. “La manera de tocar la batería, los órganos, el bajo, la guitarra... todo, porque cada instrumento es grosso”, continúa el líder de Los Prisioneros.
“Ellos inventaron un estilo de hacer una música que tenía una onda latinoamericana romántica, pero con guitarra, bajo, batería... eso fue una idea muy buena. Fue tan buena que aparecieron miles de bandas, aparecieron Capablanca, Los Galos y muchos años después hubo otra generación que estaba completamente influenciada por Los Ángeles Negros, que era la generación de Los Temerarios, los Bronko, Los Bukis y Selena”, añade.
Según el sanmiguelino, “toda la movida que hubo en la frontera de México con Estados Unidos, a finales de los 80 y comienzos de los 90, todo eso era puro Ángeles Negros”.