Si bien lleva siete años en la música, Noah Blanco (27) adquirió notoriedad pública a fines de 2019, apenas implementada en Chile la Ley de Identidad de Género, que desde noviembre de ese año faculta y reconoce a las personas el derecho a rectificar su sexo y nombre en la partida de nacimiento.
Blanco fue la primera persona trans del país en pedir y completar el trámite de cambio de nombre y sexo registral, lo que en su caso no estuvo exento de complicaciones. Si bien el día en que solicitó la hora en el Registro Civil fue recibido por cámaras y el ministro de Justicia, Hernán Larraín -a quien se negó a saludar y se tapó un ojo en señal de protesta-, en febrero pasado denunció que al momento de retirar su cédula de identidad ésta tenía sus antiguos nombres y seguía con sexo femenino, lo que incluso motivó un sumario administrativo en el organismo.
Sólo horas después de aquel episodio Noah recibió en su casa su carnet de identidad con los datos corregidos. Y casi doce meses después protagoniza un nuevo hito en su carrera y para las disidencias con el lanzamiento de “No guardes tu amor”, canción que sintetiza en parte su proceso personal del último año y que funciona como adelanto del disco que publicará, por primera vez, con su nuevo nombre de pila.
“Siempre fui muy reacio a hacer un proyecto solista, básicamente por lo mismo. ¿Cómo le pongo un nombre que no me representa a algo que quiero tanto entregar?”, cuenta el músico, quien en los últimos años lideró el proyecto musical Dinosauria, cargado al synthpop y con el que editó sencillos como “Estereotipo” y “Fuego” -disponibles en plataformas digitales- y el disco “No.” (2017). “Ahora que tengo las cosas mucho más claras, que hay un mensaje que siento necesario mostrar, le pongo Noah Blanco (al disco) con todo el amor del mundo y toda la seguridad de que esos son mis pensamientos y mi forma de ver el mundo”, explica.
El álbum, según detalla, saldrá a mediados de este año y traerá un marcado sello íntimo y autobiográfico. Allí espera condensar la diversidad estilística que ha seguido explorando (“Así como soy diverso en la vida, lo soy en la música”, cuenta) como también sus propias experiencias de vida, las batallas libradas en el último tiempo y diversas temáticas que considera urgente visibilizar en el país.
“El proyecto Noah Blanco abre mi lanzamiento como músico solista. Planeo lanzar el disco en junio y no solo viene con música, también con escritos e indagaciones en otras disciplinas del arte, que tienen que ver con cómo nos vamos formando desde la comunidad disidente, entre varias culturas y formas de expresarnos que disiden de los formatos comunes y corrientes”, detalla.
Bajo la dirección de Gowosa, el videoclip de “No guardes tu amor” fue grabado en el Valle del Elqui el mes pasado y ocupa diversos paisajes de Paihuano para contar una historia post-apocalíptica. En la canción participa además la reconocida cantautora penquista Dulce y Agraz (Daniela González), uno de los múltiples invitados que incluirá el álbum.
“No es solo una intencionalidad de hacerlo colaborativamente, sino que además una forma natural en la que hemos resistido en este último tiempo, por lo menos yo, en cuanto a conocer personas, nutrirme de otras experiencias, siempre buscando generar un equilibrio en la participación de personas trans, disidentes, LGBT y cisgénero. Es algo muy mío y que también trae el disco”, señala.
En la periferia del sistema
Sobre la trascendencia pública que ha adquirido su caso y su proceso personal, Blanco lo define como una “responsabilidad adquirida que uno asume aunque no quiera, cuando uno toma un lugar público, social, artístico”. De hecho, reconoce que nunca se planteó ser activista, “pero tampoco me puedo quedar callado ante lo que veo y el solo hecho de que una persona trans quiera pararse sobre un escenario más mainstream, es algo político. No puedo separar ese tipo de cosas y ya francamente dejé de hacerlo”.
En ese sentido, para el músico, proyectos como el que trabaja actualmente no sólo tienen un valor artístico y testimonial, también un efecto inspirador y la capacidad de dar luz a realidades que considera invisibilizadas. Si para él “ser músico en Chile es vivir en la periferia del sistema”, sobre todo en tiempos de pandemia y falta de ingresos para el sector, ser músico trans o disidente es una desventaja aún mayor.
“Es bastante complejo porque hay hartas cosas de las que hacerse cargo, hartos vacíos y nada de ayuda del país en el que vives, para por ejemplo poder tener tu salud a salvo. No se sorprendan si no hay más artistas trans en las escenas porque para poder llevar un trabajo al público hay un montón de honorarios que pagar y, en mi caso, tengo por ejemplo que decidir si me hago mi operación de pechos o invierto en hacer material. Eso no lo tiene que hacer un músico cis (género). Entonces es injusto, es relevante y es necesario que se entienda, porque tampoco la escena se ha hecho cargo, no hay medidas en lo práctico para ayudarnos”, explica.
Y concluye: “Creo que es súper importante visibilizar identidades trans en las escenas públicas y sociales. Si es que el estado no se hace cargo de llevar información a las casas, somos nosotros los llamados a intentar cambiar eso y que otros niños no vivan lo que he vivido yo. Si yo hubiese encontrado un músico trans en la radio las cosas hubiesen sido distintas hace mucho tiempo”.